[Tras la Verdad] ¿Acuerdos, amenazas, impunidad?

Resulta sumamente extraño el asunto del arquitecto Arturo Rueda Zamora, quien fuera golpeado el pasado 10 de abril por un par de desconocidos, cuando realizaba él y un grupo de vecinos, una manifestación en la avenida Ezequiel Montes. Después de denunciar los hechos ante el Ministerio Público, se desiste y otorga el perdón judicial.
 
Por supuesto que Arturo Rueda está en su derecho, y lo ejerció, para otorgar el perdón judicial en favor de aquellos que lo “tundieron a tubazos en la cabeza”, frente a una veintena de testigos; así como fue su derecho a presentar la denuncia ante el Ministerio Público.
 
Rueda se desistió de su acción y el juez simplemente sobreseyó el asunto, lo dio por concluido, dado que las lesiones que le causaron no pusieron en peligro la vida y seguramente tardan en sanar menos de quince días, aunque dejarán cicatriz perpetua en la cabeza, no visible. Lo interesante del asunto y todos se cuestionan el por qué actuó de esa manera el ofendido.
 
Después del otorgamiento del perdón judicial, en automático la autoridad municipal respiró hondo y profundo. Ya no habrá ningún servidor público de la administración municipal de Marcos Aguilar Vega responsable de delito alguno. Ya no habrá más investigación de los servidores públicos.
 
Así fue como el Director de Inspección, Hugo Serrano Martínez, quien había sido suspendido temporalmente en lo que se desarrollaba la investigación y proceso, quien aparecía como autor intelectual de los golpes, según la confesión de los perdonados, ha quedado en automático deslindado de responsabilidad, según el secretario de Gobierno Municipal, Manuel Velásquez Pegueros, por lo cual regresó a su trabajo tranquilamente. Una acción cubrió la otra, lo que en estricto derecho no debió ser así; unos fueron los ejecutores y otros u otro el autor intelectual, por lo tanto cada uno es responsable de distinta acción tipificada por el Código Penal. Pero urgía “echarle tierra al asunto”. ¡Y ya no trascendió!
 
Jurídicamente no hay problema para las autoridades municipales; sin embargo, políticamente queda la certeza de la impunidad con que se puede actuar y después con un simple “usted perdone”, el asunto se concluye. ¿Dónde está la honestidad de las autoridades? El perdón judicial, en materia penal, no debe generar la impunidad. ¿Y los juicios administrativos de responsabilidad?
 
Por eso las preguntas que hoy se hace la sociedad después de los juegos perversos del manejo de la ley que permite pública y tranquilamente exaltar impunidad. ¿Qué acuerdo hubo entre el agredido y las autoridades? ¿Fue amenazado el agredido? ¿Fue acaso intimidado? ¿Fue privilegiado con algo? La certeza del asunto nos arroja la conclusión de que las autoridades municipales privilegiaron la impunidad con arreglos que esconden la verdad, a pesar del otorgamiento del perdón judicial.
 
El desgaste y debilitamiento de la credibilidad hacia la autoridad municipal de Querétaro -municipio capital- es cada día más evidente y eso preocupa a los queretanos, quienes desconfían de la ética y honestidad con que pueden actuar algunas de las autoridades, en el caso las relacionadas con el área de inspección.
 
Los añejos queretanos saben de la honestidad del señor Arturo Rueda. Sin embargo, con su actitud dejó muchas dudas e interrogantes en el aire, de ahí el cúmulo de interpretaciones de su actitud. Le han valido severas críticas por la omisión de su objetividad, lo que genera especulaciones de toda clase. Hay quienes dicen que vendió el movimiento; otros aseguran –sin probarlo por supuesto– que recibió favores a cambio; unos más afirman que fue amenazado. No se sabrá la verdad en este asunto que estuvo a punto de desbordar en violencia.
 
Conclusión. Lo que haya sucedido derivado del acuerdo entre las partes, cualquier especulación entre Rueda y la autoridad municipal, es simplemente clara: privilegiaron la impunidad. Y es que nadie puede, en su sano juicio, afirmar que no pasó nada y que el perdón judicial hizo desvanecer el enredo entre golpeadores, instigadores y autores intelectuales.
 
El asunto pudo haber trascendido hasta el mismo presidente municipal. Por eso urgía terminar con el problema. Los mexicanos están hartos de corrupción e impunidad; las autoridades juran y perjuran que las combatirán, sin embargo los hechos desmienten las intenciones. Marcos Aguilar debe tener en cuenta lo que sienten y piensan los queretanos y no tratarlos como si fueran inconscientes de la realidad.

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