Pasa inadvertido para la mayor parte de la población el tránsito del estado de ánimo de los padres a los menores de edad, en materia política. Lo cual se fortalece con la influencia, positiva o negativa, de todo aquello que se publica en las redes sociales y está al alcance de la mano de los pequeños. Niños y niñas aprenden a involucrarse en política bajo la perniciosa influencia de los padres de familia mal informados que polarizan las simpatías o antipatías hacia los candidatos en contienda. Claro que es positivamente bueno que los pequeños que aprendan de los sistemas democráticos desde temprana edad.
Comprobé fehacientemente este hecho. Realicé una pequeña prueba en niñas y niños de 5° de primaria, todos estaban involucrados en el tema, sobre todo después del 2° debate entre los contendientes. Lo curioso, que nadie esta ajeno a la contienda electoral; las y los niños abiertamente manifestaron sus preferencias políticas y saben incluso de los “apodos o sobrenombres” impuestos a los candidatos. Nadie se manifestó ajeno o ignorante del tema; todos tiene a su candidato y conocen de la renuncia de Margarita. Lo malo de ello, que los menores también califican a los candidatos al igual que sus padres: “canallín, ratero, hipócrita, etcétera”. Emulan expresiones de odio y la conducta de los padres. Ello no es bueno, eso no es educación democrática.
Uno de los pequeñines decía: “Dice mi papá que Amlo va a regalar dinero a los pobres y después los pobres devolverán ese dinero”. “Por eso van a votar por Amlo”. Inconcebible la distorsión de la información de que son objeto los menores; estos padres son verdaderamente ignorantes de las promesas de campaña. La manipulación de la información es realmente ignominiosa, lo peor es la trascendencia de la misma que afecta y distorsiona la capacidad de raciocinio de los menores que los lleva a concebir mentiras absolutas para transformarlas en supuestas verdades de beneficio social. Este es un pequeño ejemplo de varias preguntas más que hice a los menores y las respuestas que recibí de ellos.
Resulta inconcebible que este sea el distorsionado concepto de las promesas de campaña y se traduzca en la razón para sufragar por el aspirante en mención. Las niñas y los niños conocen bien los nombres de los candidatos; lo que no saben bien a bien, es la manera en que se organizaron para conformar las alianzas electorales, sería mucho pedir. No basta con la desinformación de los padres para tener malos ciudadanos que votan con el “hígado” y no con la razón; hay padres de familia que contaminan a sus hijos de esta ignorancia. Esta anómala situación provocada por los mentores en familia, sin duda alguna distorsiona la realidad y tiende a deformar a los menores en el proceso de formación ciudadana que irremediablemente creará una sociedad con discapacidad política para entender los procesos reales de campaña. Si los adultos no son capaces de entender las promesas de campaña por ser analfabetas políticos y ellos educan a los menores con base en esa ignorancia, los alumnos será igual o peores que sus “maestros”; por eso la formación fanáticos incultos; esos todo lo quieren resolver a golpes, con cierres de calles, con violencia. De ahí la necesidad de estar bien informados y transmitir a los hijos una buena educación política para la toma reflexionada de buenas decisiones. Y toda deformación política inicia a causa de esos políticos sin principios que, a como dé lugar buscan obtener el poder sin importar las demenciales mentiras que los analfabetos terminan por creer a falta de una educación adecuada de las doctrinas políticas que, parece, han dejado de existir para convertirse en brutal pragmatismo.
La dinámica electoral y política que vivimos hoy en día, me hizo recordar algo que nos enseñó apenas hace unos días, la Maestra Asmara, al referirnos el ensayo escrito el 11 de febrero de 1866, por Eugenio María de Hostos. El pequeño ensayo nos prueba que, desde entonces, las cosas siguen igual entre los políticos y ciudadanos a pesar del tiempo transcurrido. Algunos de sus párrafos dicen lo siguiente: “Uno de los debates más sagrados del escritor de buena fe y de todo aquel que con ánimo recto y desinteresados propósitos aspira a ser útil a sus semejantes y servir la noble causa de la verdad consiste, sobre todo en épocas, en que, como la presente, la anarquía moral lo invade todo -1866-, en poner de manifiesta con esa entereza que sólo la convicción y la lealtad pueden inspirar lo que hay de verdadero o de imaginario en las declaraciones con que los explotadores de las calamidades públicas se proponen en todas épocas extraviar el juicio de la multitud, siempre más impresionable que reflexiva –la amnistía de Amlo-”… “Error muy grave y sistemáticamente difundido por los que en la involucración de las nociones de lo bueno, lo justo y lo útil cifran su medro es creer presto que los males públicos no se remedian, antes bien, van en aumento, y de día en día parece más difícil su correctivo; esto consiste únicamente en la maldad intrínseca de las ideas que se proclaman en el orden científico, o se aplican a la gobernación de los estados confundiendo así lastimosamente lo que en las doctrinas hay de provecho con lo que en los hombres hay de egoísmo, torpeza o mala voluntad”… “Queremos que se estudie y se comprenda a fondo la significación de las doctrinas en sí mismas, estudio que, al paso que desarrollará eficazmente la educación política del pueblo, porque le pondrá en el ventajoso caso de formar por sí mismo exactos juicios acerca de las diferentes doctrinas que se disputan su favor y apoyo, dejará reducidos a muchos hombres a su verdadero valor, a su justa importancia, despojándoles de la falsa que en su orgullo se atribuyen o de que la torpe lisonja los reviste”…”Y no hay para que decir si esto es indispensable y hasta salvador de un país, víctima desde hace muchos años de las ambiciones personales…”.
Siglo y medio ha pasado desde que fuera escrito este ensayo y las ideas de Eugenio María de Hostos siguen tan vigentes como entonces, referente a la falta de honestidad de los políticos, a la inexistente educación del pueblo relación a la doctrina de los partidos y la manipulación que de él –pueblo- hacen los políticos en su beneficio; para colmo, hoy involucran a los menores en la misma dinámica lo que nos lleva a concluir que nuestra nación seguirá igual durante muchos años de no cambiar nuestras conductas; hay que estudiar la doctrina de los partidos, conocer a los candidatos, saber de sus propuestas y la posibilidad de que estas sean alcanzadas, para no ser manipulados, como hasta hoy, por propuestas imposibles de cumplir, como aquellas de obsequiar el dinero público a manos llenas sin generar riqueza o, resolver los problemas de la delincuencia con “amor y paz”, sin hacer prevalecer el estado de derecho para recuperar la seguridad pública que nos ha sido secuestrada por unos cuantos. Son tiempos de estudio, análisis y reflexión; no de pasión, mucho menos de frustración como elementos fundamentales para decidir por quién votar el 1° de julio próximo. No se puede jugar con el futuro de más de 120 millones de mexicanos con aquella frustrante frase que algunos pretenden poner en práctica y dice así: “Si ya me robó el PRI, si ya me robó el PAN, ahora quiero que me robe Morena”. Claro que aun es tiempo de cambiar de mentalidad y de decisión.
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