[La Cruda Verdad] Nombres y más nombres

Entre los posts melancólicamente atípicos de algunos funcionarios de primer nivel, los silencios sepulcrales de otros y las pifias cotidianas de uno en particular, cualquier versión de cambios en el gabinete estatal fraguada desde lo más recóndito de algún sótano en desuso, cobra verosimilitud y se sazona con el tiempo.

Y sin afán de apelar como último recurso al sofisma facilón de la generalidad, sí puedo asegurarle que aunque muchos han oído de rumores pocos se atreverán a publicarlos. Y no porque no los crean; de verdad que el relato no tiene pérdida. Pero cada quien tiene sus motivos y se respetan.

Lo que sí, es que en mi nada humilde opinión el peor ruido que puede surgir en el ejercicio del gobierno —el que sea— es el que no se publica (haga memoria).

Pues bien, lo que sí se tiene que escribir —porque debe ser tomado en cuenta por el señor gobernador— es que el “silencioso ruido”, diría un andaluz, está dirigido a áreas sumamente sensibles de su gobierno, y en algunos casos, producido por los mismos suspirantes a acceder al poder, como es el caso de la Secretaría de Gobierno, en la que un fallido aspirante a la gubernatura que esperaba recoger los resquicios dejados por su hermano ha dado rienda suelta a su imaginación, por decir algo. Ni qué decir de la vocería, en la que ya hay quiniela entre los compañeros de la prensa, y Obras Públicas, donde el medroso secretario tiembla con solo escuchar el nombre de un exsecretario y conocido constructor queretano.

“Cuando el río suena, mínimo piedritas lleva”.

Mediana oposición

¿Recuerda usted cómo chillaron los changos aulladores cuando el presidente municipal liberó el casco histórico de la capital de vendedores irregulares, tachándole de “autoritario”?

Bueno, le cuento. Resulta que ahora estos quejicas consuetudinarios encabezados por el “Pedro Navaja post moderno” que detenta una regiduría y azuzados por el indómito líder de la tribu Gilberto Herrera Ruíz, están haciendo gresca porque no les pareció lo que en el acuerdo social vigente y establecido por el líder omnipotente de su movimiento es políticamente aceptable, pues ahora resulta que las consultas ciudadanas parecen ser patrimonio exclusivo de Moena, por lo que si las hace un gobierno emanado de otra fuerza política, están mal de origen y ya.

Pero de verdad, ¡qué bueno que sigan siendo sordos, mudos, miopes, deshonestos, incapaces, ineptos, inconscientes, insensibles, cínicos, inmorales, sinvergüenzas, desfachatados, impostores, irracionales, infames, acarreados, precarios, indecentes, chanchulleros, asquerosos, tortuosos, pillos, tramposos, falsos, mentirosos, bribones, escorias, hijos de su madre, surrealistas, torpes, socarrones, perversos, consultantes, defraudadores, cachirules, mezquinos, prepotentes, represores, usurpadores, vulgares, cachondeadores, inconfesables, antidemocráticos, contrarrevolucionarios, méndigos, explotadores, sojuzgadores, negativos, pulpos chupeteadores!

¿Y sabe? El pueblo no es pendejo, ¡los siente! Y aunque la marca es innegablemente fuerte, los queretanos no se imaginan a ninguno de estos primates belicosos atrás del histórico escritorio de caoba sentado frente al cuadro de la Corregidora, destruyendo el statu quo.

“Aunque el cargo no cambia el chango”.

¿Por qué no hablar de salud?

A veces parece que tanto ciudadanos como gobierno estamos muy acostumbrados al nivel de servicios de salud que tiene el estado de Querétaro, pues solo así se justifica el que no se “cacaraquee” que tenemos excelentes instalaciones con protocolos de atención de urgencias homologados con criterios internacionales que no le piden nada a hospitales de primer mundo, que nuestra megafarmacia tiene más que paracetamol e ibuprofeno y que nuestro cuadro de medicamentos incluye especializados a los que de no contar con servicio de salud, difícilmente tendrían acceso familias que no pertenecen a la clase alta mexicana.

Bien valdría la pena que el gobernador guardara a personajes como Fernando González, que puros pesares da y ya cayó en la monotonía del “chavo del ocho”, para darle paso a la frescura y buenas noticias de Martina Pérez.

“Al buen entendedor, pocas palabras”.

Divina confusión

Resulta que varios —incluido el secretario general de Morena, Alejandro Pérez— se fueron con la finta en el tema del presunto aumento de sueldo del presidente municipal de Pedro Escobedo, Juan Alberto Nava Cruz, que a diferencia de otros munícipes mencionados en diversos espacios informativos, él si no se aumentó un solo peso y solo se trató de una errónea interpretación del tabulador de montos máximos y mínimos de percepciones brutas garantizadas, por lo que no le pudieron colgar el milagrito.

Sin embargo, el milagro que sí hará en próximos días, a pesar de seguir quebrado, es licitar la adquisición de tres nuevos camiones recolectores de basura para ir de a poco subsanando deficiencias.

“Ni tanto que queme al santo ni tanto que no le alumbre”.

Encuestas y lecturas

Resulta que luego de hacer un pool de encuestas de aprobación del gobernador del estado y quitando a “Massive Caller” —que por dignidad debería retirarse del negocio, o al menos, cambiar de nombre—, hay una marcada tendencia negativa desde el mes de octubre de 2024 con hechos muy marcados que sin duda terminan siendo determinantes en la opinión ciudadana, todos ligados a la intervención del Ejecutivo en temas de la fiscalía del estado y una que otra molestia por la eterna 5 de Febrero.

Seguramente ya los asesores del primer mandatario, que son muy “duchos”, han detectado el fenómeno y seguramente trabajan en corregirlo, pero nunca sobra una “recordadita”.

“No compren changos ajenos”.

Lenguas viperinas

Cuentan que en sus ya tradicionales desayunos de los miércoles en conocido hotel de la colonia Cimatario, ya no se les ve cómodos ni al secretario de Obras Públicas del estado ni a sus “cotidianos” contertulios cuando algún travieso comensal pregunta sobre la finalización de su obra magna 5 de Febrero, pues ya se duplicó, y en una de esas, se triplica el plazo de entrega y conclusión.

“Salió más caro el caldo que las albóndigas”.

Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.







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