Dijo el titular de la CEIG, que apenas tres municipios cumplen con sus portales de transparencia –rendición de cuentas- y el resto está fuera de orden, son opacos. Y los organismos autónomos son mejores en la rendición de cuentas, a diferencia de los tres Poderes y municipios.
El problema subsiste desde siempre y no hay poder humano que logre hacer cumplir a los responsables de transparentar, entre otras obligaciones, la rendición de cuentas ¿Qué se hace con los dineros públicos? ¿Cómo se gastan, en dónde se gastan y quienes lo gastan? Tampoco se transparenta para saber quiénes son los beneficiarios de la aplicación de los recursos públicos, licitaciones, compras, etcétera.
El problema resulta frustrante dado que se sabe desde siempre que no cumplen y nada se hace al respecto. La CEIG, transita tranquilamente y no impone sanciones, vamos ni siquiera evidencia a los omisos de hacer cumplir con la obligación de transparentar todo lo que realizan los entes públicos.
Recuerdo hace 12 años aproximadamente como, de manera cínica, burlaban algunas autoridades la transparencia. Cuando algún particular solicitaba información, escatimaban los datos o bien entregaban información encriptada para que no pudieran abrirla por los medios informáticos. Tal vez recuerden, incluso, que se cobraba a precio exorbitante las copias de la información y todo para hacer tortuoso y nugatorio el derecho a la información. O bien, que preguntaban para qué necesitaba la información el peticionario y tenía que dar más datos el solicitante que la información que se requería. Desde entonces es la misma tónica y no hay poder humano que pueda obligar a las autoridades responsables a dejar de ser omisos y opacos.
Otro ejemplo bochornoso sucedió en el sexenio pasado, cuando un grupo de ciudadanos solicitaron los programas de gobierno en la oficina de acceso a la información gubernamental. Los responsables se indignaron, filmaron a los requirentes de la información pública para estigmatizarlos, algunos fueron intimidados; todos fueron requeridos para entregar información personal para identificarlos a plenitud. Para colmo, el represor de entonces, el Secretario de Gobierno, tomó medidas de “apremio” reprimiendo semejante osadía ¿Cómo pedían los más de 90 programas? ¿Para qué los necesitaban esos impertinentes ciudadanos?
Por supuesto nunca se dieron los programas a los peticionarios, ni siquiera por medios informáticos. Y la respuesta de la autoridad de entonces fue simple: los programas están a su disposición en las oficinas, pero no pueden obtener copia, ni filmar, nada se les puede dar, solo podrán consultarlos y ya. Así las cosas desde entonces y nada se puede hacer, los ciudadanos continúan famélicos de información accesible por medio de las páginas virtuales de los entes responsables de proporcionar la información; dice la ley, es propiedad de la sociedad, en resguardo de la autoridad. Y de nada sirve.
De ahí que, una vez más, resulte inconcebible que el titular de la CEIG apenas pueda informar que la mayoría de las autoridades no cumplen, que son opacas, vamos que no son transparentes.
Los legisladores debieran poner orden y crear normas para sancionar a los incumplidos ¡Mejorar la norma! Son muchos años los que han pasado desde que se creó la CEIG y solo ha sido un elefante blanco ¿Hasta cuándo los ciudadanos podrán acceder sin trabas a la información gubernamental?
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