Con la aprobación (aun no es reforma) en la Cámara de Diputados, referente a la revocación de mandato, el actual Presidente de la República, está a salvo de ser removido durante su periodo constitucional para el que fue electo. Mentira que pueda ser removido si el “sabio pueblo” lo decide. Su periodo de gobierno está asegurado por seis larguísimos años. Aplicaría, eso sí, para los próximos presidentes y demás representantes populares. Lo que en realidad le interesa a López Obrador, es aparecer en la boleta de las elecciones constitucionales del 2021, eso le permitiría dos cosas; una, seguir (de hecho, lo está) en campaña política electoral, con su imagen impresa en todas las casillas electorales del país; y segunda, apoyar a los candidatos de su partido político, hacer el arrastre del lastre. Es pues un engaño semántico, el jurídico ahí está.

Ahora que, si en las elecciones intermedias lograra la mayoría en ambas Cámaras, tanto de la Diputados como de Senadores, para los siguientes 3 años, harían todas las reformas constitucionales y legales que les plazca. Esa es una otra parte muy importante, la que en su gran mayoría pasa por alto. Por eso le interesa tanto al Presidente de la República se apruebe la revocación de mandato, para entrar en abierta campaña política electora; es la primera parte que lo llevaría a la reelección, a pesar de que insista que no lo hará y que el lunes próximo firmará por escrito su compromiso; también dijo en su plática mañanera que: no era un “ambicioso vulgar”. ¿Acaso no buscó 3 veces la Presidencia de la República? ¿Acaso no dijo en la segunda ocasión que si perdía se iba a su rancho llamado “La Chingada”? Si eso no es ambición, no sé cómo se le puede calificar. Son patrañas de sus pláticas mañaneras.

El Presidente y su equipo han sido capaces de desaparecer estancias infantiles, comedores comunitarios, el aeropuerto de Texcoco, realizar consultas populares inconstitucionales, dejar que murieran más de 130 personas cuando robaban combustible, investigar y castigar a quienes osaron hacer un documental que informa sobre el populismo y mucho más; acusar sin pruebas ¿Que no sea capaz de argumentar que él no quería, pero, “el sabio pueblo me lo pide”? Y a petición de ese “sabio pueblo” va otra vez por la Presidencia de la República. Así que, va por la reelección, esa es su pretensión, aunque lo jure y lo firme no cumple. Así de simple es la pretensión de la reforma constitucional.

Al actual Presidente de la República no se le puede aplicar de manera retroactiva la Constitución en su perjuicio, sería violatorio a la misma Constitución. Él fue electo con la norma vigente, no con la que podría, sí la aprueban ambas Cámaras, reformarse y adecuarse para aviesos fines.

Eso lo tiene garantizado, incluso, por la doctrina y la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a la cual, por cierto, quieren desaparecer para rehacerla a su antojo y conformarla con sus leales. No será lo mismo que con la reforma para crear la Guardia Nacional, este fue un asunto muy distinto, por ello en el Senado lograron el consenso, eliminando el abuso de poder que pretendían, como el que dependiera de la Secretaría de la Defensa Nacional y no de la autoridad civil.

La trampa de la reelección es otra cosa muy distinta, atenta contra el principio histórico del “Sufragio efectivo. No reelección”, emanado de un proceso violento revolucionario. Agrede nuestro sistema democrático. La lógica política indica que no cederán esta vez los senadores de la oposición. Excepción que le hagan adecuaciones tales que eviten caer en la trampa y después se arrepientan como “niños engañados”. La acción que pretende López Obrador y sus huestes, es permanecer en el poder tanto tiempo como el “sabio pueblo” se los pida, ese es su desgastado argumento.

Ahí está Hugo Chávez y Nicolás Maduro, como ejemplo claro de los populistas; llegaron al poder con mentiras, transformaron sus instituciones democráticas, ahora no quieren dejar el poder, dispuestos a todo, incluso a iniciar una revolución; a los populistas no les importa si son de derecha o izquierda, lo que les interesa a esos “políticos” es perpetuarse en el poder; escuchen el discurso de los militantes de Morena, todos repiten exactamente lo mismo, para concluir con ¿a qué le temen? ¡El pueblo pone y el pueblo quita! Sí, pero con orden y sin reglas a modo que pretenden crear. Precisamente a eso quieren llegar, al extremo abuso que puedan cometer y disponer de vidas y propiedades a su antojo. La lucha sorda del socialismo no ha terminado: “quitarle al esforzado y trabajador, para darle al flojo”. Compran voluntades. Esa política ya empezó con los “programas sociales” revestidos de clientelismo político electoral, manipular al pobre con unas bolsas de “frijol con gorgojo”, ahora disfrazadas con dinero en efectivo. Se han preguntado ¿Quién levanta los padrones de beneficiarios de esos “programas”? La respuesta es simple: militantes de Morena. No es el gobierno, no; son los militantes de Morena, quienes visitan los domicilios, levantan el padrón y se quedan con él. El gobierno hasta ahora no cuenta con esos padrones, seguramente Morena se los pasará una vez que sean aprobados por ellos y nadie más; para que no se les cuelen “sabandijas”, dijo la presidenta de ese partido Yeidckol Polevnsky Gurwitz, cuyos padres respondían a los nombres de Guillermina Camacho Amezcua y Cuitláhuac Ibáñez Treviño.

Conclusión. No a la reforma constitucional de la revocación de mandato como la está planteando el Presidente de la República y su partido político: es una burda trampa legislativa, suyo “espíritu legal” pretende abierta y claramente la reelección. Solo los necios e ignorantes no alcanzan a vislumbrar el sentido y alcance de esa reforma.

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