[Me Lleva el Diablo] Fuera manos extrañas del paro en la UAQ; respeto a los estudiantes y a la autonomía universitaria

Lo habíamos comentado en varias ocasiones, la última vez con motivo del homicidio o presunto feminicidio de Valentina; lo comentamos el pasado 7 de septiembre, no hace ni un mes, cuando dijimos en este espacio que:

“En la UAQ deben de tener en claro que no basta con mandar condolencias públicas a familiares y amigos de Valentina “N”, ni con exigir a las autoridades proceder con la investigación con perspectiva de género para alcanzar justicia. No, no basta con eso; deben de ser más responsables de sus alumnos y tomar otro tipo de medidas, no solo en Psicología, sino en toda la comunidad universitaria; porque es de todos conocidos que en la UAQ hay un severo problema de acoso, de violencia: de género, académico, oculto pero visible. Presupuesto tienen para prevenir, no para corregir”.

Y el viernes 30 de septiembre se desbordó el asunto.

Creo que a nadie en su sano juicio –que no tenga otros intereses, ni personales ni de grupo, solo el interés primordial de ver una universidad viva, dinámica, educando en la verdad y el honor– le gusta lo que pasa en la UAQ.

Un paro estudiantil legítimo, que se debe respetar por todos: gobierno en todas sus instancias, partidos políticos, por “políticos” que ven en el movimiento una oportunidad, una perversa oportunidad, de enredar el tema, de llevar agua a su molino.

También internamente, hay que decirlo, en la UAQ hay grupos que no velan por los intereses universitarios, por el interés de educar en la verdad y el honor, sino solo ven por el oscuro interés de controlar la estructura administrativa y educativa del alma máter, que viven de mamar y secar a la universidad, no trabajan para la universidad sino para sus intereses.

Pero ese es un tema interno también, que los propios alumnos deberán de ver con claridad para evitar ser usados por esos grupos que ya ven en sus manos la Rectoría, que es lo único que les importa, aun a costa de lo que les pase a los alumnos y alumnas.

Hay grupos que no tienen interés en solucionar la violencia de género, ni ningún otro problema universitario, solo van por el botín universitario.

Por eso hay que gritar fuerte: Manos fuera de la universidad, respeto al movimiento estudiantil, a la autonomía universitaria, que no se pervierta el aplazamiento que hacen los estudiantes, que las ambiciones de personajes oscuros dentro y fuera de la misma universidad no intenten manipular un movimiento legítimo.

Es el primer año en que la UAQ recibe un presupuesto a modo, como lo demandaban; por lo mismo, es el momento de dejar de lado los pretextos y empezar a dar solución a la problemática interna que tiene la comunidad universitaria, empezando por erradicar, combatir, o por lo menos controlar, la violencia de género que durante tantas décadas se viene ejerciendo en la UAQ.

A pesar del paro, de la legítima demanda estudiantil, hay que decirlo: la Universidad Autónoma de Querétaro, como institución educativa, es reconocida a nivel nacional entre los lugares 10 y 25 durante los últimos años en las mediciones del nivel educativo, lo cual la coloca en un lugar medio-alto en cuanto a calidad de sus estudios.

Eso es verdad, pero el conocimiento no le ha dado la fortaleza para erradicar un problema que tiene décadas, sí, décadas; porque la violencia de género, académica y hasta administrativa contra el estudiantado ha sido el pan de cada día, desde que se fundó la UAQ.

Cómo no recordar la negra época de los llamados “porros” –de izquierda y de derecha–, ahora muchos de ellos “profesionistas” y “orgullosos” universitarios.

Historias de maestros “chicharroneros”: en el aula y fuera de ella solo sus “chicarrones” tronaban; hay historias, muchas historias de esos abusos, que se han venido dando por décadas.

Siempre la UAQ ha sido un nicho de control político, más ahora que la UAQ es grande; por el tamaño de su matrícula es una tentación su control político.

Los queretanos de antes que la controlaban perdieron el poder, como han perdido el gobierno del estado, y ahora es controlada en sus últimas administraciones por perfiles diferentes a los prianistas, y hasta de los dizque “izquierdistas”, y es controlada por el ahora senador –sí, de Morena, pero no de izquierda– Gilberto Herrera Ruiz y la doctora Teresa García Gasca, a los que se les suman algunos grupos de presión que han vivido a la sombra en dos que tres facultades como Ciencias Políticas Medicina y Contabilidad. Hay más grupos que creen que mecen la cuna en la UAQ.

Gilberto Herrera ganó y desplazó a un grupo nefasto que encabezaban en ese entonces Raúl Iturralde –ahora titular de la USEBEQ– y Marco Carrillo; ganó con el apoyo estudiantil, les dio el campanazo, no lo esperaban porque nunca, nunca les preocupó el estudiantado.

Teresa García repite la fórmula, pero con la novedad de un rompimiento con Gilberto Herrera.

En el fondo, la realidad es que la matrícula estudiantil es muy diversa en cuanto a nivel socioeconómico, pero también en cuanto a formación política; los estudiantes en la UAQ son ahora menos manipulables, ni por sus consejos estudiantiles ni por la FEUQ ni por los maestros costrosos que siempre los usan de carne de cañón.

El estudiantado universitario actual es, sin duda, un organismo social complejo, que no está exento de situaciones como el acoso estudiantil, ni de la manipulación interna.

La realidad es que hace décadas era más fuerte la violencia de género, física y académica contra los estudiantes, pero se ha avanzado y las primeras denuncias sobre acoso en la UAQ de las cuales hay registro datan de 2017, cuando Gilberto Herrera era rector, expediente en el que se involucró al profesor, a quien se acusó de violación.

En 2018, cuando se presentaron movilizaciones físicas y en redes con el hashtag #yotambiénUAQ para hacer señalamientos de acoso y hostigamiento por parte de profesores. Durante este movimiento participó incluso la hoy rectora Teresa García Gasca, promoviendo conferencias y respaldando este movimiento.

La historia sobre la violencia física, de género y/o académica en la UAQ es larga, y muchos en la UAQ tienen cola que les pisen al respecto.

Por ello creo que es el momento de los estudiantes, de que con transparencia pongan un alto a esa violencia, que se encuentren mecanismos, formas, instancias, creando estructuras, para combatir la violencia en cualquiera de sus manifestaciones.

Es la hora de los estudiantes, no de los manipuladores; fuera manos internas y externas que busquen pervertir el movimiento limpio y claro que impulsan los estudiantes.







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