Andrés Manuel López izó, como parte de su campaña política del pasado proceso electoral, el tema del nuevo Aeropuerto Internacional. Para él se convirtió en un asunto de capricho, incluso en campaña amenazó con promover sendos juicios de amparo para impedir que se otorgaran los contratos de construcción en favor de los empresarios; nunca presentó un solo juicio amparo, sus asesores le dijeron que no lo hiciera, ya que al perder el juicio no podría detener el ambicioso y enorme proyecto –hoy es una realidad- y dejaría de ser bandera política soslayando el verdadero interés, que es de carácter económico, por los miles de millones de pesos que representa la magna obra pública. Andrés Manuel, no estaba dispuesto a perder la batalla, así que durante la campaña fue parte de la distracción e hizo que el pueblo de México, participara en la discusión y toma de decisión, ya no como un asunto de interés de desarrollo económico; no, lo transformó en un asunto de carácter político y por tanto traducido en simpatía de votos en pro del hoy candidato ganador, por eso su insistencia en que sea el “pueblo” el que decida por medio de una consulta popular ¿De cuándo acá un tema eminentemente técnico –la construcción- se somete a votación de la ignorancia del pueblo para que éste decida si es o no viable? En ninguna parte del mundo un gobierno actúa con semejante irresponsabilidad.
El resultado que le presentó el grupo de amigos de Amlo, interesados en la construcción y que perdieron las licitaciones, era eminentemente previsible, obvio cuál iba a ser el resultado, solo López Obrador, era el único que no sabía cuál sería el resultado del dictamen elaborado sobre las rodillas, cualquier lego pudo anticipar la conclusión del dictamen. Sin entrar en detalles del dictamen de Javier Jiménez Espriú –constructor predilecto de Amlo desde que fuera Jefe de Gobierno en el DF-, dado que no se dieron a conocer, relacionado con Adebrecht–además no son expertos en ingeniería civil y aeronáutica y demás, los resultados o conclusiones es lo que interesa ¿Cuál fue ese fallo sobre la viabilidad del aeropuerto? Lo esperado por todos. Entre otras cosas, que en la pista militar de Santa Lucía, se pueden construir dos pistas; que es muy costosa la construcción del actual aeropuerto y que bien puede ser concesionada la obra a particulares para que el gobierno federal no cargue con la enorme deuda que, según Andrés Manuel, significa la construcción. Así de simple. Nada se dice de los beneficios que traerá aparejada la construcción, los miles de empleos que generará, la derrama económica multimillonaria, el incremento del turismo, la ampliación de la capacidad de carga de productos de importación y exportación, el incremento de la seguridad en los vuelos, etcétera. Era imposible que los “amigos de López” –antes los amigos de Fox- entraran al fondo del estudio, no saben y no tienen la capacidad para ello, además les llevaría varios años el dictamen, tal y como sucedió con la elaboración del diseño original del nuevo aeropuerto, que consumió 4 largos años, en el cual participaron 200 expertos en diferentes materias, algunas de ellas inimaginables.
Durante la batalla política, aun en tiempos de campaña, Carlos Slim, defendió la construcción de la obra como una buena oportunidad y detonador económico. Como respuesta Andrés Manuel, dijo entonces, que solo era negocio para los constructores y si tanto le interesaba a Carlos Slim la obra, que él la construyera con sus propios recursos. Pasado el vendaval del proceso electoral, anunciaron su colaboración, de tal suerte que hace unos días se reunieron los excontrincantes en un desayuno con ingenieros civiles. En ese lugar izaron las banderas blancas y se abrazaron. Ya contentos los dos, López Obrador no dejó pasar la oportunidad y les pidió a los presentes miembros del Colegio de Ingenieros Civiles de México, reunidos en el desayuno que realizaran trabajo “gratuitamente”, analizaran el dictamen que emitirían “sus amigos”, encabezado por Jiménez, para después, cualquiera que fuera el resultado que arrojara, fuese sometido a votación popular, por medio de una consulta; que el pueblo diga si desea o no que se continúe con la obra del aeropuerto. Con ello, Amlo adelanta el resultado, dice que será vinculante; entiéndase: obligatorio. Ya de paso, como para que esté más fundado, que también revisen el dictamen técnico La unión Mexicana de Ingenieros y la Academia de Ingeniería, al final de todo, independientemente de lo que digan los técnicos y el mismo proyecto en sí ¡Qué el sabio pueblo decida la construcción de un aeropuerto! Aunque nada sepa de ello. Amlo sostiene bajo su discurso populistas la frase “El pueblo no se equivoca”. Y de acuerdo a esa supuesta lógica populista ¿Por qué no puso a consulta popular la desconcentración administrativa o la construcción de la vía para el “Tren Maya”? Su lógica es poner en consulta lo que políticamente le incomoda, como la construcción el nuevo aeropuerto, esa no sería obra suya, quedaría registrado en los anales de la historia el nombre de Enrique Peña; otro problema muy serio, es la pacificación de México, conflicto nada sencillo del que culpan al gobierno del Peña –es problema de todos los responsables de la seguridad, gobernadores, presidentes municipales, policías y gobierno federal, por eso se fue a consulta; de paso las bandas delincuenciales- de ello y antes de que los ensucie el problema, declaran a la seguridad pública hecha ruinas , mejor la someten a consulta por medio de foros, en los cuales no solo han encontrado rechiflas, también el repudio por aquello del “perdón”, pero no “olvido”, que promete López Obrador. No son las mismas reglas para someter a consulta popular los asuntos de México, todo depende de la visión del López Obrador; si el asunto es problemático, va a consulta, si no lo es, él decide directamente. Habrase visto semejante populismo y todavía hay quien se niega a reconocer su existencia.
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