[Tras la Verdad] O nos destruye o lo destruimos; estamos a tiempo

En la mañanera de ayer viernes, a pregunta de un reportero sobre detalles de su “Plan B”, AMLO no tuvo la respuesta, no supo ni qué propuso como reformas. Al final reconoció que si hay violaciones a la Constitución, que los ministros lo declaren.

Vaya irresponsabilidad de quien tiene la obligación de fortalecer las instituciones y no destruirlas, como ha venido sucediendo durante el gobierno de la 4T. No cabe duda que AMLO nos lleva, ahora sí, “al despeñadero”. Si antes la sociedad logra detenerlo en sus aviesas y perversas intenciones. Se comporta como un reyezuelo de la Edad Media. Solo le falta decir: ¡Yo soy el Estado!

Así de perversas las pretensiones de quien solo destila odio y rencor, preñadas de venganza. De inequívoco espíritu vengativo. AMLO se ha declarado como un mitómano profesional, su estrategia de gobierno.

Resulta por demás inconcebible la sandez que dijo sobre la amenaza de muerte en contra de la ministra presidenta de la SCJN. Exactamente la misma estupidez cuando lo del periodista Ciro Gómez Leyva. Culpa a las víctimas de las amenazas. En el primer caso fue un atentado en contra de la vida del periodista. Eso de asegurar que puede ser una autoamenaza de la presidenta de la Corte es no tener límites en la perversidad y enfermiza imaginación de quien ni por asomo se ha comportado como un jefe de Estado. “En una de esas, podrían ser ellos mismos”, dijo el soez presidente. En lugar de brindar la obligada protección en beneficio de la ministra, la denuesta, la calumnia. Y todo por que no ha logrado ni lo logrará someterla a sus caprichos.

Las actuaciones enfermizas del presidente no tienen parangón, su origen es el temor a perder y volver a perder en los juicios instaurados en su contra. Más ahora tratándose de la tormenta de impugnaciones de su detestable “Plan B”. Al no tener el control del Poder Judicial Federal, entra en desesperación, por eso sus reiteradas ofensas en contra del personal que imparte justicia: todos son corruptos; es más fácil lanzar ofensas, que demostrar que le asiste la razón constitucional y legal. Nunca lo ha hecho.

En mi columna anterior mencioné el cese fulminante de Edmundo Jacobo, secretario ejecutivo del INE. Sí, por medio de una ley secundaria, tanto AMLO como sus legisladores decidieron pasar por alto la Constitución y eliminar el cargo. Cuando que el apartado D, fracción V, párrafo tercero, del artículo 41 de la Constitución prevé la existencia de la figura legal del secretario ejecutivo. Cualquier estudiante de Derecho conoce el principio legal de la jerarquía de las leyes; nunca una ley inferior puede estar por encima de una ley de jerarquía superior, mucho menos confrontarla, como es el caso. Es injustificable que hayan violado la Constitución en aras de un prejuicio malhabido de AMLO, quien reconoció no saber bien a bien en qué consistieron las inconstitucionales reformas.

¿Acaso ya le habrán dicho el desaguisado legislativo y legal que realizaron?

Seguramente el INE ganará juicios de controversia constitucional y de inconstitucionalidad. Van a la segura. Los ministros, mucho menos los sabuesos de López, podrán sostener la aberrante inconstitucionalidad. Eso de desaparecer una figura que tutela la Constitución por medio de una ley secundaria, ni en los peores tiempos. ¡Ah!, pero pareciera que a López le molesta la presencia de Edmundo Jacobo, y como es uno más de los organismos autónomos que no están bajo su autoridad, prefirió despedirlo por medio de un acto legislativo. ¿Cómo? Desapareciendo el cargo constitucional.

El troglodita no se repone ni se repondrá de las megamanifestaciones ciudadanas en contra de sus acciones autoritarias fuera de la esfera constitucional y legal. AMLO prefiere seguir impartiendo y blandiendo desde su tribuna la falsa bandera de “justicia”, aquello que le parece correcto, no aquello que se subordina al Estado de Derecho. El presidente no ha podido doblegar a todos los ministros ni a varios de los órganos autónomos. Por eso sus aberrantes abusos.

Cada vez es más notoria la desesperación del iracundo presidente de poder perder las elecciones de 2024. Con el “Plan B” quiere garantizar su triunfo por medio del fraude. Los ministros son los únicos que pueden detener la catástrofe de la destrucción de nuestro sistema legal democrático. ¿O detenemos la destrucción de México o nos destruye a todos? Los ministros deben tener bien claras las aviesas intenciones de López Obrador.

AMLO y su recua piensan que en los procesos electorales solo se reciben y cuentan votos el día de la jornada, por eso le dieron una rasurada a cientos de cargos del servicio profesional de carrera electoral. Siempre han negado que vayan a desaparecer muchos cargos operativos del INE, lo cual queda desmentido en el artículo 61 reformado.

Veamos. De 5 cargos que forman las juntas locales y distritales conformados, o eran integrados por 5 funcionarios, suman 332 en por 5; los “achicaron”. Derogaron, desaparecieron los cargos de vocal secretario y de capacitación. Obvio, con toda la estructura administrativa para su funcionamiento. En la primera rasurada eliminaron 664 cargos; todos a la calle; sumados, por supuesto, todo el personal administrativo. ¿No que no desaparecían y despedían personal? Resolvieron el problema compactando funciones; simple, poner en práctica la pobreza franciscana, aunque corran riesgo los procesos electorales. Más mentiras de los retrógrados en materia electoral.

Luego, para pretender ahorrar en el pago de rentas, las oficinas del Registro Federal Electoral las mandan a inmuebles del dominio público, sean municipales, estatales o federales, como si los gobiernos tuvieran más de 330 inmuebles sin utilizar y a disposición del INE; además, con las garantías de seguridad que requiere el manejo de las listas de más de 90 millones de electores que conforman la Lista Nominal de Electores y en su momento el Padrón Electoral. La custodia del material en manos del gobierno; sí, esas que todos utilizamos, las credenciales de elector que expide el INE.

Y así continúa la larga lista de abusos cometidos en el atropellado “Plan B” de López Obrador. Por ello es primordial que antes de que el presidente destruya a México, destruirlo a él; vamos, en lo referente a sus insanas, aviesas, autoritarias y antidemocráticas intenciones de cancelar la democracia.







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