No deja de sorprendernos el Presidente de la República, no por su cuarta transformación, sino por la manera de conducir el gobierno y la minusvalía que para él tiene el Estado de Derecho mexicano.
Tuerce la ley a su antojo, la interpreta como le place y la ignora si así le place, todo de acuerdo a su leal saber y entender; resulta delicado y peligroso el criterio presidencial, sobre todo cuando afirma que la justicia debe prevalecer por encima de la ley. ¿Quién aplica la justicia? El Poder Judicial, sea el federal o estatal, a este corresponde la interpretación de las leyes y su aplicación, NO al Presidente de la República.
La aplicación de la ley por medio del procedimiento jurisdiccional, siempre en la búsqueda de la justicia, como objetivo fundamental basado en la norma legal que exista para tal efecto. ¡Las normas jurídicas no son perfectas! Pero sí perfectibles. Peligroso el criterio cuando es el mismo titular del Poder Ejecutivo, quien determina qué es y qué no es justo; se erige y encarna un meta poder público inexistente. Invade sin prejuicio alguno las competencias constitucionales y legales ¡Ello es autoritarismo puro!
El presidente de la República rompe con el equilibro de los poderes y sin fundamento alguno, él decide lo que es justo o injusto. Para ello viola la ley sin temor alguno; allá de aquel que se atreva a criticarlo, lo castiga y exhibe en el patíbulo social para que sea linchado por sus huestes, que todo le aprueban ante la extrema ignorancia, sin saber que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lleva a su transformación directa a la imposición de un gobierno arbitrario, despótico, abusivo, absolutista, injusto; en síntesis: autárquico.
Rechaza al Estado en favor de la decisión individualista. López Obrador pretende encarnar al rey Luis XIV, cuando el 13 de abril de 1655, emitió un discurso en el incipiente parlamento francés. Pretendía el reyezuelo que su voluntad fuese la suprema ley; Luis XIV buscaba reunir todos los atributos y potestades del Estado en su persona.
Lo mismo pretende Andrés Manuel López con su autoritaria, ilegal y desmedida autoridad que ejerce en su actuación como presidente de la República.
Muchos han sido los actos de “autoridad” (abusos) que lo identifican; es un déspota, pretende ejercer el poder absoluto, sin limitaciones ni diques que lo limiten. Luego vendrán las represiones para aquellos que no se sujeten a su mandato, será el siguiente paso. La mayoría en la Legislatura federal, que controla su partido Morena, inconcebiblemente aprueba y solapa los abusos de autoridad del Presidente de la República; y cómo no, si ellos son parte del gobierno despótico que comanda López Obrador.
La emisión del “memorándum” emitido por el presidente de la República, quedará para la historia política y jurídica de México como uno de los actos más sucios y arbitrarios del actuar presidencial; dio el toque definitorio que rompe, trastoca el sistema jurídico mexicano.
Con la conducta desdeñosa, displicente y despreciativa del sistema del derecho positivo, Andrés Manuel López Obrador, por medio de una orden administrativa interna, instruye a los secretarios de Gobernación, Educación y Hacienda para que violenten el marco jurídico vigente relacionado con la materia educativa; les ordena no aplicar ninguna norma jurídica: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y leyes secundarias relativas al nuevo sistema educativo. Instruye manipular el presupuesto público y dejar en libertad a delincuentes relacionados con delitos cometidos por las acciones beligerantes de los profesores de la CNTE. Todo un catálogo de órdenes administrativas que contravienen la vigencia de las leyes. ¡No importa! ¡Violen las normas! ¿Qué le sigue al gobierno cínico?
El gobierno cínico es aquel que emite órdenes imprudentes, descaradas, faltas de vergüenza, obscenas, miente sin rubor alguno y defiende sus acciones que a todas luces son condenables. Así se comporta el presidente de la República.
A los inconformes les sugiere que impugnen el memorándum; y lo replica el legislador de Morena, Martí Batres. ¡Par de cínicos! Si no están conformes, dicen, impugnen legalmente la medida. El extremo del cinismo. Adoradores de la escuela de Diógenes de Sínope, siglo IV antes de Cristo, de la antigua Grecia.
Expertos y legos en Derecho han levantado la voz, se han inconformado en contra del exhibicionismo y tremendo abuso de poder de López Obrador.
Este día, el Presidente lanzó un tuiter, escribió lo siguiente: “Callaron como momias cuando saqueaban y pisoteaban los derechos humanos y ahora gritan como pregoneros que es inconstitucional hacer justicia y desterrar la corrupción. No cabe duda de que la única doctrina de los conservadores es la hipocresía. Son como sepulcros blanqueados”.
El Presidente no respeta la investidura e impone su autoritarismo, bajo la cubierta del cinismo extremo. Él es la justicia, él es el Estado, él decide qué es bueno y qué es malo, él impone la justicia. ¡Gobierno de terror! Los otros son los malos; son descalificados de “momias, son sepulcros blanqueados”. ¡Palabra del Señor!
Cada vez es más clara y certera aquella frase que decían en campaña: ¡Andrés Manuel López Obrador es un peligro para México! ¿Ahora lo creen o aún lo dudan?
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