La Iglesia y sus seguidores más aguerridos, han convertido el tema del matrimonio igualitario en una cruzada de fundamentalismo e intolerancia hacia las parejas del mismo sexo.
El último argumento denota absoluto desconocimiento de la sexualidad humana, pero según ellos, sustenta sus tesis sacadas de la Edad Media y advierte a la feligresía de los grandes peligros del matrimonio gay.
“Desde la fe”, el órgano propagandístico del cardenal Norberto Rivera Carrera en la Arquidiócesis de México, nos ofrecen una cátedra de la función del ano. La jerarquía católica afirma que “el cuerpo humano no está diseñado para la relación homosexual”.
Sin mencionar la fuente de tan científica información, abordan la sexualidad femenina con absoluta erudición:
“La mujer tiene una cavidad especialmente preparada para la relación sexual, que se lubrica para facilitar la penetración, resiste la fricción, segrega sustancias que protegen al cuerpo femenino de posibles infecciones presentes en el semen”, suponemos que esa misteriosa “cavidad” es la vagina, aunque no lo aclara.
Sobre la sexualidad masculina, nos ofrece una cátedra de conocimiento técnico fisiológico, en concreto sobre el ano, muy diferente al ano de la mujer, según ellos:
“En cambio, el ano del hombre no está diseñado para recibir, sólo para expeler. Su membrana es delicada, se desgarra con facilidad y carece de protección contra agentes externos que pudieran infectarlo. El miembro que penetra el ano lo lastima severamente pudiendo causar sangrados e infecciones”.
Aplausos, por favor. De pie, todos. Más aplausos. ¡Increíble! Ahora resulta que los mejores sexólogos están en la Arquidiócesis de México con una nueva y grandiosa teoría de la sexualidad, nunca antes, estudiada, ni divulgada. Más aplausos, por favor.
Con esto, la Arquidiócesis de México nos quiere demostrar que está por encima de cualquier institución de salud especializada en la sexualidad humana. Y nos quiere convencer sobre las bondades del ano, que según ellos, solo debe “expeler”, es decir, por el ano solo podemos defecar, nunca “recibir” nada, mucho menos un pene.
Perdón, aquí surge una duda, una pregunta. ¿Y el sexo anal? ¿Qué hacemos con el sexo anal? Tal vez, el cardenal y su órgano propagandístico— me refiero al panfleto “Desde la fe”— no conozcan que existe el sexo anal, ni tampoco conozcan el estudio del “Journal of Sexual Medicine” que recomienda técnicas seguras para que las parejas heterosexuales o bien, homosexuales, lo practiquen.
El ano, según este estudio, por tratarse de un “esfínter muscular”, tiende a ofrecer resistencia, por lo cual a la hora de las relaciones recomienda la relajación corporal y sobre todo, el uso de lubricantes. También señala que la penetración debe realizarse suavemente. Y nos da la recomendación del uso del preservativo ya que la mucosa rectal es una “vía de entrada de virus y bacterias”. Asimismo, señala que después del coito anal, es mejor no penetrar la vagina a fin de no contaminar la zona íntima con flora bacteriana y si lo hace, debe usar un nuevo condón además de tener una adecuada higiene. El estudio dice que el sexo anal ofrece “grandes satisfacciones eróticas y sexuales” a todo tipo de parejas.
Anatema. Seguramente, el cardenal Rivera enviará al infierno al “Journal of Sexual Medicine” y sus sexólogos expertos. Más aún, el cardenal hace énfasis en su órgano propagandístico que el sexo lésbico es igualmente peligroso.
(Leer el texto completo en Sin Embargo)
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