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Mis muy apreciables lectores, esta vez la tónica de este espacio será un cuanto diferente, pues como ustedes saben, y si no saben les cuento, he sido víctima de los más ruines ataques que como persona se pueden sufrir en un afán de intentar callar lo que la voz pública acusa y siente, esa molestia social que se genera por la opacidad y la indiferencia de un gobierno sordo, miope y de confrontación como lo es el de Marcos Aguilar Vega.
Dichas situaciones han generado que este humilde escribano sea incorporado al mecanismo de protección para periodistas y defensores de los derechos humanos de la Secretaria de Gobernación, así también la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha intervenido en el tema. He de decirles, siendo por demás sincero, que siempre había sido muy escéptico ante estos mecanismos y sobre todo ante las recomendaciones de derechos humanos; sin embargo, al vivirlo en “carne propia” he tenido un grato sabor de boca, más aún me ha dejado gratamente sorprendido el haber sido contactado por la diputada federal Brenda Velázquez, quien preside la comisión de seguimiento a las agresiones a periodistas y medios de comunicación en la LXIII Legislatura y que amablemente me recibió y tomó de inmediato cartas en el asunto al saber que no es el primer caso en el que el presidente municipal de Querétaro o funcionarios de su administración se han visto inmersos en actos de represión, como fuere el caso de Arturo Rueda Zamora, el “madreado” de Ezequiel Montes.
Desde este espacio les invito a que no se queden callados, a seguir denunciando, a ser contralores activos de nuestros mandatarios. Basta de ataques a comunicadores y críticos. ¡Estamos hasta la madre de que un cargo público les vuelva “Altezas Serenísimas”! No queremos, por nuestra critica fundada y nuestro “encabronamiento” legítimo, ser víctimas de “Lenguas de Dante” y de más alimañas cibernéticas que abundan en el ciberespacio queretano. Ni una intimidación más. Afortunadamente yo puedo seguir escribiendo, muchos compañeros no tienen Internet en el más allá.
Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.

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