No cabe la menor duda de que AMLO anda en busca de un estado de excepción que le permita la continuidad en el cargo. De todo genera conflictos.
Es un hecho que López Obrador pretende la nulidad de la elección presidencial; aunque pareciera absurdo, no lo es. Ha venido ensuciando con enfermizo énfasis el proceso, desde la designación de su “corcholata”, y antes de ello ya estaban en campaña haciendo uso de recursos públicos millonarios.
AMLO no suele cumplir lo que con insistencia afirma. Ha dicho con fruición reiterada que cumplirá su periodo y se irá. Por supuesto que así lo mandata la Constitución y fue electo bajo esa premisa, ¡solo para un periodo de poco menos de 6 años! Ni un día más, bueno, ni un minuto extra.
¿Por qué entonces tanta insistencia? Cuando dijo que bajaría la violencia criminal, no cumplió; cuando ofreció mejorar el sistema de salud, tampoco cumplió; se comprometió a bajar el precio de las gasolinas y no lo hizo; amenazó con mejorar el Producto Interno Bruto a su llegada, tampoco cumplió; juró cumplir con la Constitución y ahora afirma que ninguna ley está por encima de su “autoridad moral”. ¿Que nos hace pensar que dejará el cargo el septiembre próximo?
Luego, los serviles le acarician y endulzan el oído, al sugerirle una pequeña modificación a la Constitución para que se prolongue su mandato. Sí, un imbécil gobernador, el de Sinaloa, aquel que ligan con el crimen organizado, le lanza la sugestiva propuesta, político morenista que juró subordinarse a la Constitución y está dispuesto a violarla.
Ustedes pensarán ¡no tiene mayorías calificadas en las cámaras! Efectivamente. Pero precisamente por ello insiste López Obrador en alcanzar esas mayorías en las elecciones del 2 de junio próximo.
De ser así, ya podrían reformar la Constitución a su antojo, a placer. Adiós al México que conocemos. Destrozarían al país en el afán de llevar a la pauperización de la sociedad mexicana. ¡Pobres y jodidos! Por eso la sugerencia de reformar la Constitución, para que continúe como presidente.
El paquete de reformas a la Constitución y otras secundarias que presentó AMLO resultan simple entretención en pleno proceso electoral. Él lo confirmó, lo aceptó y se burló: “sí son electorales, ¿y qué?” ¿Su intención? No solo ser el director y coordinador de la campaña de su “corcholata”; su pretensión real, ser el verdadero candidato en la contienda. Si bien no estará en la boleta electoral, espera que ganando la elección por mayoría calificada en ambas cámaras, por medio de reformas de fondo a la Constitución, podría no solo anular las elecciones, sino prolongar su mandato. Tachando el proceso de sucio, de fraudulento; claro, todo provocado por el mismo autor.
AMLO está haciendo un cochinero de la elección, bajo el auspicio de la presidenta del Consejo General del INE. No fue casual que el presidente y su sanguijuela Arturo Zaldívar hayan urdido la llegada de una morenista más a la SCJN y en espera de la cuarta para anular, literalmente, al Poder Judicial. Fuera y adiós al contrapeso de los poderes públicos. Y para finales de año, de concretar el “cuartelazo electoral”, esos 4 votos cautivos morenistas en la SCJN le permitirían hacer cualquier desaseo “legal”, en bien de los pobres y para acabar con la oligarquía que tanto pronuncia, aunque nunca la identifica en personas, son solo palabras para el desgaste, el desprestigio político-electoral.
Parece descabellada la hipótesis. Sin embargo no lo es. Recordemos cuando quisieron trastocar la Constitución para que Arturo Zaldívar se quedara dos años más en el poder de la presidencia de la SCJN. Les falló la intentona. ¿O cómo no traer a colación la otra intentona con el exgobernador de Baja California, que quiso prolongar su periodo de gobernó dos años más? Tampoco les alcanzó. Todo gracias a la Corte. Pero los intentos no cesan. No quieren dejar el poder una vez que llegan a él por la vía democrática, tal cual régimen comunista o socialista. Los ejemplos sobran.
El viernes 1 de marzo legal y formalmente empiezan las campañas constitucionales; inicia la carrera y AMLO les lleva ventaja, incluso a su candidata. Sus mañaneras son su el imán, el trampolín electoral y político, haciendo uso y abuso de los recursos públicos. “Jala la agenda política”, no solo la pública.
López genera la polémica y los grandes medios de comunicación lo secundan sin chistar. No cabe duda que él es el candidato de Morena.
El ferviente deseo del tirano de AMLO: prolongar su mandato al frente del Poder Ejecutivo a como dé lugar. Solo falta que los millones de los electores se lo permitan.
Quienes no apoyan a López Obrador son la enorme mayoría de esos 98 millones 909 mil 770 personas que conformarán la Lista Nominal de Electores (al 22 de febrero de 2024).
México, sus libertades, su democracia, como nunca, en manos de esos millones de mexicanos que están obligados, por interés propio y el de sus familias, a acudir a votar en favor de las libertades y la subsistencia del sistema democrático. Todo ello no lo garantizan los candidatos de Morena.
Haciendo uso del derecho del pleno ejercicio de la libertad del sufragio efectivo no reelección, la mayoría de electores podrá impedir el enquistamiento de la tiranía que promete imponer el candidato sin registro.
La solución, en manos de los mexicanos.
No olviden que ¡AMLO es un peligro!
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Feb 24
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