Pueblo Mágico de Real de Catorce, una cápsula al pasado

Localizado a más de dos mil 750 metros de altitud, en el Pueblo Mágico de Real de Catorce el reloj se detiene y el visitante retrocede en el tiempo, donde caminar largas distancias por calles empedradas o por la sierra es lo común en este lugar.

La modernidad queda atrás y las expectativas por llegar a este pequeño poblado, que llegó a ser un importante pueblo minero fundado en 1779, aumentan desde que los turistas nacionales y extranjeros de todas partes del mundo, toman una carretera hecha a base de piedras.

A bordo de sus automóviles o autobuses de pasajeros, las personas deben recorrer un camino empedrado de unos 26 kilómetros que va subiendo la sierra del mismo nombre del pueblo, pasando por varios ejidos como El Potrero y La Luz, en medio de un paisaje totalmente desértico.

Mientras se asciende, es común ver a distancia los automóviles que han salido del pueblo y de otros que se detienen en un mirador en las alturas desde donde se observan las montañas y poblaciones cuesta abajo.

La emoción de los visitantes aumenta cuando llegan al túnel Ogarrio, único acceso a Real de Catorce, que atraviesa la montaña en un trayecto de 2.3 kilómetros de longitud y cuya inauguración data del año de 1901.

En medio del polvo levantado por las unidades, en el interior del túnel se observan “tiros” de minas clausurados y una pequeña capilla, antes de que, a lo lejos, el extremo comience a iluminarse anunciando el término del trayecto, y la llegada al fin, al pueblo de Real de Catorce.

Construcciones antiguas, calles empedradas y caminos rústicos que se recorren a pie, caballo o jeep, son sólo algunos de los atractivos con los que el Pueblo Mágico de Real de Catorce “atrapa” a los miles de visitantes que cada fin de semana disfrutan del lugar.

Independientemente de la temporada del año, el lugar registra, por lo general, un clima de templado a frío con cielo azul intenso, pero también llega a predominar un incandescente sol, que obliga al visitante a “transformarse” con el uso de sombreros y zapatos cómodos para caminar.

Debido a ello, los locales comerciales reciben al visitante con prendas para el sol o abrigadoras para adaptarse al clima fresco con dulces de leche quemada, tamarindos, o hierbas de olor, como el orégano.

A escasos metros de su acceso al pueblo, se localiza la Parroquia de La Purísima Concepción, del siglo XVIII y donde se venera a San Francisco de Asís, cuyas fiestas se celebran en el mes octubre, por lo que desde un mes antes comienzan a llegar miles de fieles de todo el país que acuden a dar gracias por peticiones concedidas.

En la iglesia se cuenta con un espacio especial dedicado a los retablos de agradecimiento de fieles a través de dibujos donde narran el milagro concedido, algunos de los cuales datan desde 1900, por lo que sus paredes se encuentran tapizadas de estos.

Tras este momento de paz interior, y para quienes gustan de emociones fuertes, las personas pueden acudir a recorridos en las denominadas “willys”, unidades tipo Jeep, en las que transitarán un camino angosto y sinuoso.

Ya sea en su interior o en la parte alta de la unidad, sólo tomados de los barrotes de la parrilla para equipaje del vehículo, las personas disfrutan del recorrido sin desviar la vista del horizonte, pues hacia abajo sólo encuentran un barranco de varios metros de profundidad.

Para la turista Amalia de la Rosa, los paseos en las denominadas “willys” “son emocionantes, interesantes, pero algo riesgosos”, pero aseguró es algo que no deben perderse.

Sobre todo, dijo, porque la adrenalina aumenta al recorrer un estrecho camino rocoso, en medio de parajes desérticos que conducen a otro poblado llamado “Estación 14”, no sin antes hacer una parada en una mina abandonada, reflejo de la antigua riqueza minera de Real de Catorce, que resaltó en su fundación por su extracción de plata.

Otros de los paseos que el visitante puede disfrutar son los recorridos a caballo hasta el denominado Pueblo Fantasma o por el Cerro del Quemado, un lugar sagrado para los Huicholes y que, ante su cercanía, han hecho de este Pueblo Mágico un sitio para la venta de sus artesanías.

Con vestimenta colorida en faldas y blusas, las mujeres y niñas, mientras que los hombres usan camisa y pantalón blanco, los huicholes atraen a los turistas con sus detalladas pulseras y collares tejidas de chaquira de múltiples colores, algunos de las cuales son una verdadera obra de arte.

De tez morena, los huicholes son parcos al hablar, apenas y se dirigen a las personas cuando proporcionan los precios de sus productos, muchos de los cuales convierten en grandes cuadros que se exhiben en negocios de la localidad.

Como lo señala Alejandro Burciaga, “este lugar es para encontrarse a uno mismo en medio de una mezcla del pasado y presente".

Consideró que en Real de Catorce es posible encontrar a todo tipo de personas “que dejan de lado diferencias para disfrutar de las calles empedradas, paisajes y comida”.

En tanto, como platillo típico del lugar se encuentran las gorditas de maíz, rellenas de diferentes guisos donde es posible observar a las mujeres elaborarlas frente a los comensales, colocarlas en el comal y rellenarlas de nopales con chile rojo, huevo en salsa, chicharrón, queso con cebolla, entre otros guisos.

Además, entre sus construcciones antiguas de piedra, es posible encontrar comida internacional italiana, con pastas y pizzas elaboradas de manera artesanal.

A estos platillos se les han agregado alimentos típicos de la región como cabuches o flor de palma, además de nopalitos en escabeche que junto al jamón serrano y papas horneadas con perejil.

Ante la alta demanda de visitantes que registra el lugar, existen diversos hoteles, casas de hospedaje o cuartos en renta, muchos de los cuales reportan agenda llena todo el año, ante lo cual es indispensable hacer reservaciones con varios meses de anticipación.

La repostería es otro gusto que los turistas disfrutan del lugar, visitando las panaderías locales donde esperan a que salga el pan para degustarlo inmediatamente o llenar varias bolsas para llevar algo para el camino de regreso.

Para algunos de los visitantes, como Malena Ruiz, el lugar es “mágico, donde la naturaleza y la arquitectura invitan a un reencuentro con tu interior”, detallando las construcciones antiguas y vestigios antiguos de la minería que es posible encontrar en el sitio.

Relató que tiene años visitando el lugar, el Pueblo Mágico de Rea de Catorce, “cuenta con muchos sitios por visitar como lo es su iglesia para visitar a San Francisco de Asís, para luego llegar a su Casa de la Cultura, y visitar las casonas antiguas, muchas de ellas convertidas en pequeños hoteles”.

Detalló que, además, disfruta recorrer las calles para llegar hasta su plaza o al Panteón Municipal, ubicado en la periferia del pueblo y donde es posible encontrar criptas antiguas, muchas de las cuales están en una iglesia ubicada en el interior del cementerio y de donde se desprenden historias de fantasmas que aderezan la estancia en este lugar.

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