AMLO prefiere la unidad, pero a favor de su proyecto de transformación, y todo aquel que no se suma es calificado de “traidor a la patria”.
¡El aspirante a tirano, incapaz de aceptar un rotundo no a sus caprichos estatistas!
Pronto olvidó que en México se vive bajo el sistema de la libertad, protegido por el Estado de Derecho, sustentado en la democracia. Siempre utiliza la frase trillada del pueblo pone y el pueblo quita. Efectivamente, pero sujeto a procesos democráticos de elección constitucional.
Cuando AMLO triunfó en las urnas, en el 2018, compitió para ello y el voto popular mayoritario estaba por él. Participaron entonces 9 partidos políticos con plataformas políticas diferentes, estatutos propios y un criterio de doctrina por cada instituto político. Ello se describe como pluralidad democrática. Dos partidos perdieron el registro.
Para las elecciones de 2021, el movimiento denominado de regeneración nacional que encabeza y apoya al presidente de la República perdió el respaldo de millones de votantes, seguramente decepcionados por el incumplimiento de sus promesas. Entraron tres nuevos partidos y salieron de inmediato. Bajó la votación de Morena.
Esos millones de electores que le retiraron la confianza a López Obrador se refleja en la Cámara de Diputados, lugar en donde se representa (al menos en teoría) la pluralidad de pensamiento, libertad de asociación, y por medio del ejercicio del voto universal, personal y director, el elector decide quiénes serán aquellos que los representen en la Legislatura.
En ese lugar, en la Cámara de Diputados, es donde se congregan 500 “representantes populares”, ahí se cristaliza la pluralidad ¡La diversidad del pueblo mexicano!
El Congreso de la Unión se compone de las cámaras de Diputados y Senadores. Se manifiestan por medio de la tribuna posiciones políticas distintas, formadas por el PAN, PRI, PRD, PT, MC, PVEC y Morena. Entre ellos forman alianzas temporales o permanentes. Pero cada uno de los legisladores normalmente adheridos a sus principios políticos, aunque algunos cambien, incluso se vuelvan independientes. En México se conocen posturas de derecha, de izquierda y de centro o la híbrida, como la del Verde Ecologista, que carece de principios políticos, se suma a cualquier extremo que ostente el poder sin importar a qué ala política pertenezca. Desde su creación: siempre “dama de compañía” del poder político.
¡Entiéndanlo! Los electores quitaron el poder al presidente de la República, para que, por sí y ni con el acompañamiento de sus aliados pudiera reformar a su arbitrio la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; lo mismo sucede en la Cámara de Senadores desde las elecciones del 2018. Vamos, el partido en el poder, en este caso aquel que manipula al presidente de la República, necesita formar alianzas, conseguir consensos con la oposición si pretende lograr sus objetivos legislativos. Así lo logra el coordinador de Morena en el Senado.
Lo contrastante. Cuando el “pueblo” le quitó la mayoría legislativa a López Obrador, este aspirante a tirano se molesta con la oposición cuando no apoya sus inconstitucionales e ilegales iniciativas de ley.
AMLO no procura consensos, mucho menos promueve acuerdos; no, su arma de convencimiento es la amenaza, la diatriba, la ofensa, la mentira y la calumnia. El colmo, sus seguidores hacen exactamente lo mismo. Bajo soez lenguaje descalifican a la oposición por no apoyar ideológicamente las incongruencias del presidente opositor; distorsión de la democracia. La tiranía se asoma peligrosamente.
Parece que AMLO no entiende. En tan solo 7 días, de domingo a domingo, el pueblo le dijo: no.
El domingo 10 de abril más de 80 millones de mexicanos no lo “ratificaron” en la Presidencia de la República; y el domingo 17 de abril, en la Cámara de Diputados, la oposición política volvió a decir que no a una iniciativa de reforma a la Constitución. Pretensión que quebrantó el Estado de Derecho. La oposición no le permitió cometer “traición a la patria”, como suele calificar a ciertos actos de sus enemigos.
Frente a la decepción de la bancada morenista, que hizo hasta lo imposible porque se aprobara lo inconstitucional, cometieron toda clase de atropellos y abusos (que no es nada nuevo en un sistema democrático parlamentario).
AMLO volvió a las descalificaciones sin sustento. Sus huestes replican lo mismo. Al unísono, los morenistas descalifican rabiosamente a los legisladores que no aprobaron el capricho del presidente.
Bueno, incluso Claudia Sheinbaum Pardo, gobernadora de la Ciudad de México, pide a los electores que no voten por la oposición en las elecciones de junio próximo. Comete delito electoral la señora; pero no pasa nada.
La secretaria de Morena, Citlali Hernández, a la par que Mario Delgado, amenazó con recorrer los distritos electorales a los que pertenecen a los legisladores que votaron en contra de la iniciativa de su presidente, para exhibir a los “traidores”. ¿Los torpes sabrán que el electorado de esos distritos no les dio el poder a los morenistas? Precisamente el voto fue para la oposición, no para ellos. Votaron libremente en contra de todas las propuestas legislativas del presidente y de Morena. Simple la receta de la democracia.
223 legisladores fueron vilipendiados, acusados de “traidores” y de “vendido” a empresas extranjeras generadoras de energía eléctrica, justamente por votar en contra de la iniciativa confiscatoria y depredadora del presidente López. La legisladora Edna Díaz tildó de “cobarde y mentiroso” al presidente, al acusarla de cabildera, de vender su voto a las empresas que se dedican a “robar a los mexicanos”.
El aspirante a tirano no es capaz de sostener sus acusaciones y mentiras. Ensucia por medio de la tribuna presidencial. Ha sido su política pública desde la cúpula del poder. Cuando él, su familia y cercanos sí han quedado como corruptos, sí evidenciaron sus atracos. El mismo AMLO recibió dinero por medio de una cuenta bancaria, dinero que usó para sostenerse durante varios años.
AMLO confiesa al menos dos delitos: lavado de dinero y evasión fiscal. Nunca hizo declaración al fisco sobre sus ingresos, no realizó pago por concepto del Impuesto Sobre la Renta (ISR). El parásito padeció de los “apoyos del pueblo”. La obligación de pagar al fisco se genera por cualquier ingreso económico, así sean donaciones.
Pero no, AMLO evadió al fisco y lo confiesa. ¿De dónde salió tanto dinero para estabilizar y viajar por toda la República durante varios años? confesión delincuente. Ese es el aspirante a tirano llamado Andrés López Obrador, quien descalifica a la oposición por no apoyar sus caprichos.
El presidente debe entender que vive en un régimen democrático, gracias a él ejerce la Presidencia. “Y no salga con el cuento de que la ley es la ley”. Cuando le convenga se acoge a la ley; cuando no, aplica su propia justicia. Así son los tiranos. No aceptan la disidencia, la destruyen o la encarcelan. Eliminan las libertades para hacer de las suyas.
AMLO, aprendiz de tirano, debe entender que el electorado o “el pueblo” le redujo el poder por medio del voto; no es, ni tantito, el “espíritu del pueblo” que cree encarnar.
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Abr 22
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