Los diablos no descansan en Semana Santa. Después de la artimaña y patrañozo memorándum de Andrés Manuel López, por medio del cual dio la orden administrativa (lo advertimos y comentamos con anterioridad sobre la aberración operativa), instruyó a tres de sus subordinados (Secretarios), descarada y cínicamente a incumplir con la Constitución y leyes secundarias, en tanto realiza su caprichosa reforma educativa que deje satisfecho al grupo delincuencial comandado por la CNTE.
En franco y abierto reto al Estado de Derecho, a las instituciones, López Obrador, ordenó dejar de cumplir con el marco jurídico que gobierna su actuar, único instrumento de los estados democráticos, que les permite sostener el orden social y evitar caer en el caos. No es pues asequible lo que hace el Presidente de la República, cuando él emanó de ese orden jurídico que hoy menosprecia y violenta con “sarcasmo institucional”.
Mientras el Presidente de la República se fue de vacaciones de Semana Santa, dejó sueltos los demonios. Como nunca antes y dada la liviandad y peligrosidad que representa a nuestra nación, estos actos de afrenta y burla a las instituciones, las avalanchas de críticas no se hicieron esperar.
Colegios de Abogados, Barras de Abogados, legos y doctos en la materia del Derecho, han levantado la voz con preocupación e indignación. El mismo Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el tibio presidente de la Comisión Nacional de Derecho Humanos, se vieron obligaos a salir a la palestra y mostrar su indignación, su preocupación por la afrenta al Estado de Derecho, máxime viniendo del presidente de la República, quien tiene la responsabilidad de respetar y hacer respetar todas las normas jurídicas vigentes que conforman el diario desenvolvimiento de la sociedad mexicana, la cual corre el peligro de caer abiertamente y no veladamente como hasta ahora, en un estado represor, autoritario, déspota que desprecia el statu quo creado en conjunto por los mexicanos.
Si el presidente de la República incita a violentar la ley, es pues una invitación a la delincuencia para que siga fortaleciéndose la impunidad y la violencia. Total, es el Presidente quien fomenta el quebrantamiento de la ley. ¿O acaso es una muestra cínica del abuso de poder sin consecuencia alguna? ¿Es una provocación?
Con el sarcasmo, satírico, burlón y mordaz forma de ser que caracteriza a López Obrador, de manera displicente al día siguiente de su desatinado memorándum, mordazmente en su ya tradicional conferencia mañanera, incitó a los inconformes que presenten su recurso para impugnar la medida; no sin antes afirmar que solo se trata de una medida interna, una orden administrativa que no trasciende ni afecta, es de ejecución interna. ¿Cómo se atreve el presidente de la República a tal desatino? ¡Lo domina el cinismo! ¿Cómo no va a afectar si ordena a las autoridades a que no cumplan con la Constitución ni la ley? Abrase visto tamaño de burla institucional.
Nunca, jamás en la historia se ha vivido ni experimentado que la autoridad se autoincite a no cumplir con la ley e invita, ordena a sus subordinados a que hagan lo mismo. Esta burla y tamaño de cinismo, hizo reaccionar a la sociedad en su conjunto, no se diga a los expertos en derecho, a la máxima autoridad del Poder Judicial de la Federación y a de la misma Comisión Nacional de Derechos Humanos, exhortando para que rectifique el Presidente.
Por supuesto, pormenorizan y describen con precisión jurídica, en qué consiste la inconstitucionalidad que promueve el presidente López Obrador. Lo llaman a que rectifique. El Presidente hace caso omiso y se burla. Si no están de acuerdo, dijo López Obrador: demanden.
Semejante abuso y arbitrariedad que comete Andrés, solo por darle gusto a los facciosos de la CNTE, organización disidente a la que López pretende regresarle sus privilegios de toda índole; para que estén tranquilos los maestros y lo dejen gobernar.
El mismo Presidente lo ha sostenido, debe cumplir los acuerdos (aviesos) con los maestros, eliminando toda la reforma en materia de superación académica. Mientras tanto, los problemas de gobernabilidad se incrementan; el gobierno federal parece estar acéfalo y goza del caos que genera; carece de autoridad, al menos en cuanto a las funciones constitucionales se refiere; el autoritarismo, ese sí, se enseñorea. Los demonios andan sueltos y no descansan en Semana Santa.
Todo indica que no reconocerá ni cederá un ápice el Presidente en su arbitrariedad; lo que ya es conducta cotidiana y enfermiza; ahora sí, quienes se habían mantenido al margen y sin actividad, esos activos sociales con sobrada razón han levantado la voz. Ya es algo, todo empieza por el principio.
De ahí que muchos de los actos de Andrés Manuel López, sean un verdadero peligro, más cuando sus enajenados seguidores aplauden y aprueban esos abusos, solo porque les da dinero del presupuesto público, disfrazado de beneficios de programas sociales; ese grupo que presume estar formado por 30 millones de electores, aplaude y festeja sus abusos.
No cabe duda que los demonios andan sueltos. A todo esto, ¿quién puede frenar al Presidente en su loca carrera por la su pretendida y demagoga reelección? ¡El sabio pueblo! Esos supuestos 30 millones de votantes que lo llevaron al poder, esa cantidad se ha visto reducida drásticamente saben que: “Andrés Manuel López Obrador es un peligro”, “con todo respeto” como acostumbra a decir el Presidente, una vez que ofende o descalifica a sus contrincantes, le recomiendo, señor Presidente. “Con todo respeto”, ¡deje de burlarse de los mexicanos y póngase a trabajar!
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