[Tras la Verdad] Un gobierno estúpido que se niega a morir

Sexto y último informe del estado que guarda la Administración pública de López Obrador.

Dos eventos políticos enmarcan el final del peor sexenio de la historia reciente. El primero fue escenificado por la secretaria de Gobernación, en el seno del Congreso de la Unión, inicio de una nueva Legislatura federal. La mujer disertó como dirigente de Morena, nada institucional; línea extraviada intencionalmente. Convertido el Congreso en sesión partidista, no solo perdió la solemnidad que caracterizaba el inicio de un nuevo sexenio y la entrega del informe presidencial, extravió la pluralidad política para convertir al órgano legislativo en arena de Morena.

El segundo acto mediático de López Obrador fue en el Zócalo capitalino, plaza pública convertida, por última vez, en el escenario de triunfo de Morena y sus aliados. Miles de “acarreados” fueron llevados al último informe “ciudadano” del presidente que se caracterizó por repetir miles de mentiras que profirió durante su mandato.

La mentira más irónica y ofensiva sería expresada en el último informe, cuando AMLO aseguró que el sistema de salud en México era mejor que el de Dinamarca. Así de aberrantes las estúpidas mentiras presidenciales. Deja, según el presidente, el mejor sistema de salud del mundo. Cuando que, su gobierno hereda un sistema peor que aquel que recibió en el 2018. Destrozó todo lo que a su paso encontró.

De acuerdo al escritor e investigador de la Segunda Guerra Mundial, el alemán Dietrich Bonhoeffer, AMLO logró “estupidizar” con sus discursos de mentiras a millones de mexicanas y mexicanos que se niegan a reconocer la verdad de los hechos. Según este autor, la estupidez no tiene una causa psicológica; no, es de naturaleza sociológica, es contagiosa: la estupidez de uno requiere la estupidez del otro. Y así, durante miles de horas de discursos mediáticos preñados de mentiras, por más de 6 largos años, el “estúpido de Palacio”, logró “estupidizar” a millones de mexicanas y mexicanos hasta convencerlos de su “verdad deformada”.

El presidente logró que creyeran en miles de sus mentiras. Entre ellas, que no tiraría un solo árbol en la construcción del Tren Maya; que lograría la soberanía energética; que bajó la violencia con 200 mil muertos en sus espaldas; que bajaron los delitos; que México tiene el mejor sistema de salud del mundo; que la megafarmacia surtiría de medicamentos a millones de pacientes; que bajaría el costo de la gasolina; que la economía crecería más que en los tiempos del neoliberalismo y terminó derrumbándola, si acaso, al 1% de crecimiento del PIB; que resolvería el caso de los 43 ayotzinapos y nada, empeoró la investigación; que respetaría la independencia de los poderes públicos e instituciones autónomas, haciendo todo lo contrario, se dedicó a derruir los cimientos de las instituciones que estorbaban a sus tiranos intereses, sentando las bases de una dictadura; que no endeudaría más al país y creció como nunca la deuda; que no habría corrupción y terminó reinando el mal que prometió combatir, el ejemplo de Segalmex es evidente.

La lista de mentiras es interminable. Sin embargo, la población “estúpida”, de acuerdo a la teoría política del alemán Bonhoeffer, millones de ciudadanas y ciudadanos alemanes cayeron en la trampa de la publicidad mediática hasta creer estúpidamente en las mentiras de Hitler ¡Cuales dogmas de fe, no se discuten ni se dudan, simplemente se deben creer! Aunque las pruebas lo desmientan, el fenómeno sociológico fue sembrado en la mente de esos “creyentes” de mentiras.

En el grave problema que enfrenta México, no resulta sencillo resolver que la gente “estúpida” cambie de opinión. Es como una suerte de “hechizo”. Gente inteligente logra caer en ese marasmo y se comporta de manera estúpida. Lo mismo que sucedió a millones de alemanes en la Segunda Guerra Mundial, creyeron las mentiras de Adolfo Hitler. Esas personas, dice el autor de la teoría, nunca creerán en los argumentos en contra de su propia estupidez, simplemente ignoran los argumentos; se sienten orgullosos de si mismos: de su estupidez. Asegura que, muchas veces es peligroso tratar de persuadir a un estúpido con razones, porque se sentirá agredido, se irritará con facilidad e incluso intentará atacar. Hay momentos en la vida de esas sociedades “estupidizadas” en que no hay ninguna defensa; de ahí nacen las dictaduras y el declive de los países, afirma Bonhoeffer. Teoría sociológica que se ve reforzada con la opinión del autor italiano e historiador Carlo Cipolla. Este afirma que siempre se subestima el número de estúpidos; que una persona sea estúpida es independiente a su educación o inteligencia; los estúpidos causan daño a otras personas y así mismo; son impredecibles y peligrosos ¡No hay más peligroso que un estúpido con poder!

Lo peor de todo fanatismo, el que sucede actualmente en México, dada la enorme estupidez de millones de afectados por este mal, dice el autor, se necesita de una crisis para vencer a la “estupidez colectiva” y poderse liberar de ella.

Lo bueno, si acaso se puede utilizar esta palabra, miles de mexicanas y mexicanos que no cayeron en la estupidez provocada por AMLO, se están organizando para vencer al “régimen de los estúpidos”. Deseable no sea por medio de la violencia.







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