La Secretaría de Salud del Estado de Querétaro, informa sobre los daños que pueden ocasionar los rayos solares en la piel y da a conocer las recomendaciones para evitar quemaduras solares y para el control de las mismas.
El sol es indispensable para la vida, pero también puede dañar la piel. Las radiaciones electromagnéticas ultravioletas (UV) emitidas por el sol son de tres tipos: UVA, UVB y UVC. A la superficie de la tierra sólo llegan las radiaciones UVA y UVB, variando sus características según las estaciones y los cambios atmosféricos.
Existen superficies que son buenas reflectoras de las radiaciones ultravioletas, aunque estemos protegidos aparentemente, tal es el caso del mar, la arena y la nieve.
El efecto de la exposición al sol es acumulativo, por tanto, al vacacionar en playas o piscinas, se deben extremar precauciones contra la acción dañina de los rayos UV, prestando especial atención a niños y adolescentes, ya que sufrir dos o más quemaduras solares durante la infancia, incrementa el riesgo de padecer cáncer de piel durante la etapa adulta.
Las quemaduras se clasifican en cuatro grados, siendo el primer grado el más leve y el cuarto el más profundo. El sol suele provocar quemaduras de primer y segundo grado.
Las quemaduras solares de primer grado se limitan a la capa superficial de la piel y causan enrojecimiento y ardor. En cambio, las quemaduras solares de segundo grado afectan las dos primeras capas de la piel y causan eritema intenso de la piel, dolor, ampollas, apariencia lustrosa por el trasudado, posible pérdida de la epidermis y sensibilidad al aire o al contacto con cualquier objeto.
La aparición de los síntomas puede variar entre1 a24 horas y suelen alcanzan su pico máximo a las 72 horas.
Las complicaciones tardías más frecuentes son: infección secundaria, pigmentación parcheada y erupciones de tipo miliaria. La piel exfoliada puede mostrar una especial sensibilidad al sol durante uno o varios años.
Al sufrir quemaduras solares seguir las siguientes recomendaciones:
Hidratarse de forma abundante, vía oral.
Realizar un baño frío o utilizar compresas frías sobre la zona quemada por el sol (nunca se debe utilizar hielo, ya que puede agravar la lesión).
Lavarse suavemente con una solución jabonosa y enjuagar con abundante agua, con el fin de eliminar las partículas que puedan estar adheridas a la piel, constituyendo un posible foco de infección.
Aplicarse productos tópicos hidratantes como gel de aloe o antinflamatorios.
Evitar productos comerciales que contengan Benadryl o benzocaína, ya que pueden provocar irritación de la piel o alergia.
Si hay ampollas, evitar romperlas, pues se pueden infectar.
Mantenerse alejado del sol u otras fuentes de radiaciones ultravioletas hasta que la quemadura haya curado.
Evitar contacto con sustancias irritantes.
La educación en las medidas de protección antisolar debe estar dirigida a toda la familia, si los adultos se protegen de forma adecuada, protegerán su salud y brindarán un ejemplo apropiado para niños y adolescentes.
La forma más efectiva de fotoprotección es permanecer en lugares resguardados de la radiación solar, especialmente entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, horas de máxima incidencia de radiación ultravioleta.
También se aconseja usar ropa que cubra la mayor parte de la superficie de la piel, así como utilizar gorras, sombreros, viseras y gafas protectoras solares.
Asimismo, es importante utilizar fotoprotectores solares, los cuales, se deben aplicar en cantidad generosa y de manera uniforme sobre la piel seca, media hora antes de la exposición al sol y renovar la aplicación cada 2 horas y después de cada baño.
No debe olvidarse el cuidado de los labios con lápices o barras fotoprotectoras. Para el cuidado del cabello, se puede emplear champú y acondicionador con sustancias fotoprotectoras.
Cabe resaltar que el uso de protectores solares no significa que se puede aumentar de forma descontrolada el tiempo total de exposición al sol.
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