No cabe duda que en Morena están los expertos de la mediatización y profesionales del desprestigio. Con singular fruición los medios festinan declaraciones sin verificar la veracidad de los dichos de estos políticos. Una vez más lo hacen Ricardo Monreal Ávila y Martí Batres, coordinador de la bancada morenista en el Senado y Presidente de la Mesa Directiva, respectivamente, de ese órgano colegiado.
En esta ocasión levantan la sospecha de un “robo” de 50 millones de pesos en el Senado. No culpan a nadie, pero crean y fomentan más el desprestigio de los perdedores en las pasadas elecciones, quienes entonces mantenían en control en el Senado de la República, en el caso el PRI y el PAN, en sus inicios también con el PRD.
Ambos legisladores sostienen la versión de la “desaparición” de 50 millones de pesos, producto de donaciones de las fracciones parlamentarias, senadores y particulares. Dinero que sería otorgado, donado a los damnificados de los temblores del año pasado. Ellos afirman que se trata de donaciones, por lo tanto, jurídica y patrimonialmente no es, no fue propiedad del Senado, luego no tiene por qué haber registro en las cuentas, en los gastos de ese órgano; y ellos, Batres ni Monrreal, no son quien para fiscalizar ese dinero. En su caso, los defraudados serían aquellos que donaron y su aportación económica no se destinó para los fines que se plantearon. Se trata de un asunto, casi exacto, salvo por la figura jurídica del fideicomiso, lo que los morenistas hicieron (ellos) con el dinero de donaciones del fideicomiso que formaron para la misma causa. Nadie sabe qué hicieron con el dinero, salvo por sus propias declaraciones; Andrés Manuel López, dijo que donaron 2,500 pesos a cada damnificado, pero no lo demostraron. Incluso se dejó la duda de la recepción de dinero “sucio” ¿Quién los audita? Nadie.
El INE pretendió correlacionar el dinero del fideicomiso con su uso en las campañas, dado que hay pruebas fehacientes de quienes recogieron el dinero del fideicomiso, de eso sí hay pruebas; quedaron evidencias de haber quedado en manos de candidatos, militantes y empleados de Morena, pero ellos argumentaron que lo dieron a damnificados y tienen recibos hechos a mano de ello. En el caso el TEPJF, no quiso problemas poselectorales y deslindó a Morena (López Obrador) del mal uso del dinero, afirmando que no es el INE entidad fiscalizadora de los fideicomisos y en su caso debió agotar el principio de la exhaustividad en el estudio del caso denunciado y violaron el sagrado derecho de defensa de los morenistas ¿Se trata de un desquite mediático? Hay puntos coincidentes en ambos casos. Pedir dinero, promover donaciones y después destinarlos a causas de solidaridad en favor de damnificados; en ambos casos hay duda razonada del mal uso del dinero.
En el caso de Monreal y Batres, es evidente que su actuación mediática tiene un objetivo seguir socavando el desprestigio de los “vencidos”, por medio de la sospecha, sembrar y ahondar la duda de su espíritu corruptor, generar la insidia. El electorado proclive a ellos continúa ávido de más información de la “mafia del poder”. Por eso avivan el desprestigio para que no se olvide. Ambos legisladores dicen que investigarán a dónde fue a parar ese dinero, que no hay rastro de él. Por supuesto que no hay rastro, no fue ni es propiedad del Senado de la República. Y ellos no son fiscales para investigar posibles delitos, ello correspondería, en su caso, al órgano de procuración de justicia del fuero común. Siguen utilizando la mediatización de la mentira o, al menos generar la duda, para hundir más a sus enemigos políticos. Después de “nockeados” pateados. Eso es de delincuentes.
Sería ideal que hubiese auditorias ciudadanas para investigar qué pasó con esos cientos de millones de pesos que fueron donados para una noble causa. También particulares e instituciones hicieron lo mismo, recaudaron fondos bajo el pretexto de darlos a los damnificados. Nadie sabe bien a bien, ni cuánto reunieron ni a dónde fue a parar ese dinero. Lo mismo sucede con los programas gubernamentales, se cuestionan, se critican, se vilipendian sin mayores pruebas; todo se mediatiza. Y algunos de los damnificados que se organizan para exigir ayuda por daños causados por la naturaleza, otros más, vividores que exigen compensaciones por ello. Reina el caos en estos lamentables sucesos, muchos se aprovechan de las circunstancias; por eso Batres y Monreal, se suben a la ola de inconformidad para desacreditar, sin pruebas y sin competencia legal para ello, hundir más a sus opositores políticos, algunos de ellos antiguos compañeros de partido. La mediatización como instrumento de desacreditación es una buena estrategia de destrucción que acogen con beneplácito los medios de comunicación, quienes también abalanzan y fortalecen la estrategia de los morenistas.
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