A nivel nacional, la Universidad Autónoma de Querétaro encabeza un proyecto de investigación con el que se busca disminuir del impacto ambiental y económico que ocasiona el gusano descortezador; esto, con financiamiento conjunto de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El Dr. Víctor Cambrón Sandoval, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Naturales, está a cargo de esta iniciativa que se titula “Variabilidad climática e interacción con otros factores que afectan la dinámica poblacional de descortezadores en bosques amenazados de México”, la cual tendrá un plazo de tres años para su realización.
Cambrón Sandoval detalló que dicho proyecto se llevará a cabo en distintos sitios de Querétaro, Durango, Chihuahua, Nuevo León, Coahuila, Estado de México, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Oaxaca y Chiapas; a fin de generar modelos que contengan información sobre el clima, vegetación, suelo y humedad, entre otras variables que permitan anticiparse al ataque de este insecto.
Indicó que en el Parque Nacional “El Cimatario” y en la Sierra Gorda de la entidad se han realizado investigaciones que señalan que la disminución de la humedad, cambios de uso de suelo y deforestaciones masivas son algunas de las causas que generan que los árboles sean más vulnerables al gusano descortezador; parásito que en los últimos años ha tenido un aumento exponencial y distribución mayor a sitios donde no tenía presencia.
El universitario explicó que el descortezado se alimenta del floema del árbol, genera su sitio de anidación y le ocasiona un proceso de estrés que no siempre puede contrarrestar con su resina, por lo que éste muere. Una vez que el insecto cumple con su ciclo, las larvas que crecieron en ese árbol vuelan para colonizar otros y así se extiende la plaga afectando incluso grandes extensiones de hectáreas.
Detalló que hasta ahora se utilizan químicos o se realiza la tala de los árboles y la quema de la madera dañada para evitar la propagación, pero estas acciones son reactivas y no preventivas al impacto que genera este gusano.
Explicó que a nivel ecológico se modifica la estructura vegetal de los bosques templados y se pierden las condiciones del suelo, pues las coníferas son claves para la regulación de la temperatura, humedad, filtración del agua y la distribución de la fauna.
El Dr. Cambrón Sandoval puntualizó que en el ámbito económico esto representa prácticamente una pérdida total; pues el material de los árboles afectados no es valorado en la industria de la madera, a causa de la disminución de su calidad y propiedades, y a su vez es más sensible al ataque de otros hongos.
Por ello, destacó la trascendencia de este proyecto mediante el cual se proporcionarán recomendaciones más puntuales en cuanto al manejo de las poblaciones afectadas y a la prevención que deben seguir los sitios que presentan mayor riesgo de ataques.
Aseguró que debido a la amplitud de este estudio, se cuenta con el trabajo fijo de alrededor de 28 investigadores de esta Casa de Estudios y de diversas instituciones, entre las que se encuentran la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Universidad Autónoma Agropecuaria Antonio Narro, Universidad Autónoma de Nuevo León, el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Colegio de la Frontera Sur Unidad Tapachula y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias con sede en el municipio Gómez Palacio, Durango.
Se buscará, dijo, que los modelos que se generen en este estudio puedan ser aprovechados en el abordaje de otras problemáticas o áreas como la ganadería, además de que se realiza un gran esfuerzo en la formación de recursos humanos y en promover a la participación social de quienes habitan las zonas afectadas.
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