Lilia Hernández, fotorreportera por accidente, narra su lucha

#Exposición

Su nombre es Lilia Hernández, lleva 43 años de su vida tomando fotos de todo: policiacas, deportivas, de espectáculos, de política y hasta de sociales, y mañana colgará en las Rejas de Chapultepec la que considera es una de sus mejores imágenes: la de Lita Castro Ruiz, una anciana de 90 años.

Su toma forma parte de la exposición “Desde nosotras. LA mirada, LA cámara, LA luz y LA fotografía”, que podrá ser vista desde mañana 26 de febrero en la Galería Abierta de las Rejas de Chapultepec, en el marco del Festival Tiempo de Mujeres.

La lista de expositoras, además de Lilia, está integrada por Elsa Medina, Ángeles Torrejón, Christa Crowe, María García, Maritza López, Patricia Aridjis, Cecilia Candelaria, Martha Evelyn, Ghigliazza Solares, Laura Lovera, Paola García, Lucía Godínez y Gretta Penélope Hernández.

También figuran los nombres de Natalia Fregoso, Miriam Sánchez Varela, Eunice Adorno, Eloísa S. de Alba, Sandra Perdomo, Cristina Rodríguez, Gaby Esquivel, entre otras 59 mujeres fotorreporteras quienes exhibirán su trabajo con imágenes que cada una seleccionó.

Hernández adelanta que ella destacará la de esta mujer, Lita, que según Lilia es toda vitalidad a pesar de los años que carga encima.

Explica que a ella la invitaron a participar con una fotografía, “realmente pensé que sería una imagen que hablara de lo que hago hoy, actualmente, porque tengo muchos años de trabajar como fotógrafa. Pero me gusta vivir la actualidad, el hoy y lo que estoy haciendo ahora, entonces yo hago mucho retrato y voy a participar con uno de una bisabuela muy grata”.

Agrega que su musa es Castro Ruiz, quien cumplió 90 años y es una persona toda vitalidad, toda salud y a quien le encantó hacerle fotos. “Precisamente tenía una sesión fotográfica con ella y aproveché para hacer una que quiero compartir con la gente”.

Para Lilia no hay nada como, a través de una imagen fotográfica, plasmar la esencia de cada persona, retratar su luz, su personalidad.

Lita, quien cumplió 90 años el año pasado con cuatro hijos y quien ya es bisabuela, es una persona increíblemente saludable. “Yo quería hacer fotos de ella, de sus manos y creo que yo tengo mis manos más arrugadas que ella”, comenta.

La experimentada fotógrafa reitera que ver a Lita es impresionante, porque sus nueve décadas de vida reflejan que está llena de salud, de vitalidad.

“Es una mujer admirable, trabajadora, emprendedora, hace cosas naturistas, hornea pasteles, es una excelente repostera, y todo eso me atrajo de ella. Para mí la foto que escogí para la muestra se trata de un reflejo de esta bella dama”, abunda.

Lilia pide al público que vaya a las Rejas de Chapultepec a ver el trabajo del medio centenar de artistas de la lente que participarán en “Desde nosotras. LA mirada, LA cámara, LA luz y LA fotografía”; allí estará la vida de Lita Castro Ruiz, en una imagen en blanco y negro de 90 centímetros por un metro y 70 centímetros, realizada por Lilia.

- ¿A ti que qué te dice ella a través de tu cámara?

- A través de mi cámara yo veo todo, soy otra persona, me transformo, ya que tener una cámara es… no sé, es transportarte, es vivir a través de ella, a través de ese cuadrito, de esos 35 milímetros, sentir, vivir, oler, respirar. No te da miedo, no te preguntas, simplemente ves, observas, captas la luz. La luz para mí es lo más importante, el reflejo… sobre todo la luz.

A lo largo de sus 43 años de carrera Lilia ha enfrentado diversos obstáculos en su trabajo periodístico, desafortunadamente ha padecido marginación, humillaciones y actitudes machistas en un área en las que las mujeres eran vistas como “estorbo”.

En entrevista con Notimex realizada en el traspatio de su vivienda, un cómodo departamento en el Centro Histórico de la Ciudad de México, rodeada de macetas, de bicicletas y de miradas de vecinos que observan con curiosidad mientras se desarrolla la charla.

A lo largo de 45 minutos, Lilia narra con entusiasmo y nostalgia detalles sobre su carrera como fotógrafa, cómo se dio ese ingreso en los medios al tiempo que estudiaba en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

Sentada sobre una silla que sacó de su vivienda y con una cámara Nikkon en sus manos, evoca con un dejo de nostalgia su primer contacto con el periodismo.

“Recién entré a la escuela de periodismo, de inmediato me contactó mi padrino de bautizo, ya que él trabajaba en El Sol de México. Un día me dijo: ‘vente a practicar’, él era reportero de policía”, relata.

Una mueca de desagrado se nota en su rostro y suelta sin tapujos: “Entré como reportera, pero la verdad no me gustó escribir. Claro, no sabía nada, apenas empezaba en esto”.

Ni las miradas de los vecinos, sobre todo un diálogo entre dos condóminos, ni el ladrar de un perro, ni los aviones que cruzan el cielo sobre la zona en donde está su hogar, la distraen, ya que una de sus pasiones es su carrera.

La charla fluye y en el rostro de Lilia se nota la emoción cuando recuerda que al estar un día en la redacción del primer diario al que ingresó, pasó junto a ella un fotorreportero: Hugo García Tapia, quien se desempeñaba en la Sección de Sociales y llamó su atención la cámara que colgaba de su hombro.

“Vi su cámara y quedé como hipnotizada, me encantó cómo brillaba, como lucía esa herramienta que al paso del tiempo se convertiría prácticamente en mi inseparable compañera”, rememora.

Fue como un flechazo que cruzó su mente y le permitió tomar una de las más grandes decisiones de su vida: ser fotógrafa.

Y desde la toma de su primera imagen en la entonces Residencia Oficial de Los Pinos, pasando por diversas Copas Mundiales de Futbol, Juegos Olímpicos y Panamericanos, conciertos internacionales e incluso lo ocurrido tras el terremoto de 1985 en México, hasta la fecha, forman parte del archivo gráfico en su memoria.

Lilia recuerda que estaba lejos de saber en lo que se metía, pues estaba sumamente emocionada en sus aspiraciones de convertirse en fotógrafa.

“Hablé con el director… bueno, eran dos directores en El Sol de México: uno era Carlos Figueroa y el otro, Luis Amieva. Me entrevisté con Luis y le dije que aspiraba a trabajar de lo que fuera para estudiar fotografía. Y me dijo: ‘es que no hay escuelas de fotografía’. Estamos hablando de aquellos años”.

”Entonces mi maestro fue mi jefe, Javier Vallejo, quien me enseñó mucho, mucho, y después empecé a acompañar a cada compañero, a trabajar junto con ellos”.

- ¿Qué sucedió en tu primer encuentro con el mundo de la fotografía?

- Una de las primeras coberturas fue un Día del Niño en Los Pinos, cuando el presidente era Luis Echeverría y festejaban en los jardines de la residencia oficial… entonces a mí me dieron mi equipo, ¡algo increíble que me lo dieran! Claro, yo pesaba como 38 kilos y me asignaron dos cámaras, un flash, el flash era uno húmedo.

Comentó que se caía constantemente porque el peso del equipo le ganaba, “pobre cámara, pero resistía mucho. Entonces ese fue mi primer encuentro en Los Pinos; hice un reportaje con los niños, me tiré de panza, me encantó, desde mi primer encuentro con la fotografía periodística, me gustó mucho”.

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