Los procesos de selección de las candidaturas presidenciales de 2024 han estado plagados de irregularidades, inconformidades y sometimientos de l@s aspirantes a los designios de intereses ajenos a sus candidaturas.
No es por ser malpensado, pero si en la política no hay casualidades, menos en la cuestión electoral, en lo de la elección de candidatos, o candidatas en este caso, a la presidencia de la República.
Una vez definidas las cosas, en apariencia, tanto en el partido en el poder, Morena, como en la oposición, el Frente Por México, vemos que el asunto se pone truculento al recordar que ambas aspirantes, Claudia Sheinbaum de Morena, PT y PVEM, y Xóchitl Gálvez por la oposición, PRI, PAN PDR, son producto del patriarcado, de la imposición de hombres.
Nada más mentiroso que ambas sean producto de procesos democráticos al interior de sus partidos; ambas saben que su designación vino de procesos simulados, donde los controlaron y dirigieron hombres.
Ni Claudia ni Xóchitl son producto de la decisión los militantes de sus partidos, menos de la decisión ciudadana que quieren aparentar sus mentores para reivindicar, para aprovechar la necesidad de la igualdad de género.
En el caso de Claudia, es de todos conocido que desde hace un año el presidente Andrés Manuel López Obrador, líder y dueño de Morena, ya había decidido su candidatura cuando la destapó como la mejor corcholata, y desde ese momento recibió la ayuda y el impulso que la consolida para obtener la candidatura.
Claro que los morenistas, los claudistas, lo van a negar; pero qué podrán decir sino eso, pero Claudia no es la candidata de Morena o de los ciudadanos que apoyan a Morena, es claramente la candidata de AMLO; él la creo, él la postuló y él la eligió.
Por su parte, Gálvez está peor, es producto de un pacto entre rufianes como Claudio X. González, Alejandro Moreno –dirigente del PRI–, Marko Cortés –dirigente del PAN– y el dirigente del PRD.
Fueron ellos, son ellos, los aparentemente llevaron las riendas, la crearon, la inflaron mediáticamente, controlaron el proceso interno del Frente Por México, hasta eliminar a quienes buscaron la dizque candidatura.
Al final del desastroso “ejercicio democrático”, fue impuesta a sangre y fuego; y claro que ella acepta gustosa y se la cree, o tal vez colabora al deterioro democrático del país.
Basta recordar la forma tan humillante como quitaron del camino a Beatriz Paredes, y Gálvez viendo cómo Alejandro Moreno sobajaba a una mujer que políticamente es mucho más grande que ella, que tiene mayor experiencia, conocimiento y capacidad. No dijo nada, se quedó muda.
La verdad, tengo para mí que ambas –Claudia y Xóchitl, aunque parezcan de distinta procedencia, son candidatas por el mismo dedo, el de AMLO.
Porque aparentemente Xóchitl es impuesta por los cuatro que mencionamos líneas arriba, pero realmente quien la señala y la lleva de la mano a la candidatura es AMLO, con sus “críticas” en la mañanera que, si pensamos mal, tenían el objetivo de postularla.
Y todo para qué, diría la canción, para qué tanto amor de AMLO a la Gálvez, pues para que se ella la que legitime el triunfo de Claudia. Qué mejor que una mujer aceptando el triunfo de otra mujer.
Entonces, realmente el país esta preparado para que nos gobierne una mujer, pero queda claro que queramos o no, los mexicanos no elegimos; ya AMLO eligió que nos gobierne una mujer, y los de la oposición se la creen que son ellos los que tienen una candidata.
El experimento, el ejercicio, ya lo realizó AMLO en el Estado de México, y le salió, por eso espera repetir en la presidencial con ese método.
Así es que la que será la boleta de la elección presidencial más concurrida en la historia democrática del país parece estar ya completamente definida: dos candidatas mujeres, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, impulsadas desde Palacio Nacional y que aparentemente están representando a dos coaliciones electorales que chocarán de frente y en un ambiente altamente polarizado y confrontado, y un candidato varón, que bien podría provenir de Movimiento Ciudadano, y otro “independiente”, como el tal Verástegui, ambos de relleno electoral.
Nos va a gobernar una mujer, no por elección ni decisión, sino por imposición; y no hay de otra.
¿Será el tiempo de las mujeres o el tiempo de una nueva alternancia? Esa pregunta la responderán los votantes en la soledad de la urna.
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Sep 23
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