El pasado sábado, don Iván Lomelí Avendaño festejó en magno evento —como todos los años— su cumpleaños; acto social que, sin temor a equivocarme, se ha convertido en una tradición del nuevo milenio para el “jet set” queretano, lo que no sorprende a nadie.

Sin embargo, lo que rompió la cotidianeidad del evento y únicamente derivado de los espídicos tiempos políticos que se viven en la entidad, fue la presencia del diputado federal Luis Humberto Fernández, pues con todo el respeto que me merece, la única explicación medianamente lógica de su presencia en tan privilegiada francachela es que el fedatario decidió presentar en sociedad a su nuevo dependiente socioeconómico y supuesta “carta” para negociar en la mesa de la sucesión al Palacio de la Corregidora.

Sin duda el tribuno sigue sufriendo sus ansias de novillero y por eso no se da cuenta de que el fedatario (como otros patrocinadores) le da una y las malas en política queretana, por lo que él, su pin dorado y su presunta relación con la presidenta le resultan —en su conjunto— un artilugio desechable pero temporalmente conveniente en su personal juego de poder.

Ojalá y cuando se dé cuenta de lo que sus carencias le provocan, no sea el día en que tenga formados a los acreedores.

“El que juega por necesidad, pierde por obligación”.

Violentadores

No sé si usted lo sabía, pero al menos a mí me pareció sumamente peculiar encontrarme con que de los siete distinguidos personajes que dan presencia al estado en el Registro Nacional de Personas Sancionadas en Materia de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género, cinco son parte o están relacionados de algún modo con la 4T.

Y van desde dirigentes estatales, exalcaldes y excandidatos hasta periodistas que fungen como voceros de los funcionarios públicos emanados de Morena.

Lo anterior me genera una razonable e indignante duda, particularmente en cuanto a la terrorífica y hedionda relación que se da entre los simpatizantes y militantes con el dirigente y periodistas inscritos: ¿dónde queda su chingada congruencia y el respeto a la legalidad?, pues por un lado, personajes como una de cuyo nombre no me quiero acordar —pero que “planeaba” en una plaza federal— se rasgan las vestiduras por las mujeres, pero acuden a entrevistas con un violentador y le llaman “amigo”.

¿O qué me dice de la dirigenta estatal que se codea con Ángel Balderas? ¡Claro que las mujeres pueden convivir con quien se les de la gana!, ¿quién soy yo o usted para cuestionarlas?

Pero lo que no se vale es que en su papel de políticas —suscribo categórico, de políticas, no vayan a quererme mandar a hacerle compañía a sus correligionarios— salgan con el cliché barato de “es tiempo de las mujeres”, cuando indirectamente están avalando y visibilizando a violentadores sentenciados.

“Hágase su voluntad en los bueyes de mi compadre”.

Gratitud

Quien está más que agradecido con el ruido que se ha generado en torno a su persona luego de sus declaraciones o apreciaciones del proyecto del Batán, es el diputado federal Gilberto Herrera Ruiz, pues entre la vorágine de descalificaciones y el exceso de atención hacia su persona que muestran actores y afines al gobierno local, su proyecto de ser candidato al gobierno del estado revivió de “golpe y porrazo”, pues con muy, muy poquito ha demostrado que resulta sumamente enervante al mandatario estatal, lo cual en la política de izquierdas revolucionarias de las que emanan la presidenta y Luisa María Alcalde se valora y mucho.

Pero ya sabe, no me haga mucho caso. Yo no pagué cursos de política con American Express ni hice másteres mamones en Madrid.

“Nadie sabe para quién trabaja”.

Lenguas viperinas

Cuentan que la activista María del Carmen Siurob Carvajal —alias Pamela Siurob— le tiene bien tomada la medida al secretario de Desarrollo Agropecuario del estado de Querétaro, Rosendo Anaya Aguilar, pues a pesar de su dependencia jerárquica como coordinadora técnica en el departamento forestal, ella sigue haciendo y deshaciendo incluso en contra de los intereses institucionales.

“Lo que se ve no se juzga”.

Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.

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