Decía el genio de la comedia causante de mi “marxismo”, Groucho Marx: “Es mejor estar callado y parecer idiota, que hablar y despejar las dudas definitivamente”.
Parece que varios políticos deberían repetirse esa frase todos los días golpeando su cabeza contra la pared para fijarla en su mente. Tal es el caso de la “diputada por negociación”, Elsa Adané Méndez Álvarez, quien ha hecho nota de sus pifias y bosta discursiva desde que era candidata (cómo olvidar que la homofobia es el miedo a las alturas) y ha ratificado su pusilánime condición desde su curul.
Hablar, querido lector ,de Elsa Méndez, es hablar de negociaciones en lo oscurito, de traiciones a los principios de Acción Nacional y de consecuencias del “Panchismo” que impera en la entidad y contamina positiva o negativamente la mayoría de las instituciones del estado; pero esa es otra historia.
Así que remontémonos a los orígenes, “La inquisidora Méndez” es esposa del polémico líder transportista Juan Barrios, ese que ha puesto en más de una ocasión “patas pa’bajo” (sic) al gobierno e instaló mingitorios en plena Plaza de Armas.
Pues bien, estos personajes llegan al PAN por invitación y pago de los favores recibidos por el entonces candidato Francisco Domínguez, quien les utilizó para desgastar al otrora gobernador Calzada, haciéndolos “panistas de generación espontánea”, o como diría el extinto Castillo Peraza, “panistas a sueldo”. Si le suena como asesino a sueldo, al maestro Peraza también.
Dicho lo anterior, Méndez obtiene la candidatura a la diputación del VI Distrito local en la mesa y como premio de consolación, pues Juan Barrios pretendía la candidatura del PAN al municipio de El Marqués.
La polémica pareja, al no tener grupo de pertenencia, fue arropada más a fuerzas que de ganas por los duros del PAN, mismo grupo al que hoy golpea y ofende públicamente al no recibir eco de sus anacrónicas y viscerales pantomimas políticas, incluso acusándolos de represores, como es el caso de Luis Bernardo Nava y Apolinar Casillas, ambos panistas de cepa a carta cabal.
El desconocimiento partidista y doctrinario de Méndez es evidente. El mensaje de odio y rencor contra todo lo que no entiende es peligroso para la sociedad, riesgoso para Acción Nacional y un dolor de cabeza para su mentor Francisco Domínguez.
Y surgen las preguntas: ¿Qué están esperando para mandarla a comisión de orden? ¿Acaso será que la pareja Barrios Méndez consolidó un poder superior? ¿Dónde están Michel Torres y Agustín Dorantes? ¿ Por qué la comisión de orden del partido no actúa de oficio como en otras ocasiones? ¿A qué le temen? ¿Qué sabe Elsa Méndez que se permite violar de manera sistemática el principio de separación Iglesia-Estado sin que el IEEQ haga nada?
Elsa Méndez es un cáncer que requiere cirugía de extirpación. Y no debe haber miedo de metástasis en otra fuerza política: quien traiciona una vez, traiciona siempre; y una “radical con tintes fascistas” no cabe ni en Morena, que recibe de todo.
Parafraseando a mi muy querido amigo y último ideólogo del PAN, Manuel Espino: “Hay priistas que ya los quisiera Acción Nacional y hay panistas que no se los deseo ni a Morena”.
Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créanle a sus ojos.
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