Por lo regular, en tiempos electorales surgen los más diversos mitos en torno a la obtención y conservación del poder, mismos que van desde “las elecciones arregladas” por medio de negociaciones partidistas, pasando por “operaciones electorales” cuya única explicación medianamente lógica se constriña al uso del mismísimo “rayo apendejador”, hasta dogmas absurdos como el de “gobernador no pone gobernador” o el de “para ser gobernador se necesita ser senador”.

¿Pero qué tienen todos en común? Lo primero es su origen, pues todos invariablemente nacen de la instintiva necesidad que tenemos los humanos de justificar el origen de los hechos para sentir un mediano control, negándonos de manera irracional al caos natural, además de que siempre es más placentero agregar tintes fantásticos al relato para sazonarlo, que consumirlo crudo.

Es más estético y cómodo pensar que los destinos electorales de México los decide un grupo de gringos blancos, rancios, archimillonarios y con IQ superior al vulgo, que asumir que el presidente ganó por el voto de un chingo de indígenas analfabetas, prietos y jodidos. Es más conveniente repetirse –dándose golpes contra la pared– que las elecciones están arregladas, que aceptar que por mucha movilización y operación que se haga el día “D”, la influencia de sus actos reflejará en un muy escaso 3 por ciento del resultado. Es más cauterizante culpar al gobernador de que no hizo lo que le tocaba, aunque nadie pueda decir qué chingados le tocaba, que admitir el desgaste del sistema y que la alternancia era inminente ante la oxidación del mismo.

Gobernador no pone gobernador es una frase que ha servido para que vendedores de humo embauquen a gobernantes incautos en la imposibilidad inexplicable de no influir en su sucesión. Y el Senado, como instancia previa a la gubernatura, es una falacia construida por quienes pretenden traficar con un presunto empoderamiento en una posición de 128, en la que si no se es consentido de la fracción, se termina en el Bronx legislativo.

Si usted es un ciudadano que cree en estos mitos, lo respeto. ¡Siga creyéndolo! Si estos le sirven para aplacar su ansiedad y hacen la función de placebo para justificar la buena o mala decisión al momento de emitir su voto, ¡está bien!

Pero si usted es político, aspirante a, o pretende constituirse en asesor, y cree, repite y vende esas tarugadas, permítame decirle que está a tiempo de hacer una profunda reflexión y asumir la realidad de los hechos, pues la negociación cupular no garantiza que los simpatizantes de tal o cual partido voten de acuerdo a sus dirigencias. Ni los “operadores” traen todos los votos que dicen tener, ni el gobierno puede aportar más que el voto clientelar que se obtiene por medio de apoyos sociales, ni se empodera nadie en el Senado rumbo al Palacio de la Corregidora. Para ser gobernador se necesita que alguno de los dos partidos con posibilidades de triunfo te nominen ¡y ya! Lo demás es mera fábula. Ahí tiene a Gilberto Herrera, ni candidato fue.

Hoy le apuesto, sin temor a equivocarme, que tiene mucha mayor proyección política cualquier presidente municipal metropolitano que un senador. ¿No me cree? Pregunte quién es el presidente municipal, y luego hágalo por los senadores. Así de fácil es comprobarlo.

Lo he escrito en otras ocasiones, aunque por momentos suene a que estoy tratando de adoctrinar en el realismo político –esa nunca ha sido la intención–, pero mentiría si digo que no busco en algún momento generar en usted la reflexión y quizá llevarlo a tomar decisiones más apegadas a lo humano que a lo místico.

“El que entendió, entendió; y el que no, hasta el año que entra”.

El reto de la sucesión capitalina

De todas las posiciones que estarán en juego el próximo año en el estado, es –sin temor a equivocarme– la más importante la presidencia municipal capitalina, aunque algunos absortos en la liturgia política digan lo contrario. En primer lugar porque se trata –valga la redundancia– de la capital; segundo, porque es el padrón municipal más grande de todo el estado, y tercero, porque luego del gobernador es la posición más visible y cercana a la ciudadanía.

Ahora bien, quitando el aspecto romántico e idealista, y aterrizando en la condición humana, el presidente municipal de Querétaro maneja el segundo presupuesto más importante luego del estatal, así como la nómina; sin contar con la libertad de operar a placer en la entidad. Circunstancias que, dicho sea de paso, no tiene la sobrevalorada e idolatrada posición de “senador” que quita el sueño a más de algún suspirante y uno que otro asesor que vende falsos dilemas.

Es por ello que, en particular, el Partido Acción Nacional deberá hacer un análisis concienzudo del perfil que impulsará a la candidatura, pues de equivocarse, estaría condenando a Querétaro a un “Aguilarato” recargado, y al gobernador a una confrontación innecesaria y perenne rumbo al cierre de su sexenio, haciendo de los sueños rumbo al Palacio de la Corregidora la pesadilla de los queretanos y dolor de muelas de Mauricio Kuri González.

“No se pueden esperar resultados distintos con elementos iguales”.

Morenos siendo morenos

Luego de que los diputados Yasmín Albellán Hernández, Juan José Jiménez Yáñez, Armando Sinecio Leyva y Christian Orihuela Gómez emitieron su voto a favor de una serie de iniciativas de ley en materia de energía eléctrica, movilidad y transporte público, la presidenta del Comité Directivo Estatal de Morena –por instrucciones de su “mánager” Gilberto Herrera Ruiz– decidió que era buena idea expulsarlos del partido por andar votando iniciativas a favor de Querétaro. ¡Faltaba más!

Sin embargo, la señora presidenta no sabe, o su mánager no le ha dicho, que no tiene facultades para expulsar a los legisladores y que estos, en un santiamén, a través de un juicio de protección de derechos político electorales regresan por la puerta grande a Morena.

Con lo que tampoco contó la incauta e impetuosa dirigente es que, ante la posibilidad de la alianza con el Partido Verde, el hábil Ricardo Astudillo ya ofreció cobijo a los diputados; y siendo honestos, de transitar por el camino salvaje y agresivo de Morena a ir de rositas con el Verde, pues sabrá usted por dónde se decidirán si ambos caminos llegan a la alianza.

“El peor enemigo de Morena despacha en el hemiciclo de Reforma”.

Lenguas viperinas

Cuentan que cierta notaría por los rumbos de Milenio se ha convertido en confesionario y colecturía de panistas arrepentidos y mecenas ilusionados.

“Y sin embargo, se mueve”.

Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.

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