El movimiento estudiantil del IPN había sido reconocido por la sociedad mexicana como ‘limpio’, en demanda de varias peticiones; peticiones que presentaron al gobierno de Enrique Peña Nieto por conducto de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación. No les agradó la positiva e inmediata respuesta. ¿Entonces?
Hemos seguido muy de cerca el movimiento de miles de estudiantes del IPN en sus marchas pacíficas en el DF. Observamos cómo de manera inesperada, para los estudiantes, fueron recibidos en la calle por el mismo secretario de Gobernación y ahí plantearon sus peticiones.
Más sorprendidos observamos cómo Osorio Chong dio respuesta inmediata ahí mismo -en plena calle-, pero los dirigentes, desde el templete, manipulaban a los jóvenes moviéndoles las manos en sentido negativo para que no aceptaran la respuesta inmediata. Ese martes 30 de septiembre condicionaron que el viernes -después de la marcha del 2 de octubre- darían respuesta los si aceptaban o no lo que el gobierno federal les dijo, argumentando que “analizarían las respuestas”. Vimos cómo aceptaban los estudiantes que acudieron a la marcha con un aplauso que fue callado por sus dirigentes; aquellos dijeron que sí aceptaban, pero sus dirigentes dijeron que no.
Ya identificado, Daniel Antonio Rosales, estudiante de ingeniería civil de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, fue quien desde el templete tomó la palabra en los diálogos del martes y viernes de la semana pasada con el secretario de Gobernación; el estudiante aparece registrado en la página electrónica de Morena como miembro de la red social. Veamos algunas de las respuestas de su participación: “Que el gobierno federal no le fijaba fechas al movimiento estudiantil”. “No vinimos a entablar diálogo. El movimiento no debe aceptar respuestas al vapor” -mientras algunos estudiantes lo abuchearon-. “No queremos migajas”. “Dejemos claro que esto es resultado de la movilización estudiantil y no de la buena voluntad de las autoridades. El movimiento pudo haberse evitado si hubieran hecho caso de las anteriores. No hay por qué decir que las autoridades tienen la mejor disposición si se esperaron a una movilización enorme para dar una respuesta”. Es obvio que el discurso de este joven conlleva mensajes políticos ajenos al IPN.
Bien vale la pena observar quiénes son las amistades de Rosales, por la influencia política que en él generan, según su página de Facebook: Gerardo Fernández Noroña; el senador Alejandro Encinas; el ex procurador de Justicia del DF, Bernardo Bátiz; Mario di Costanzo, figura cercana a López Obrador y actual presidente de la Condusef, y Aleida Alavez Ruiz, diputada del PRD.
Todo lo que pidieron los estudiantes del IPN se les dio; la evasión de este dirigente a las respuestas no es razonable ni justificable. ¿Qué quiere entonces? Dada la magnitud del enorme movimiento estudiantil, seguramente los involucrados en el partido político de Morena esperarán obtener beneficios de carácter político, el académico y administrativo ya lo lograron. Mucho cuidado deberán tener las autoridades para sofocar este intento de llamarada para que no se convierta en un incendio que después no se pueda apagar y en pleno proceso electoral menos. De tal suerte que el movimiento estudiantil debe terminar con las respuestas positivas que dio el gobierno federal y poner en práctica los acuerdos, algunos ya se cumplieron como la renuncia de Yoloxóchitl Bustamante.
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