Todo lo que empieza termina y este día concluye el mandato del Presidente Enrique Peña Nieto, al frente del Poder Ejecutivo. Nada sencillo fue la conducción de un país con más de 120 millones de habitantes y 2 millones de kilómetros cuadrados, muchos de aquellos sumidos en la pobreza. Si bien hubo millones de dólares en inversión y la creación de poco más de 4 millones de empleos, fue insuficiente para la enorme demanda de mano de obra y la escasa oferta de trabajo. El problema es de todos los mexicanos, la culpa es compartida, sin embargo, solemos acusar de todo al gobierno en turno. El balance de su gobierno, a groso modo, es mediano, ni triunfos ni derrotas; aunque los errores siempre resaltan sobre los aciertos. En tanto uno concluye, el otro inicia, nada se detiene institucionalmente.
La violencia criminal como nunca antes en este sexenio que termina, no fueron capaces de resolverla las tres esferas de gobierno, empezando por los gobiernos municipales, pasando por los estados y la federación. No pudieron lograr la anhelada coordinación para hacer un mismo frente en contra de la delincuencia, la cual creció ante los enormes niveles de impunidad que vivimos en el país, sumado a la implementación del nuevo procedimiento penal acusatorio, procedimiento que privilegia más a los delincuentes que a las víctimas y muchos de ellos obtienen su libertad con la mayor facilidad. Los grupos defensores de los derechos humanos y la misma Comisión Nacional de Derechos Humanos, claros defensores de la delincuencia, bajo el pretexto de la violación de los derechos de los criminales, les otorgan el apoyo para obtener su libertad; los delincuentes saben bien de ello y aprovechan todo. Este grave y severo problema es uno de los principales retos del nuevo gobierno, quienes con el paso del tiempo y bajo una perspectiva de la realidad, han aplazado la solución del problema; cuando que, en campaña ofrecieron resolverlo en el menor tiempo posible; Alfonso Durazo, advirtió que al menos en un plazo de 3 años, lograrán bajar el índice delictivo, pero no lo resolverán. Cambiarán la estrategia de combate al crimen organizado (disfrazada) creando un nuevo cuerpo policial que se llamará Guardia Nacional, integrado por soldados, marinos y policía federal; todos bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional. Sumado a que, tanto el Ejército como la Marina, continuarán apoyando las actividades de seguridad pública; así lo han anunciado aquellos que a partir de mañana se harán cargo del problema federal, los municipios y estados continuarán con la responsabilidad que les impone la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Algunos puntos negativos en el gobierno de Peña Nieto, lo sucedido a los 43 normalistas, asesinados por el crimen organizado o el caso Tlatlaya, entre otros; con la presión de organismos defensores de derechos humanos empecinados en destruir todo lo hecho y dejar en libertad a los asesinos. O qué decir de la Casa Blanca, un asunto que trascendió más allá del tráfico de influencias. La “estafa maestra”, asunto pendiente. Varios gobernadores corruptos que son perseguidos por la acción de la justicia, tanto del PRI como del PAN. Aparente traslado de recursos públicos al PRI para campañas electorales. El caso Odebrecht, sobre la corrupción aun no demostrada pero el cúmulo de indicios lo hace evidente. Estas son algunas de las acciones que empañaron la administración de Peña e hicieron perder electoral y vergonzosamente a los priistas. Hubo exceso de tolerancia e impunidad, no se combatió a tiempo la evidente corrupción, a pesar de las reformas legales. Y las “benditas redes sociales” se encargaron de destruir a Peña y su gobierno, sean con verdades o mentiras; así las calificó López Obrador, después de su triunfo, ellos fueron promotores de la campaña de desprestigio y surtió sus efectos. Ahora se empiezan a quejar del exceso de libertad y piden respeto hacia el Presidente electo. Cínicamente ha pedido lo mismo Porfirio Muñoz Ledo, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, acostumbrado a denostar a Presidente de México, hoy pide que guarden compostura y respeto a sus homólogos de la oposición, en el momento de la ceremonia de protesta de López Obrador. Los tiempos cambian.
La escasez del empleo, otro reto mayúsculo, una deuda pendiente de muchos años. López Obrador implementará algunos paliativos, por medio de sus programas sociales; más de 2 millones y medios de jóvenes podrán emplearse con “salario” que aportará el gobierno federal; se apoyará económicamente a miles de personas minusválidas, otro respaldo con las finanzas públicas; aumentará al doble el monto de las pensiones a los adultos mayores que no reciben apoyos económicos sociales (actualmente cobran ese dinero), otra carga más al erario. Habrá becas económicas para estudiantes, más carga al producto de los impuestos de aquellos que sí contribuyen con su trabajo. Solo el trabajo es capaz de generar riqueza. López Obrador, ofreció crear miles de empleos en el sur del país, para la siembra de árboles frutales y maderables, enésima carga al presupuesto federal, con la esperanza de que, al paso de los años esos campesinos logren ser autosuficientes. La suspensión de la mega obra del NAIM, trajo como consecuencia la cancelación de más de 400 mil empleos directos e indirectos que se esperaba se crearan. Los empresarios locales e internacionales han manifestado abiertamente sus temores por estas irreflexivas y viscerales decisiones que afectan al sector. Y las obras que ha proyectado el gobierno de López Obrador, como el tren Maya o la refinería, no serán para nada suficientes que permitan amortiguar la falta de empleos; ese dinero público que se invertirá en miles de millones, no producirán nada hasta en tanto no se concluyan las obras; aunque de manera indirecta fomentarán la compra de los insumos y la mano de obra. Privilegiarán el mercado interno, eso dijeron, bajo una política proteccionista y nacionalista. No puede olvidarse que el nuevo gobierno despedirá a miles de burócratas para abaratar el costo de operación gubernamental; de tal suerte que, por un lado, pretenden crear miles de empleos y por el otro, generarán desempleo de manera intencional. No se sabe bien a bien cuál será el balance entre la creación de empleos y el despido de trabajadores. Nada halagüeño el panorama y de ellos nada se comenta. El dinero no le alcanzará al nuevo gobierno para mantener el dispendio social.
El gobierno de enrique Peña Nieto, queda a deber en materia de infraestructura, se privilegió el gasto corriente sobre el de inversión. Las carreteras desechas, algunas obras públicas malas como la del “socavón” que evidenciaron la ineptitud de contratistas y el gobierno en la supervisión. Seguramente mucho se hizo, mas fue insuficiente para los enormes requerimientos; no hubo obra de ningún tren rápido, alguna supercarretera del primer mundo. La mayoría de las que funcionan fueron construidas hace muchos años, como la México-Querétaro, desde 1968 se amplió a “supercarretera” y hoy parece cualquier avenida de ciudad por la incapacidad de albergar el flujo de transporte; además de insegura y por tanto peligrosa. El nuevo gobierno nada a dicho en esta materia, excepción del tren Maya, capricho de López Obrador.
Son muchas las áreas de oportunidad que avanzaron, sí; otras no fueron atendidas como se hubiera esperado. Las telecomunicaciones una de las áreas que sí se modernizaron y apoyaron el bolsillo de millones de usuarios de la red celular. Nadie lo nota y parece que el beneficio se debe a las empresas y no a las nuevas políticas en la materia ¿Quién no recuerda los altísimos cobros y abusos de las empresas de Carlos Slim, por el servicio? Él no bajó precios, es la nueva normatividad, acompañado de la apertura a la competencia, antes terreno vedado para otros, era espacio reservado al descarado monopolio de Slim. La normatividad relativa a la educación se mejoró, aunque no lo reconozcan aquellos que se vieron afectados debido a la mediocridad en la educación; los miles de millones de pesos producto del presupuesto que manejaban los sindicatos de maestros, a ellos les fue arrebatada la abusiva y corrupta administración; la venta de plazas, las herencias de plazas se terminaron. Y los del nuevo gobierno amenazaron con destruir todo y devolver los privilegios; justifican que todo fue una reforma laboral y no educativa, todo por el simple hecho de sancionar a maestros faltistas, sobre todo de la zona sur del país, desde Chiapas hasta llegar a Michoacán y Guerrero. México estará pendiente de las reformas y la manera de operar del gobierno de López Obrador.
Imposible hacer una evaluación del trabajo de 6 años, del gobierno que hoy concluye, solo dejo unos pincelazos de lo que fue. Lo verdaderamente preocupante es lo que empieza a partir de mañana. La incertidumbre hace presa de la mayoría de los mexicanos, de empresarios, de inversionistas y desde el extranjero observan nubarrones en México. La política populista, que va de la mano con el supuesto socialismo, que practican los extremistas de Morena, eso es lo que incomoda y preocupa a millones de mexicanos; nadie desea que nuestro país se vuelva una réplica de Venezuela, sería terrible y catastrófico para todos, ricos y pobres, ahí nadie escapa. Veremos pues qué sucede y el reloj empezará a contar el principio del fin del gobierno que inicia en unas horas más. Mientras no le llegue la calentura de la reelección a Andrés Manuel López Obrador, lo que sería indeseable.
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