Las apetencias del poder han llevado a los regidores panistas del municipio de Peñamiler, a promover la destitución de su presidenta municipal, todo porque la señora se atrevió a despedir a varios funcionario. La ignorancia también se hace presente ¡No pueden destituirla! Es el primer gobierno panista es ese municipio.
El tema se presta de manera oportuna para comentar sobre la figura democrática de la revocación de mandato que no existe en nuestra legislación. En la Ley de Participación Ciudadana, los legisladores no se atrevieron a plasmar mecanismos que permitieran a la ciudadanía revocarles el mandato constitucional. Vamos, despedirlos por ineficientes.
Hoy día más de algún legislador se “ampara” con una injustificada justificación al argumentar que, al existir la reelección, ahí será el momento de no votar por esos servidores de elección popular –presidentes municipales, regidores, síndicos y diputados locales-. Habrase visto semejante ignorancia.
Nada difícil sería legislar e incorporar esa figura en la ley, total, seguramente le pondrían tantos candados a la ciudadanía que harían imposible la revocación, como ha sucedido con el referéndum o plebiscito.
El momento que vive la autoridad municipal en Peñamiller, es oportuno para crear esa figura jurídica de la revocación de mandato y aplicarla a cualquier servidor público de elección popular, cuando cometa abusos que afecten a la población o bien, cuando no cumpla con todo lo que prometió en campaña y realice actos perjudiciales que afecten a un grupo de ciudadanos, sobre todo que nunca prometió durante su promoción electoral.
Hoy en día todos aquellos que obtienen el triunfo en las urnas, propiamente carecen de responsabilidad en el actuar del cargo de elección popular, además siguen protegidos por el fuero constitucional que hace aun mucho más complicado destituirlos; y hay que aguantarlos por todo el periodo constitucional para el que fueron electos. Si la ciudadanía los eligió, también los puede destituir cuando no cumplen.
Como sucede en materia civil, un mandato puede ser revocado, no es inmutable ni irrevocable. Quien otorga el poder, lo puede quitar. Cierto que deben existir reglas para ello, a fin de no caer en la anarquía en la que a más de alguno gusta jugar y eso no es bueno para una estabilidad democrática y gubernamental.
En el caso los oportunistas ya incorporan la segunda vuelta en materia electoral como para “amarrar” y condicionar la revocación de mandato. Esta es otra figura democrática muy diferente que nada tiene que ver con el tema de la revocación, surgido por los problemas que vive el ayuntamiento del Municipio de Peñamiller, en donde unos cuantos panistas buscan la destitución de su presidenta municipal, recolectando firmas.
El asunto político trascendió –otro más en materia política que no fue previsto- hasta llegar al Palacio de Gobierno y, una vez más, tuvo que intervenir el propio gobernador al hacer alusión al tema. El gobernador Francisco Domínguez, aseguró que lo regidores no pueden destituir a la presidenta. Y de inmediato la instancia correspondiente envió uno de los subsecretarios de la Secretaría de Gobierno, para que atendiera el asunto y ponga en paz a los rijosos del poder, quienes buscan la reinstalación de los despedidos. Se trata en el caso en particular de problemas en el ejercicio del poder público. Las desavenencias políticas a la luz del día.
El momento es de lo más conveniente para que las y los diputados creen la figura de la revocación de mandado, total a ellos no les aplicaría en estos tres años. Conste que más de alguno ya piensa en la reelección como medida para perpetuarse en el cargo, de ahí el rechazo a la revocación de otros periodos reelectivos.
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