PRD, PAN Y PRI, en ese orden, van por consultas populares sobre temas bien disímbolos. Unos por el petróleo, otros por el salario mínimo y los terceros sobre la eliminación de curules plurinominales.
Los tres temas con un fondo eminentemente de tinto político electoral. No es esta la vía para atender y resolver de fondo estos temas que interesan a los mexicanos. La novísima Ley Federal de Consulta Popular, apenas entró en vigor el pasado mes de marzo y tuvo que ser adecuada en razón que daba competencia al desaparecido IFE, ahora INE, para aplicar operativamente la consulta popular. Los legisladores por sí pueden promover la consulta, pero prefieren acudir directamente al pueblo por medio del electorado, resulta más “atractivo”.
Entonces los dirigentes de los partidos prefieren pasar por el requisito del porcentaje de firmas requeridas para que prospere procesalmente, que asciende al dos por ciento de la lista nominal de electores. El segundo paso es el aval constitucional que debe emitir la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Hecho lo cual la cámara legislativa de origen pone a trabajar al INE para que, el día de la elección haga la consulta popular con un simple “SÍ o NO”, sobre la pregunta que se formule al elector, en su caso al “consultado”.
Para atender y resolver de fondo sobre el sí o el no, ese no es problema; el verdadero problema es mucho muy complejo en cada supuesto. Por eso me parece que la consulta así de simple es más bien de corte populista que no atiende los problemas de fondo ¿Están o no de acuerdo con el incremento al salario mínimo? Por supuesto que el consultado dirá que sí en automático, pues en realidad el salario mínimo es una ofensa que violenta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 6.7 millones de mexicanos perciben el salario mínimo y no alcanza para cubrir humanamente las necesidades mínimas las familias.
¿Estás o no de acuerdo en que desaparezcan 100 cargos de federales que se eligen por la vía plurinominal y 23 senadores? Esta sería la pregunta al consultado popularmente. Por supuesto que la respuesta será el ¡Sí! Categórico. Pero, ¿Eso atiende a la representación proporcional originalmente planteada en nuestro sistema democrático? ¿Por qué mejor no se cambia el formato de elecciones directas e indirectas y que cada partido ocupe el porcentaje de curules que le arrojó la elección? Así tendríamos una forma distinta de elegir a los legisladores que al paso del tiempo representan a partidos y no a la población. Indefendible los senadores de representación proporcional, esos se pueden ir de inmediato.
El petróleo y su industria ¿Cuál sería la pregunta a los consultados? ¿Estás de acuerdo en que el petróleo sea explotado por los extranjeros? ¿Estás de acuerdo en que el Estado deje de ser el propietario del petróleo? ¿Estás de acuerdo en el Estado pierda la rectoría de los hidrocarburos? ¿Estás de acuerdo en la inversión privada en materia de hidrocarburos? No se puede entender y resolver este delicado y trascendente asunto con un simple “sí o no”. Resulta una vacilada la consulta popular en esta materia.
Por eso considero que el fondo de la consulta popular es más de tinte “populista” puesto que los autores de cada propuesta buscan “alagar al pueblo”, que el pueblo escuche y participe en algo que de antemano sabemos cuál será la respuesta, en unos casos; en el otro, es una utopía atender y resolver un problema tan complejo como lo son los hidrocarburos. Asunto que ya fue resuelto por medio de la reforma energética.
Y si estos temas los aderezamos con el ingrediente del proceso electoral que está por comenzar, el asunto se vuelve más electoral que político y la consulta popular pasa a un segundo término. El elector tendría la oportunidad de cambiar en el momento de votar su decisión política para convertirla en electoral, debido a la pregunta formulada en el mismo acto de libertad de sufragar: ¡Estoy con el que promueve el aumento del salario mínimo! ¡Apoyo a quien promueve la eliminación de 132 legisladores plurinominales!
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