La llegada de la Primavera es festejada en muchas y diferentes formas por todos; se va la gente a cualquier pirámide a “llenarse” de “energía”, se viste de blanco, danzan los concheros, se apestan de copal, se llenan los pueblos mágicos con miles de turistas chicharroneros, entre otros ritos y ceremonias.
Tengo para mí que todo es pura simulación para aprovechar el “puente” o fin de semana largo, y que lo místico nos hace perder el sentido de la realidad.
La llegada de la Primavera para mí es el aviso de la importancia que tiene el agua, de que entramos de lleno al estiaje, que el calor del sol nos va quitar toda esa “energía positiva” de que nos llenamos con el equinoccio, la alegría desaparecerá cuando el agua se empiece a racionalizar para abril o para mayo, cuando la sed no se apague ni yendo a bailar a Chalma.
En Querétaro no pasa inadvertido para las autoridades esa realidad social y económica, y el gobierno del estado toma cartas en el asunto con el megaproyecto del sexenio, o del inicio de sexenio: el Acueducto III.
Más allá de lo polémica que pueda resultar la propuesta, el proyecto es necesario; es fundamental tener conciencia de lo que significa el agua para la humanidad, en este caso para Querétaro. Es un tema vital, es un tema de Estado, y por eso todos los proyectos para no solo poder contar con el líquido, sino para cuidarlo y que su distribución sea democrática, son bienvenidos, como el del Acueducto III, un proyecto viable.
Hoy que se celebra el Día Mundial del Agua, hoy 22 de marzo, es necesario recordar que diversos organismos y especialistas alertan en la entidad por una creciente escasez y una dificultad en aumento para contar con suministros confiables del líquido, que no solo viene aparejado al incremento de la población en la entidad –entre 40 y 80 familias llegan diario a Querétaro–, sino también por los primeros efectos desastrosos del cambio climático que cada años nos lleva a sequías más prolongadas, y después trae fuertes tormentas que solo dejan caer el agua pero no se queda aquí.
Es decir que el flujo adicional o la falta de de agua se traduce en sequías e inundaciones más intensas y prolongadas, según la temporada del año.
Con el Acueducto III tendríamos un aumento sensible de la cantidad disponible de agua para el estado, aunque es verdad que la estarían desplazando de lugares que la tienen para traerla con suministros regulares a otros que no se encontraban preparados desde hace décadas para manejarla en exceso, como la tuvo en su momento el valle de Querétaro, que se están agotando sus fuentes y reservas de agua.
El líquido en una de las posesiones más preciadas para Querétaro y los estados circunvecinos, en donde escasez es igual o peor que aquí.
Con la escasez de agua vienen las disputas por límites por ríos o lagos, por el control de presas o por salida territorial a donde hay agua.
La falta de agua está llevando a las comunidades a enfrentarse entre sí, o a emigrar masivamente en busca de tierras con acceso a fuentes seguras de agua.
Mientras la demanda de las comunidades por el líquido lleva al denominado estrés hídrico en que las fuentes regulares de agua se sobreexplotan o se contaminan por el descuido en su manejo.
Por eso es importante el proyecto del gobernador Mauricio Kuri, porque el gobierno del estado tiene oportunidad de planificar un mejor y más racional uso de sus recursos hidrológicos, antes de que la falta de agua lleve a una eventual conflagración regional primero, y luego nacional, por su posesión.
No es privativo de Querétaro, el problema lo tienen casi todos los estados tan o más desarrollados que aquí, como Nuevo León o Jalisco; por eso hay que cerrar filas, y sin ser gandallas, hay que hacer caso del dicho popular de que agua que no has de beber, déjala correr, para evitar conflictos tanto internos como con otros estados.
Aunque dicen los expertos que hay otras alternativas, mientras las proponen, el Acueducto es un buen proyecto, si no se politiza, se partidiza o polariza.
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Mar 22
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