#Patrimonio
Territorio bañado en oro y bronce, que transpira vida y atesora las huellas del pasado, el Geoparque Mixteca Alta es el lugar donde la riqueza natural y cultural de la región convergen para enaltecer la ancestral comunión entre el hombre y la naturaleza.
Ubicado en la región geológica más compleja del país, la Sierra Madre del Sur, en Oaxaca, este espacio de 415 kilómetros que abarca nueve municipios de la zona, fue nombrado el pasado mes de mayo junto a la Comarca Minera, en Hidalgo, como Geoparque Mundial de la Unesco.
De acuerdo con información de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), considera a un geoparque como un territorio de una amplia dimensión que alberga riqueza geológica y paleontológica, además de características de interés arqueológico, histórico, ecológico y cultural.
Dichas características se encuentran presentes en la Mixteca alta, donde sus paisajes son el resultado de la erosión, así como de la interacción de diversas sociedades con la naturaleza. Inclusive, estudios han determinado la presencia de asentamientos humanos desde hace cinco mil años.
Es así que en este lugar, donde el imponente azul del cielo contrasta suavemente con los tonos cobrizos de las montañas, donde el tesoro oculto de la interacción entre el hombre y la madre tierra, que a pesar de los milenios, se mantiene intacto, busca ser rescatado y ofrecido como atractivo turístico al público.
En entrevista con Notimex, la encargada en este proyecto del área de vinculación entre la UNAM y la población local, Xóchitl Ramírez Miguel, destacó que a pesar de que su objetivo es desarrollar un geoturismo en la zona, por el momento el área está destinada principalmente a la investigación y recorridos académicos.
“Todavía es un proyecto académico, aún no podemos recibir gente porque nos falta habilitar el centro de visitantes, desde quien va a operar y como le hacemos para los recursos; de momento la mayoría de los compañeros nos dedicamos a la investigación y a recibir grupos en el área escolar”, dijo.
“No obstante, lo que se busca es un turismo alternativo, con el concepto de geoturismo que tiene que ver con el conocimiento del patrimonio tanto cultural como natural de la zona”, detalló la también geógrafa y originaria de Santo Domingo Yanhuitlán, municipio donde se encuentra la base central del Geoparque.
Asimismo, cabe destacar que este territorio también abarca los municipios de San Andrés Sinaxtla, San Bartolo Soyatepec, San Juan Teposcolula, San Juan Yucuita, San Pedro Topiltepec, Santa María Chachoapam, Santiago Tillo y Santo Domingo Tonaltepec.
En la parte del área donde se encuentra Yanhuitlán (69.6 kilómetros) conforme avanza el día, la tierra rojiza de tezontle de las montañas y barrancos se torna más clara o más oscura dependiendo de la ubicación del sol, un regalo de la naturaleza a la vista.
Sin embargo, es alrededor de las 10:00 horas cuando desde lo más alto de la formación Yanhuitlán, cadena de lomas de arcilla que tiene más de 30 millones de años, desde donde se puede apreciar la amplia diversidad orográfica y geológica que alberga el lugar.
“La formación de Yanhuitlán tiene componentes como cenizas volcánicas y rocas sedimentarias muy arcillosas que van a configurar casi todo el valle de Yanhuitlán-Nochixtlán”, comentó Ramírez Miguel.
“Otro componente de la roca son las tobas, en su mayoría las iglesias de la mixteca están constituidas por estas canteras que son cenizas compactadas que forman bloques, los cuales son cortados para formar las canteras, este es otro componente de la geología implícita en el paisaje”, añadió.
“También hay muchos pedazos de tepalcates que parecieran que los han regado delante de nosotros y es parte de una densidad de población que se presentó por lo menos en la última fase de la época prehispánica de los 900 a mil años después de Cristo al año de 1521 con el contacto de españoles”, aseveró Xóchitl.
Además de los pequeños pedazos de tepalcates decorados con trazos prehispánicos que se pueden apreciar a lo largo del trayecto, la geógrafa destacó que en el terreno también hay vestigios de las terrazas que los antiguos diseñaron para el desarrollo de la agricultura.
“Los habitantes instrumentaron técnicas agrícolas innovadoras como terrazas y, en particular, lama-bordos (los más antiguos datan de hace tres mil 600 años). Los cuales permitieron disponer de más sembradíos, pues aprovechaban que las piedras del área son poco duras y susceptibles a la erosión, lo que transportaba sedimentos acumulados en estas plataformas de cultivo” se leen en un boletín emitido el año pasado por la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM.
Siguiendo el camino por donde habitantes de Yanhuitlán traen a pastar a su ganado, Xóchitl relató que en cuanto a la vegetación, el área es rica en matorrales bajos y medios, además de encinos y enebros.
“Aquí estamos en una transición porque justamente aquí tenemos matorrales bajos y al norte tenemos encinos, que pudieran ser relictos de millones de años; también tenemos un bosque de galería a lo largo del río”, describió.
Por su parte, animales como tejones, armadillos, coyotes, serpientes y aves conforman la fauna que habita los recónditos lugares del geoparque, “si uno viene a esta zona antes de que amanezca hay jilgueros, pájaro bandera, cacatúas y cenzontles. Además aquí también hay un sendero de naturaleza donde se muestran estas especies”.
En este sentido, la geógrafa mencionó, además, otro importante sitio del geoparque, el nudo mixteco, el corazón de esta región oaxaqueña.
“Es muy emblemático porque además de aparecer la formación Yanhuitlán también aparecen unas estructuras que son diques y estos diques a lo largo del paisaje son como si fueran serpientes de fuego, decimos; dichos diques provienen del centro de la tierra y es parte del vulcanismo de la zona”, dijo.
A pesar de que el Geoparque Mixteca Alta, aún no se encuentra abierto al público en general, Ramírez Miguel espera que con apoyo de las autoridades, instituciones académicas y la población local, se logré sacar adelante el proyecto que estará en prueba durante cuatro años para consolidarse.
“Esto es como el concepto de compartir, no es la idea de tener un turismo masivo, pero sí que se pueda compartir la sensibilidad de las comunidades y su contacto con su entorno natural”, puntualizó la geógrafa de la UNAM.
Con el sol ocultándose lentamente sobre las montañas y laderas de Yanhuitlán, la tierra de fuego de este pueblo, resguarda un día más los tesoros del paso del tiempo, mientras espera ansiosa la llegada de un nuevo día que traiga consigo diferentes pasos y rostros.
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