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El talento no tiene género. Sin embargo, la desigualdad de oportunidades entre ambos sexos continúa presentes, afirmó la rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Silvia Amaya Llano, al impartir la ponencia “Las mujeres en la ciencia: una reflexión”, en el marco del Coloquio Científicas: rumbo al desarrollo sostenible, organizado por la Facultad de Ingeniería (FI), en el contexto de la conmemoración del 8M.

Acompañada por la directora de la FI, María de la Luz Pérez Rea, y ante jóvenes de las licenciaturas en Ingeniería y Derecho, la rectora subrayó que, de acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), solo una de cada tres personas dedicadas a la investigación en el mundo es mujer. Mientras que en las áreas de ingeniería y computación representan menos del 20 por ciento.

En el país, dentro del ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), la participación de las mujeres es del 30 por ciento del total de la matrícula; en América Latina, el tres por ciento de las patentes están registradas por este sector de la población científica. También abordó el efecto “Matilda”, término que describe el sesgo de género en la valoración de los aportes femeninos a la sapiencia, manifestado en la omisión de sus nombres en descubrimientos o falta de reconocimiento.

Tras mencionar el caso de la química británica Rosalind Franklin, cuya contribución al hallazgo de la estructura del ADN fue invisibilizada, expuso que, según un estudio publicado por la editorial Nature en 2020, los trabajos científicos realizados por mujeres son citados 15 por ciento a excepción de sus colegas hombres en revistas de alto impacto.

Añadió que, en biomedicina significa un 20 por ciento menos de menciones, situación que igualmente se refleja en las bases de datos. Asimismo, las investigadoras poseen menos probabilidades de aparecer en los primeros resultados de búsqueda en plataformas principalmente Google Scholar y PubMed, lo que limita su visibilidad e incidencia en las discusiones académicas.

Respecto a los factores clave para revertir las brechas, propuso la adopción de herramientas tecnológicas con algoritmos neutrales, que eviten favorecer automáticamente a autores varones, la implementación de revisiones por pares inclusivas, programas de visibilización que fomenten la participación de científicas en congresos y políticas que incentiven la citación de artículos, ensayos o publicaciones hechas por ellas.

En cuanto a la brecha salarial, la titular de la casa de estudios queretana enfatizó que las trabajadoras involucradas en la generación de conocimiento ganan 18 por ciento menos que los hombres y aun cuando en México el 37 por ciento del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII) está compuesto por mujeres, deben enfrentar múltiples barreras, muchas invisibles, que dificultan alcanzar sus metas profesionales.

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