El cierre a las exportaciones de carne de pollo originarias de Brasil es una acción responsable y cumple con la misión de las autoridades sanitarias mexicanas al proteger a los sectores alimenticios nacionales, consideró César Quesada Macías, presidente de la Unión Nacional de Avicultores.
Al congratularse de la medida que tomó el pasado 19 de marzo, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), de cerrar las fronteras a las exportaciones de carne de pollo de Brasil, el empresario destacó la funcionalidad del monitoreo que realiza esta y que permite actuar de manera expedita sobre casos de riesgo.
Dijo que la determinación de cerrar el acceso al mercado mexicano de productos deteriorados y con riesgo para la salud de los consumidores mexicanos, denota la preocupación de las autoridades sanitarias mexicanas, quienes actuaron oportunamente; y señaló que precisamente la preocupación de los avicultores mexicanos se dio a partir de la oportunidad que se le otorgó a Brasil, a través de cupos de importación, para traer al mercado mexicano alimentos de dudosa procedencia o que sus procesos de inocuidad no están cubiertos.
Específicamente, Quesada Macías se refirió a los cupos de importación libres de arancel por 300 mil toneladas, que tiene abiertos la Secretaría de Economía para terceros países con los que México no tiene acuerdo comercial, pero que beneficia directamente a Brasil para que pueda exportar a México alimentos avícolas.
Recordó que, en mayo de 2013, la Secretaría de Economía abrió un cupo de importación para carne de pollo por 300 mil toneladas, el cual fue ampliado en diciembre de 2015 y continúa vigente a la fecha, con resultados negativos para la avicultura mexicana, ya que las importaciones de pollo hoy en día representan más del 13% de la producción nacional.
“Se supone que debido al espíritu de los cupos de importación, el precio del alimento sería muy accesible para el consumidor, pero eso no está pasando, ya que las importaciones de pechuga, principalmente, mantienen en precio alto para el consumidor y sostienen un alto margen de comercialización estimado hasta en 108%, sin pasar por alto el riesgo que conlleva la escasa inocuidad del producto”, señaló.
Quesada Macías hizo un llamado al gobierno federal para que se analicen estas aperturas comerciales que representan un alto riesgo para el consumidor nacional, además de poner en riesgo a la industria nacional.
La afectación que dejan estas importaciones, se reflejan en varios ámbitos: en un menor ingreso al erario federal por la falta de pago de impuestos, en menores fuentes de empleos para trabajadores mexicanos, en el deterioro de las economías de las empresas, entre otros, dijo.
Al respecto, un estudio elaborado por el Grupo de Economistas y Asociados (GEA) sobre el impacto de las importaciones de pollo a México, establece que por cada punto porcentual de penetración de importaciones se dejan de crear 12 mil empleos (directos e indirectos) por la industria nacional.
En valor de la producción, por cada punto porcentual de penetración de importaciones, se dejan de generar 632 millones de pesos de valor agregado en la economía, indica GEA.
Adicionalmente, la pérdida en materia fiscal derivada de impuestos perdidos tanto en ISR como en nómina impactan negativamente al fisco al desplazar la producción nacional por importaciones, concluyó el estudio.
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