Este jueves, uno de los líderes de la CNTE, Francisco Bravo, acusó a empresarios como a medios de comunicación, de promover una campaña de odio en contra de ellos; también dijo que, si ha habido daños colaterales en contra de la población, son consecuencia de la lucha ¡Vaya rampante cinismo de este delincuente!
Se requiere ser retrasado mental para no calcular –simplistamente- que una de las consecuencias naturales de todos los desordenes y daños multimillonarios que han causado a los mexicanos los profesores de la CNTE y sus compinches, para no imaginar la generación y crecimiento del odio de millones de mexicanos, por sus “tácticas delincuenciales y guerrilleras” que agreden al pueblo, minan la seguridad y dañan gravemente la economía de la nación y ello, ello precisamente es lo que ha generado la animadversión y rechazo a estas “luchas” magisteriales.
Francisco Bravo, o es un cínico o un retrasado mental –o ambas cosas- para no darse cuenta e imaginar que no es necesario emprender una campaña de odio en su contra, dados los “daños colaterales” de su lucha magisterial. El pueblo no es su enemigo, tampoco el gobierno. Sin embargo, poco les importa causar tantos daños en aras de su lucha por promover la abrogación de las reformas que implican el mejoramiento del sistema educativo en México. Ellos son los responsables, incluso, de las muertes en Nochixtlán: son “daños colaterales”, como los llama el mismo Bravo.
Lo que algunos medios han informado por medio de impresos, la radio o la televisión, es solo la verdad. El observar miles y miles de vehículos varados en distintas carreteras por los “bloqueos” para presionar al gobierno, no tiene nombre. El observar a cientos de ciudadanos haciendo largas filas para conseguir unos cuantos litros de gasolina ante el desabasto, ocasionan un daño; el observar cientos de trailers varados en carreteras cargados de mercancías, muchas de ellas con productos perecederos que se echan a perder y los choferes sin ganar un solo centavo, además de ser un daño patrimonial constituye flagrancia de un delito; el observar decenas de vagones de tren en espera, sin poder avanzar debido al bloqueo de las vías que les impide transitar, eso también es un delito y daño patrimonial intencional. Restaurantes cerrados, sin clientes y sin empleados, hoteles, así como otros pequeños y grandes negocios en la quiebra, arruinados por las tácticas de destrucción de la economía popular y empresarial, son sucias y delictivas “tácticas de lucha” que han generado antipatía, repugnancia, desprecio, encono, resentimiento, odio en contra de los docentes.
Todo esto es una campaña de odio; sí, promovida por los mismos profesores de la CNTE, no por algunos medios de comunicación, tampoco por empresarios. Los profesores se han ganado a pulso el rechazo generalizado de la población nacional e internacional. De nada sirven horas y horas de pláticas en la Secretaría de Gobernación, si ninguna de las partes está dispuesta a ceder; en tanto los activistas del caos delictivo se han ganado con creces el odio de la población, el rechazo, el repudio.
Claro que los gobiernos –federal, locales y municipales- son copartícipes de toda esta destrucción delincuencial, al ser omisos en el cumplimiento de sus deberes contemplados en la Constitución Federal, las locales y leyes reglamentarias. Cualquier lego en derecho sabe que la obligación principal del estado –entiéndanse servidores públicos a quienes compete esta responsabilidad- es garantizar la paz y la seguridad de la nación o de cualquiera de las pates integrantes de la República Mexicana; nadie cumple con su deber.
Unos omisos y otros abusivos han convertido las áreas de litigio en tierra de nadie, reina la más absoluta impunidad, en tanto la economía de esos estados la destruyen lentamente, con cincel y martillo. Y si alguien ajeno al conflicto pretende hacer justicia por propia mano, de inmediato va a la cárcel. Así que, en esta reyerta de “corte social, político, de seguridad y económico”, claramente arroja dos partes que gozan del más burdo y absurdo “cinismo: los gobiernos y la CNTE ¡El odio y el repudio se lo han ganado a pulso!
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