Mi intención no es ofender a nadie, ni mucho menos hacerlo sentir tonto; cada quien es libre de creer en la ficción que más le acomode. Pero sí creo oportuno escribir que Movimiento Ciudadano en el estado se está erigiendo como el espejismo político por excelencia para atraer ingenuos que creen que porque su mamá les dijo que eran los más guapos y los más inteligentes van a ganar muchísimos votos, derivado de la creencia de que ellos son causa y no consecuencia.
Estoy consciente de que con esto rompo el presupuesto de más de uno; pero en serio, ¿hay quien crea que un candidato puede hacer la diferencia para ganar una elección? Le explico:
Para que una persona sea variable válida respecto a la votación histórica de una fuerza política, esta debe garantizar por sí sola entre uno o dos puntos porcentuales de los sufragios efectivos proyectados a la jornada electoral.
Y antes de que me diga que el expresidente Andrés Manuel logró ganar con un partido de reciente creación, sea honesto consigo y asuma que el señor es un fenómeno político de esos que se dan cada centenario; pero si aún tiene dudas, lo reto a que señale a un actor político queretano que sea capaz de repetir la hazaña en lo local —suscribo, en lo local, porque federal sería un exceso. Es más, le doy ventaja, mencione un actor político que logre llevar la elección estatal o capitalina a tercios, no pido mucho. ¿ No pudo? Claro, ¡porque no lo hay! Y cualquiera que juegue fuera de las dos fuerzas políticas punteras en la entidad, a lo más que aspira es a conservar el registro, ¡y ya!
Pero no se frustre, al contrario, siéntase orgulloso de ser medianamente racional y no compartir la ficción gregaria, ya que no lo encontró, porque no hay candidato que sea capaz de mover por su sola persona a treinta y seis mil almas, que serían el 3% de la votación efectiva proyectada en el estado. Y tampoco hay quien logre asegurar las conciencias de entre quince y dieciséis mil habitantes de la capital, para asegurar de menos una regiduría.
Dicho lo anterior, quizá vaya entendiendo por qué llamo a MC espejismo, pues se antoja poco menos que imposible que un partido que logró tener el ansiado registro local después de veinte años y que obtuvo solo el 7% de la votación en el estado —por cierto, muy relativa y sumamente cuestionable, por aquello de que “ganancias pasadas no garantizan rendimientos futuros”— logre siquiera ser un digno tercer lugar en 2027, pues su verdadera capacidad se limita a ganar municipios cuyos padrones electorales no superan la población de cualquier CBTIS o preparatoria pública del estado y están sujetos a cacicazgos locales que solo necesitan una bandera para treparse.
Como verá, no niego la utilidad de la franquicia; tampoco hay que menospreciarla. Como no la menosprecian políticos experimentados a quienes les ha resultado el megáfono perfecto para vender “sus canicas” que, dicho sea de paso, su valor es inversamente proporcional a la atención que pone el partido y actores en el poder en ellos, pues al igual que el propio partido, su valía personal se constriñe —al menos en el proceso electoral inmediato— a congregar a través de jingles pegajosos y campañas de márquetin de las que Barney se sentiría orgulloso, a votantes en proceso de identificación, valemadristas y uno que otro harto de las dos principales fuerzas políticas y sus aliados. Nada más.
Otra cosa que no se puede regatear y mucho menos pasar de largo es el olfato que están teniendo algunos priistas, pues ante la inminente pérdida del registro local del partidazo, más vale que digan aquí corrió que aquí quedó; pero eso será… en otra columna.
“El que no conoce a Dios, a cualquier piedra se le hinca”.
Mitología política
Como cada proceso electoral, la mitología se hace presente, y al menos en mi caso, se convierte en un enfermizo placer con tintes adictivos escuchar a las mentes “más privilegiadas” del estado (otras no tanto) expresar con seriedad sepulcral leyendas que superan cualquier relato religioso, con la misma seriedad que John Jumper explica la estructura de las proteínas, claro, con la diferencia de que el Premio Nobel explica cómo llegó a sus conclusiones, mientras que los gurúes de la política son incapaces de expresar al menos un indicio con mediano rigor que dé base a su argumento, limitando su fundamentación a sesgos subjetivos o ideológicos que al ser cuestionados producen una irritación similar a la que sufre un chaval cuando otro contemporáneo le rompe la ilusión de que en Navidad un anciano obeso recorría el mundo repartiendo regalos introduciéndose por su chimenea, aunque claro, en su casa como en la mayoría de las casas del centro del país no hubiera y noches antes de la Nochebuena haya visto a su padre volver de la fiesta de fin de año de la oficina, oliendo a güisqui barato empujando una Bimex o un triciclo Apache, batallando con la puerta de la entrada y recibiendo los regaños de su madre derivado del ruido producto de su estado.
De verdad no puedo explicar el perverso regocijo que me da escuchar idioteces mayúsculas como que ya está negociado el estado, para luego ser yo ese chamaco cabrón que sale a decir que su afirmación, aparte de absurda y fantasiosa, es ofensiva a la inteligencia y la voluntad individual, siendo solo un reduccionismo que pretende nulificar de origen la capacidad de raciocinio de por lo menos un millón setecientas mil personas que deciden salir a votar y casi sesenta mil que deciden no hacerlo, limitándose a repetir como quien fuera trepanado: “Claudia y Kuri” ya negociaron, sin explicar qué y cómo carajos se va a llegar al objetivo.
De verdad, si usted quiere creerlo y se siente a gusto con ello, ¡hágalo! Pero si usted es medianamente inteligente —y sé que lo es—, entenderá que este como los siguientes mitos que iré tratando a partir de hoy y conforme me vaya enterando, tienen el mismo origen primigenio, la necesidad de explicar y asumir que alguien o algo tienen el control de los fenómenos caóticos propios de la vida misma, de los cuales no se excluyen los procesos electorales.
“Para lenguas y campanas, las queretanas”.
Sepan cuántos
El gobernador Mauricio Kuri parece estar haciendo lo de “yo tenía diez perritos”, ¡pero al revés!, pues en lugar de que vayan quedando menos, le va sumando más cada semana. Ya vamos en 10 y los que se sigan acumulando para sucederlo.
Las preguntas son: ¿Cuántos de los mencionados por el primer mandatario se la están creyendo? ¿Y cuántos tendrán la madurez para entender que solo fue una mención?
“Éramos muchos y parió la abuela”.
Calzadismo moreno
Que el que ya se está apoderando de Morena y tiene al menos dos cartas a la gubernatura del estado en las personas de Santiago Nieto Castillo y Luis Humberto Fernández —en ese orden— es el exgobernador José Eduardo Calzada Rovirosa, lo que debe poner señales de alerta entre mecenas y operadores particularmente del legislador, pues el que a dos amos sirve con uno queda mal, y eso de recibir a dos manos va a acabar por quemar al también oriundo del otrora Distrito Federal.
“Cuando el río suena”.
Lenguas viperinas
Cuentan que ya se acabó el enojo del exgobernador Pancho Domínguez con el senador y líder de facto del PAN nacional, Ricardo Anaya, pues este ya puso en la mesa una diputación federal para quien Pancho diga. Y dicen que ya dijo.
“La cama hace extraños enemigos, la política no”.
Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.

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May 25
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