José Torero, experto en incendios de la Universidad de Queensland, Australia, ideó un experimento para demostrar la imposibilidad de incinerar los cuerpos de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa desde septiembre de 2014.
A casi dos años de los acontecimientos, la revista Science publica el estudio del investigador, quien ha recibido el respaldo de un colega, John Lentini, experto en materia de incendios de Islamorada, Estados Unidos.
“No tiene sentido que pueda hacerse desaparecer a 43 personas de esa manera”, acota Lentini.
De acuerdo con las declaraciones de los integrantes del cártel de Guerreros Unidos, incineraron a los estudiantes en una pira de madera y neumáticos al aire libre en un basurero en Cocula, Guerrero, sin embargo, Torero estima que hubiese sido necesario apilar entre 20 mil y 40 mil kilogramos de madera para incinerar los cuerpos.
Torero puso en duda que el incendio a fuego abierto bastase para eliminar la materia orgánica, en lugar de hacerlo en un horno, por lo cual llegó a la conclusión de que “no existen posibilidades de que los estudiantes hubieran sido incinerados allí”.
Torero simuló las piras en un terreno del campus de Gatton en la Universidad de Queensland con ayuda de un grupo de estudiantes, para el experimento emplearon madera seca y neumáticos, ello con objeto de recrear el escenario ideal del incendio.
Incinerando cuerpos de cerdos, para uno de los cuales con un peso de 70 kilogramos, se usaron hasta 630 kilogramos de madera, con lo cual tras el incendio, se advierte la presencia de un 10 por ciento de carne.
“Para incinerar 43 cuerpos de un tamaño similar se hubieran necesitado más de 27 mil kilogramos de madera (…) tras el incendio habría subsistido cierta materia orgánica”, declaró Torero a Science, además si se considera que los narcotraficantes hubiesen podido abastecerse de dicha cantidad de madera, las llamas deberían haber dejado marcas en los troncos de árboles cercanos, lo cual no se comprobó.
Torero también quemó hasta cuatro cuerpos de cerdos al mismo tiempo pensando que la grasa corporal hubiera servido como combustible para el fuego, sin embargo, cada vez que se agregaba un cadáver, la intensidad del fuego disminuía: “por lo tanto, para quemar 43 cuerpos juntos se hubiera necesitado una cantidad mucho mayor de madera que si los hubieran quemado por separado”, a ello se suma el porcentaje de agua que contenían los cuerpos.

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