En las pasadas elecciones, si bien es cierto Morena ganó 11 gubernaturas y la mayoría de los Congresos locales y, junto con sus partidos patiños, logra solo la mayoría simple en la Cámara de Diputados federal, también es una realidad que perdió millones de votos; millones de mexicanos que en 2018 votaron por Morena, lo dejaron de hacer en este 2021.

Eso le preocupa al gobierno federal con miras a 2024. Y le preocupa, por ejemplo, que en Querétaro no ganó nada, ni un solo triunfo, ni local ni federal; aquí no dieron resultado los beneficios electorales de los programas sociales federales.

La actitud política de Morena, de AMLO, tomada tras las elecciones, revela cierta confusión, enojo y desarticulación en las acciones, justo cuando la circunstancia exige claridad, serenidad y reflexión.

Se viene una purga de colaboradores, por ineficientes, por desleales.

Y como todo, las rutinas también agotan y se agotan, y sobra decirlo, el ejercicio del poder desgasta.

En Querétaro, los enlaces de las dependencias federales, lo que anteriormente se llamaban delegados federales, tienen todo menos compromiso con el gobierno federal, y menos con la Cuarta Transformación, la 4T.

Las representaciones federales en Querétaro se han usado como bolsa de trabajo para colocar a toda clase de personajes, desde burócratas universitarios hasta perfectos desconocidos u oportunistas, o familiares y amigos de los nuevos políticos de izquierda que predican con las viejas formas del PRI y el PAN.

El resultado fue nefasto para Morena, que en la entidad no se vio reflejado en la votación el reconocimiento a los programas sociales, tan defendidos por la 4T.

En el ámbito nacional, luego de la salida de Gabriel García Hernández, coordinador general de Programas para el Desarrollo del gobierno de la República, uno de los hombres más cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador, por ineficiente al no haber dado resultados en materia electoral, vendrán cambios de delegados en los estados de la República.

En apariencia este cambio debería de beneficiar al equipo del senador Gilberto Herrera, porque de todos es conocido que cuando Herrera fue el titular de Bienestar en la entidad no gozaba de la simpatía de Gabriel García Hernández.

Por otra parte, tal parece que Rocío Peniche, actual responsable de Bienestar, no supo –tal vez por indicaciones del senador Herrera– canalizar a los beneficiarios de los programas sociales en votos para Morena.

Es vox pópuli que Rocío Peniche es una burócrata universitaria –y ahora burócrata del gobierno federal– ligada a Gilberto Herrera; sin embargo, carece de la habilidad política para sumar votos a Morena a través de los programas sociales, que a final de cuentas es también el objetivo de todo gobierno, porque el voto es la aceptación o rechazo al gobierno en turno, a sus programas.

Es obvio que Rocío Peniche no tiene ningún compromiso con el proyecto de gobierno de la 4T, y no le preocupa eso, ya que de ser relevada, cómodamente regresa a los beneficios económicos y sociales que brinda la UAQ.

Y al gobierno federal, a Morena, le urgen operadores políticos electorales en las representaciones en los estados, y en Querétaro eso es un fracaso, y al caso de Bienestar se suman los de otras dependencias.

En Querétaro la bolsa de trabajo del gobierno federal es para colocar a los cuates, y aunque los relevos ya se preparan, por ejemplo en el INEA, el Instituto Nacional Para la Educación de los Adultos, solo son de apariencia.

En el INEA se prepara la llegada de Marisol Cruz, una queretana políticamente desconocida, oriunda de Santa Rosa Jáuregui.

La nueva enlace del INEA, dicen, milita en Morena, tiene menos de 30 años y va a ganar –libres de impuestos– como 60 mil pesos mensuales. Además, ya saben, todos los viáticos, celular y vehículo pagado. ¡Qué tal!

En el INEA están despidiendo al personal que tiene 10, 15 o hasta 20 años, sin reconocer su antigüedad; solo les ofrecen la parte proporcional de aguinaldo y de la prima vacacional.

Al INEA ahora están metiendo a enviados de Bienestar, con la ingenua intención que desde ahí puedan ir influyendo en las próximas elecciones.

Esto debido a que los últimos dos delegados eran de estados del norte, y aunque no trajeron a mucha gente, solo algunas chicas guapas aviadoras, tampoco aportaron nada a la 4T. Hasta ahí el trabajo político electoral en esta dependencia.

En la delegación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) las cosas están peor; siguen los mismos funcionarios de hace 15 años y la corrupción es el pan de cada día; en los planteles de educación media superior federalizados cobran las fichas de nuevo ingreso en efectivo, y el dinero se reparte entre autoridades del estado y de DGTI.

Pero lo que sucede en Bienestar y en el INEA, en la SEP donde manda la nueva burocracia, es poco en comparación a lo que pasa en la representación de la Sader, Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, donde ni por milagro conectan con los productores queretanos; o en Economía, o en Gobernación, donde la información es que no hay información; ni en la Sedatu hay resultados, ya no electorales, sino de sus programas.

Todas las dependencias federales en Querétaro están como un elefante reumático, ese mismo que AMLO quiere que camine.

El tiempo vuela, el ánimo y el arrebato transformador del presidente López Obrador se ve obstaculizado en Querétaro por los representantes del gobierno federal.

Los cambios se precipitarán, la cuenta regresiva para relevar a los burócratas federales y consolidar los ajustes emprendidos por AMLO en apoyo a Morena la semana pasada ya están en marcha.

Solo es cuestión de tiempo: tic tac, tic tac.

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