El huapango es uno de los géneros mexicanos más representativos y más difíciles de ejecutar debido a la maestría que debe tenerse en el manejo de los instrumentos; no obstante, hace tiempo dejaron de componerse temas bajo este ritmo.
"Los más recientes son aquellos de los hermanos Záizar como ‘Cielo rojo', pues rasguear la guitarra en un compás de 6/8 no es fácil, pocas personas pueden hacerlo y por eso se ha perdido la tradición", consideró el escritor e investigador musical Pável Granados.
Los compositores de la actualidad, dijo, "han optado por crear boleros rancheros, como por ejemplo, Juan Gabriel con ‘Amor eterno', que ha sido uno de sus máximos éxitos, pero no existe ningún huapango en su repertorio".
A Vicente Fernández, señaló, "tampoco le compusieron huapangos y es lamentable porque se trata de un género que ha sido superado por el tiempo, se ha perdido la tradición. Es triste, porque sólo un genio puede componerlos como ‘El jinete' o ‘Serenata huasteca', de José Alfredo Jiménez", platicó en entrevista con Notimex.
Existen versiones con respecto al significado de la palabra huapango. Algunos expertos apuntan que proviene del náhuatl "cuauhpanco", que quiere decir bailar sobre el leño de madera, la tarima o el tablado.
Otra opinión afirma que alude a los pobladores del Pango en el río Pánuco, que marca el límite entre los estados de Veracruz y Tamaulipas. Se refiere a los cantos y bailes de los huastecos del Pango.
Una tercera tesis sostiene que es una derivación del canto flamenco "fandango", y unos más indican que no es más que un son huasteco que se toca en las huastecas.
"No se sabe exactamente de dónde venga la palabra, lo cierto es que es un género muy controvertido porque es el heredero del son, significado que también tiene cierta dificultad porque se habla del son cubano y el son mexicano, que a su vez se divide en huasteco o guerrerense, entre otros", señaló.
Cuando el intelectual y escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña vino a México, decía que el son es aquello a lo que suena un país y que, probablemente, ciertas canciones se fueron creando a la luz de una fogata o en una fiesta.
Granados asegura que el huapango viene siendo un son, pero no tradicional, sino de autor conocido.
"Hay quienes piensan que los huapangos se crearon en las fiestas de pueblo, pero no es así, fueron hechos por los compositores de la radio en los años 30 y la mayoría en la Ciudad de México".
Las características del huapango son tan propias que lo distinguen de los demás géneros musicales en el país. Para ejecutarlo, se utilizan básicamente tres instrumentos de cuerda: la quinta huapanguera, la jarana huasteca y el violín que van desde la tesitura más grave a la más aguda. Después se le agregó la guitarra y la voz.
"Es una canción en 6/8, se caracteriza por el rasgueo de la guitarra. Son coplas populares, aunque antes eran canciones de amor, pero lo cierto es que no son fáciles de ejecutar. Es un género festivo en el que se luce el mariachi, los verdaderos trompetistas y aquellos virtuosos en la guitarra", indicó el musicólogo.
En su opinión, "Cucurrucucú paloma", de Tomás Méndez, es una obra de arte, "porque es una liga muy compleja. No son coplas una tras otra, sino un tema muy elaborado".
La letra se refiere a una persona que se fue y regresa en forma de paloma para ver cómo quedó destruida toda una casa.
"Hablé con uno de los hermanos de Tomás Méndez y me decía que en la estrofa: ‘Dicen que por las noches nomás se le iba en puro llorar', hacía una evocación a su madre.
"Tomás era de Fresnillo, Zacatecas, y su hermano me contó que era un muchacho muy parrandero, que se iba de fiesta y de pronto veía a su mamá con la puertita abierta de par en par, pues salía a la calle a esperar a su hijo", platicó el escritor.
En el caso de "El sinaloense", compuesta por Severiano Briseño, se cuenta que él viajó a Sinaloa. Estuvo unas cuatro horas, fue a una cantina de Culiacán, jugó dominó, se salió, tenía otro vuelo y se fue.
"No permaneció ni un día, pero en ese tiempo escribió la canción. Él decía que la hizo con el sueño de que la grabara Lucha Reyes, de quien estuvo muy enamorado, pero ella ya había muerto. Aunque ‘El sinaloense' alcanzó la fama, no le gustaba a los sinaloenses porque decían que los exhibía como borrachos, jugadores y que no les importaba la vida.
"Entonces le pidieron a José Ángel Espinoza "Ferrusquilla" que compusiera una canción para lavar su imagen y aquella letra habla de que los sinaloenses son trabajadores y demás cosas positivas. No obstante, nadie la conoce porque no trascendió. Lo cierto es que en el fondo, los sinaloenses sí disfrutan su canción", destacó.
En opinión de Pável Granados, entre los temas más conocidos de huapango están: "La Malagueña", de Pedro Galindo y Elpidio Ramírez; "Piña madura", de Guty Cárdenas; "El mil amores", de Cuco Sánchez; "Juan Colorado", de Felipe Bermejo y Alfonso Esparza, y "La presumida", con arreglos de José Agustín Ramírez.
También "Cielo rojo", de Juan Záizar; "La madrugada", "Coconito" y "El cascabel", de Lorenzo Barcelata; "Guadalajara", de Pepe Guízar; "La verdolaga", de Alberto Palacios/Rubén Fuentes; "Huapango torero", de Tomás Méndez; "Ruega por nosotros", de Alberto Cervantes y "El sinaloense", de Severiano Briseño.
"Muchos musicólogos dicen que la jarana sería el son yucateco y hay una muy bonita que se llama ‘Aires del Mayab'. Rubén Fuentes le hizo arreglos de mariachi, le quitó el acompañamiento de jarana yucateca y lo convirtió en huapango.
"Cuando fue la grabación en la voz de Matilde Sánchez ‘La Torcacita', invitaron al compositor Pepe Domínguez y don Miguel Martínez, uno de los trompetistas de aquel entonces, me dijo que el autor estaba sentado y a la mitad de la grabación, se levantó y exclamó: ‘esa no es mi canción, han acabado con ella'.
"Sin embargo, resultó ser uno de los grandes éxitos del Mariachi Vargas de Tecalitlán", contó Pável, quien es curador de la exposición "Erotismos: la vida íntima de los objetos" y escritor de títulos como "Mi novia, la tristeza" (2008), una biografía de Agustín Lara.
"Huapango", de José Pablo Moncayo (1912-1958), que es una de las obras más representativas de la música nacional, con una duración de casi nueve minutos, no es un huapango, asegura el especialista.
El autor la compuso por encargo del maestro Carlos Chávez. Se estrenó el 15 de agosto de 1941 interpretada por la Orquesta Sinfónica de México en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana. Fue insignia de anuncios publicitarios en televisión y se le considera como el segundo tema en importancia después del Himno Nacional Mexicano.
"Pero no es huapango, sino un conjunto de sones veracruzanos (‘Siqui sirí', ‘Bajalú' y ‘Gavilancito'). Carlos Monsiváis decía que es una de las canciones que más se tocan y que convirtió a los mexicanos en un videoclip porque se escuchaba en todos lados bajo cualquier pretexto, lo cual ya era un estereotipo".
La voz de quien interprete huapango, desde ser de registro agudo (tenor), con tendencias a ser un timbre ligero. Su principal característica es el falsete, que se emplea con muchas variantes dentro de la melodía y a manera de improvisación.
"El huapango se convirtió en un género en el que sus cantantes se permitían mostrar sus cualidades vocales, se trata de constatar que de verdad tienes un verdadero talento a través de temas muy espectaculares", resaltó.
De ahí que algunos de sus intérpretes más sobresalientes son: Jorge Negrete, Lucha Reyes, Pedro Infante, Lola Beltrán, Amalia Mendoza "La Tariácuri", Alberto Ángel "El Cuervo", José Alfredo Jiménez, Tania Libertad, Lila Downs y Miguel Aceves Mejía, por citar algunos.
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