Vivimos tiempos difíciles, tanto en lo nacional como en la entidad; tiempos de definiciones que se toman en un entorno social complicado.

El PAN en lo local y Morena en lo nacional son las dos caras de una misma moneda, no hay manera de distinguirlos cuando actúan igual, cuando imponen sus mayorías para mostrar el poder.

Morena en lo nacional apabulla al PAN y el PAN en Querétaro hace ver su suerte a los morenos; la misma medicina aplican los dos en ámbitos diferentes, aunque se discuta que los proyectos de nación son opuestos, la forma es la misma: el mayoriteo antidemocrático.

Los dos partidos, uno en lo nacional y el otro en lo local, se niegan a escuchar, a debatir propuestas e ideas; los dos, uno en lo nacional y otro en lo local, denuncian el mayoriteo y aprueban o reprueban los plantones en las sedes legislativas, según sea el caso.

El último tramo de sexenio de Andrés Manuel López Obrador y el inicio del sexenio de Claudia Sheinbaum está resultando ser uno de los más agitados y turbulentos de que se tenga memoria en el presidencialismo mexicano.

Para estos momentos es seguro que en el Congreso de la Unión la aplanadora mayoritaria de Morena y sus aliados ya hayan aprobado “en lo general y en lo particular” el dictamen de Reforma al Poder Judicial de la Federación que modifica 16 artículos constitucionales y que termina con el modelo de una Suprema Corte y un Poder Judicial independiente y autónomo para dar paso a un incierto y complicado modelo de jueces, magistrados y ministros electos por el voto popular y no por exámenes de oposición y capacidad y experiencia.

Ahora seguiría en el proceso legislativo buscar la aprobación del Senado y de 17 de los 32 congresos locales para que las reformas constitucionales quedaran aprobadas y listas para entrar en vigor.

Lo que viene sería lo más penoso y complicado que la elección y sustitución de jueces, magistrados y ministros, lo que llevaría mas o menos un año, se estaría implementando a finales de septiembre del 2025.

Para estos momentos estaremos viendo los gritos y sombrerazos de la oposición, en Querétaro de los diputados federales y senadores panistas, denunciando el “mayoriteo morenista”, denunciando y gritando a la nada “la ilegal sesión de los legisladores que cambiaron de manera ilegal de sede”.

Los mismos legisladores queretanos que no gritaron y dijeron nada la semana pasada cuando la mayoría del PAN –en la peor legislatura que ha tenido Querétaro– de manera irresponsable, en menos de 24 horas, en una sede alterna al Congreso del Estado, aprobó y eligió al fiscal carnal –aún empleado del gobernador–, a 5 magistrados para el Tribunal Superior de Justica y uno para el Contencioso Administrativo, y modificaron la Ley Orgánica del Poder Legislativo.

La misma fórmula que usan los morenistas en el ámbito federal la aplicaron primero aquí los diputados panistas, impusieron su mayoría y obedecieron al Ejecutivo estatal, como los de Morena obedecieron al Ejecutivo federal.

Ni Lupita ni Dorantes ni Sosa ni Anaya, ni nadie de los legisladores federales panistas dijeron nada; silenciosamente festejaron el “triunfo de Kuri, con el que cierran filas” y apoyan hasta “lista negra” de comunicadores que no les aplauden sus ocurrencias.

De esa “lista negra de comunicadores locales opositores al PAN” hablaremos con calma.

Por el contrario, los legisladores federales de Morena, Herrera, Fernández y Robles gritaron y se rasgaron las vestiduras denunciando esa imposición; pero hoy festejan y ríen a carcajadas cuando aplican la misma forma en Congreso de la Unión.

Dos caras de la misma moneda. Así las cosas en el país y en Querétaro, Morena y el PAN no son lo mismo pero son igual, o al revés, no son iguales, pero son lo mismo, como lo quiera ver.

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