No logro entender el por qué hay quienes se esmeran por estigmatizar a las mujeres que, ahora candidatas -fueron promovidas por orden judicial- calificándolas de “Juanitas” ¿Acaso no se dan cuenta esos críticos de la discriminación que hacen de la mujer y lo que dicen es señal de infamia, deshonra o bajeza moral en agravio de la mujer?
Decíamos en una Columna que históricamente la mujer quedó rezagada, discriminada con el paso del tiempo y que, múltiples corrientes teóricas internacionales y nacionales esperan reducir esa brecha de discriminación lo más pronto posible con medidas tales como la igualdad de derechos en materia de género, así como la paridad horizontal o vertical en la distribución de candidaturas; mismas oportunidades profesionales, de educación, laborales, etcétera; de otra manera sería imposible que las mujeres accedan a las oportunidades de participación a pesar de lo prescrito en la Constitución Federal.
Hechos los cambios de las candidaturas para las presidencias municipales, 9 para mujeres y nueve para hombres, de inmediato se desató la avalancha de críticas en agravio de las mujeres, estigmatizándolas peyorativamente como “Las Juanitas”. Las mujeres empezarán sus campañas con desventaja política. Rampante discriminación; y la Constitución la prohíbe ¿Qué les pasa?
No he encontrado comentario alguno que resalte el cambio o los cambios de hombres por mujeres como algo positivo, que sea benéfico para la democracia, que tal o cual candidata es poseedora de aquella virtud o goza de tales atributos ¡Nada! Críticas cínicas que descarada y abiertamente muestran la misoginia de que son objeto las mujeres, sin recato son calificadas como “Las Juanitas”, concepto despectivo acuñado en la Cámara de Diputados Federal.
Quienes peyorativamente han calificado a las mujeres candidatas a presidentas municipales, no han vertido argumento alguno que valore la participación de la mujer en igualdad numérica que los hombres, mucho menos en igualdad de oportunidades ¡Nadie! Conste que la razón de fondo de la sentencia a favor de la mujer, fue abrir espacios de participación política forzosa para las mujeres a falta de oportunidades por parte de los hombres.
La simple descalificación anticipada deriva de la torpe sinrazón basada en la relación marital entre el que se fue y la que llegó, sin argumentos de análisis, mucho menos justificados por los sesudos críticos de las mujeres al estigmatizarlas con “Las Juanitas”.
Dejemos pues de discriminar a la mujer por su sexo; valorémosla por sus virtudes, por su capacidad, por su entrega, por su eficiencia y eficacia, por sus valores. Lo mismo que a los hombres, a quienes no siempre suele hacerse esa valoración a priori; para, entonces decidir cuál puede ser la mejor opción para que gobierne un municipio, sin importar el género. Así de simple. ¡Basta de seguir estigmatizando a la mujer, misóginos!
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