Es difícil hablar del PRI, y más difícil es hablar del PRI en Querétaro porque no existe, y cuando aparecen como fantasmas es solo para poner en evidencia su decadencia, como lo que hicieron el fin de semana pasado.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la entidad y en el país está agonizante, desahuciado, no sé a ciencia cierta si compite con el PRD (Partido de la Revolución Democrática) por desaparecer, porque a estas alturas, Movimiento Ciudadano a nivel nacional supera a los dos partidos juntos.

Así, en la entidad el PRI tiene solo un 7% –según los resultados de la pasada elección, y se me hace mucho– en las preferencias locales y una gran fuga de militantes priistas, y para convencerlos de que no lo sigan abandonando, el otrora partidazo, el Comité Estatal, se saca de la manga la entrega de una serie de “preseas”, “medallas”, que quién sabe que representen.

Un acto lleno de un pasado sin futuro. Lo que queda del priismo queretano vive en la nostalgia de un partido que fue –tiempo pasado– el gran partido de México. Ahora su desprestigio, el de sus integrantes, la historia pasada y reciente de corrupción y abusos les pasa factura.

En esa triste y cruel realidad política, la presidenta del PRI en Querétaro, Abigail Arredondo, se inventó un evento en el Comité Estatal para otorgar preseas a los priistas que ha demostrado trabajo y lealtad al partido.

No creo que muchos queretanos, nacido o allegados, recuerden quiénes fueron Ernesto Luque Feregrino, Blanca Pérez Buenrostro, Rafael Camacho Guzmán o Antonio Calzada, y quienes los recuerden, no creo que sea por sus obras, que salvo Rafael Camacho Guzmán, de los demás por respeto a su memoria ni qué decir.

Así, la medalla “Rafael Camacho Guzmán a la Lealtad Partidista” fue dada a Jerónimo Sánchez Torres, de Tolimán. La presea “Ernesto Luque Feregrino al Mérito Revolucionario” fue para Gustavo Nieto Ramírez. La presea al Mérito Militante “Antonio Calzada Urquiza”, entregada a la maestra Josefina Vargas Briseño, y la presea al Mérito Femenil “Blanca Pérez Buenrostro” fue para doña Teodora Huerta Sánchez.

Es un asunto interno de los priistas reconocer a la militancia y darles una medalla por sus trayectorias y años cumplidos en el PRI, pero sería mejor que su partido les dé la oportunidad de ser candidata o candidatos por lo menos a regidor o diputado.

Porque seguro estoy que para el 24 ninguno de los homenajeados estará en las boletas, y los candidatos serán los impuestos por el calzadismo que controla el PRI local.

Es decir, está claro que el evento fue inventado para darle foro a José Calzada, exgobernador que ha impuesto a los dos o tres últimos dirigentes locales, incluidos a Abigail Arredondo, excandidata al gobierno estatal y que llevó al tricolor a su nivel más bajo en toda la historia del partidazo.

Los pedazos de metal son un reconocimiento, pero no dejan de ser un pedazo de metal que nada aporta a levantar al PRI que se encuentra en pedazos en las preferencias electorales.

Seguro que para la próxima elección, los reconocidos con las plurinominales sean la propia Abigail Arredondo, Paul Ospital y sus amigos, y quizá hasta una candidatura al Senado para el exgobernador José Calzada, que obviamente perdería.

En el PRI nunca se ha reconocido a los que hacen la talacha, nunca les dan la oportunidad de ser candidatos, que es el mejor reconocimiento, porque la verdadera medalla sería darles la oportunidad de abanderar al PRI en 2024 con candidaturas dignas por lo menos, porque pedir que sean ganadoras ya es un sueño guajiro.

El PRI puede levantarse, tal vez sí, lo más seguro es que no; pero primero tiene promover que todos esos priistas reciclados que han perdido las últimas elecciones, y que han provocado la desbandada de las verdaderas y los verdaderos priistas, se hagan a un lado, a ver si recuperan algo de lo perdido, porque si siguen los mismos de los últimos 9 años, seguro que la medalla que ganarán será en forma de bolillo, por llegar en último lugar en las próximas elecciones.

Atole con el dedo en forma de medalla es lo que la dirigente local, Abigail Arredondo, les dio a los pocos priistas que quedan, todo sea por complacer a su patrón.

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