Por enésima ocasión el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, literalmente se voló la barda. Ahora fue con su proyecto modificado del “Tren Maya”. Como Presidente virtual anunció con “bombo y platillo” la construcción de la vía férrea (nunca ha comentado de las máquinas, ese será otro negocio) en el sur del País. Bueno, ya como Presidente electo, anuncia la modificación del proyecto inicial, ahora mucho más ambicioso y por supuesto mucho más costoso, con la sorprendente participación de la iniciativa privada. Veremos si no modifica por tercera vez el proyecto.
El Presidente electo, no ha dicho si los trenes que monten en las vías viajarán a velocidades superiores a los 200 kilómetros, si serán alimentados con energía eléctrica, si usarán biocombustible, si serán híbridos o el tradicional diésel. De eso no se sabe nada de nada. Solo nos ha hecho saber que se construirán las vías del ferrocarril, aprovechando el derecho de vía de la energía eléctrica propiedad de la CFE y de las vías ya existentes, lo cual debe abaratar la obra. Pero nos deja con la enorme incógnita y nadie de las comparsas periodísticas que están fuera de su casa peleando la primicia de la información osa formular la interrogante; seguramente no quieren incomodarlo y hacerlo enfurecer. Tal vez esté dosificando la información, de ahí que la noticia la de a pausas, tal como es su estilo, lento, pausado y en lo que hila las ideas podría informar algo más posteriormente. Por eso valdría la pena que le escriban aquello que tiene que decir y lo lea de “corridito”, como lo hizo con su discurso cuando recibió su constancia de mayoría.
El proyecto del proyecto subió de precio, de 64 mil millones de pesos, ahora tendrá un costo de mil 500 millones de pesos, mucho más del doble. Pero no hay que preocuparse por el dinero, ese saldrá del impuesto al turismo, turismo internacional que Presidente electo desea que no venga a México y pague el impuesto; con el uso del nuevo aeropuerto, o sea que los mexicanos lo paguen todo, aquellos que les gusta vacacionar o viajar por negocios por supuesto. También anunció la modalidad de fortalecer la economía mixta, o sea, participarán tanto gobierno como la iniciativa privada en el costo de construcción de las vías paralelas. No informa si podrán viajar a la vez de ida y vuelta, o sea de manera simultánea; o si uno y otro tren tendrán que esperar a que pase el de la 10 y después el de las 11, para que no invadan las vías paralelas y provoquen un choque de trenes. Falta mucha información. Hasta ahora lo mediático es la construcción del “Tren Maya” que viajará por los estados del sur.
El Presidente electo tampoco ha dicho si el contrato de la compra de las máquinas o locomotoras será sometido a consulta popular, para que el pueblo opine y diga en qué máquinas les gustaría viajar, cuáles se deben compraran, si de diésel, eléctricas, híbridas, ruidosas, silenciosas, chinas, japonesas, alemanas; o proponer aquellas que haya en el mercado, ya de paso que someta a la misma consulta popular el costo o precio de las máquinas, para que el pueblo decida cuáles se deben comprar. No vaya siendo que la obra no se termine en este sexenio y sea hasta el próximo sexenio, para colmo le suspendan la obra y ya no la continúen, precisamente tomando como ejemplo lo que él mismo está haciendo con la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional. Más vale ser previsores. No le vaya a suceder lo que a José López Portillo (JoLoPo) y Miguel de la Madrid, quienes mandaron construir la doble vía electrificada México-Querétaro, se amplió el espacio por donde viajarían los modernos trenes (doble carril, cuatro vías pues), se instalaron las vías, se montó todo, incluso se compraron las máquinas que fueron almacenadas allá en la vieja estación del DF, en las bodegas de Ferrocarriles Nacionales de México, en fin, que se invirtieron miles de millones de pesos. Para colmo, las máquinas eran más grandes y no cabían en las vías que se instalaron para que recorrieran el trayecto. El resultado ustedes lo conocen. Nunca entró en funcionamiento, se robaron los miles de metros de cable, también los kilómetros de rieles y Ernesto Zedillo Ponce de León, vendió todo, hizo desaparecer la empresa mexicana de Ferrocarriles y el dinero de la venta lo desapareció.
Toda inversión siempre será buena, México necesita de ella. Pero bien programada, bien proyectada y en este supuesto las cosas no pintan bien. En unos cuantos días cambió el proyecto, no vaya siendo que lo cambie ahora que sea Presidente Constitucional, parece que va de acuerdo a la etapa del proceso camino a la más alta magistratura en el País, la Presidencia de la República. Siendo Presidente virtual anunció un proyecto, hoy que es Presidente electo, anuncia otro; solo falta que lo cambie siendo Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Por cierto, en relación a la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional, dicen los que conocen bien al Presidente electo que, de continuar la obra del Aeropuerto, todos recordarían a Enrique Peña Nieto, eso es lo que no quiere, no le gusta; en cambio, la construcción del “Tren Maya”, todos recordarán la obra de Andrés Manuel López Obrador. Ya sabe usted, eso de los egos presidenciales es muy fuerte ¿Será cierto? Total, nadie lo entiende, ni sus más cercanos colaboradores, quienes en muchas ocasiones le enmiendan la página.
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