En la última semana, la política nos ha dado muestras de lo alejados que pueden estar de la realidad quienes dirigen el destino de los queretanos, entre ellos los dirigentes partidistas, de todos los partidos, pero en especial del PRI, que han perdido ese sentido de la realidad.

El lunes, en la Ciudad de México, en el PRI nacional, alejada de la militancia de Querétaro, Abigail Arredondo rindió protesta como nueva dirigenta estatal del tricolor.

El acto fue seguido electrónicamente por algunos, muy pocos de priistas que quedan en Querétaro, incluidos los exgobernadores Mariano Palacios Alcocer, Enrique Burgos García y José Calzada Rovirosa.

La excandidata perdedora al gobierno del estado, Abigail Arredondo, protestó como presidenta del PRI en Querétaro, y lo hace luego de ser elegida por el clásico “dedazo” en los “oscurito”, sin legitimidad; un dedazo marca su gestión, un dedazo a un proceso que se pedía a gritos, que lo necesitaba el PRI, su militancia, fuera abierto y democrático.

No fue así, y el PRI se hunde, cava su tumba.

Aunque Alejandro “Alito” Moreno, dirigente nacional del tricolor, señaló que el trabajo que realice Abigail Arredondo como dirigenta será fundamental para que el partido recupere espacios que ha perdido.

De risa loca es la suposición de quién fue realmente el gran elector de Abigail Arredondo.

Porque resulta sumamente difícil que la nueva dirigenta, sin el apoyo de la militancia, y menos de la ciudadanía, pueda sacar adelante al PRI luego de haber sido derrotada en las pasadas elecciones a la gubernatura que llevó al PRI al tercer lugar.

Aunque en política nadie está muerto ni nadie se sale, lo sacan, en estos tiempos ya no se cree en los milagros, y menos para el tricolor; porque los hechos son contundentes, de ser la primera fuerza electoral hoy es la tercera, con una deserción del 60 por ciento de sus militantes y solo tres diputados locales, dos presidentes municipales y uno que otro regidor. Es todo.

La verdad es que en la arena política de Querétaro, que comenzó después de la elección del 6 de junio, el PRI se sube derrotado y sin preparación para aguantar la campaña que ya inició con rumbo, primero al 2024, y después al 27.

En ese sentido, el PAN y Santiago Nieto –con el apoyo de Morena y de una mayoría priista– llevan la ventaja.

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