¡Qué fiesta se traen en Morena! La pelea por los liderazgos en el Congreso local y la elección de la próxima dirigencia estatal los han llevado a olvidarse de que el rival a vencer es el PAN.

Ya se había comentado en este espacio que los únicos que podrían derrotar a Morena son los propios morenos, y así está pasando; a tal grado que cometen errores que los han llevado a perder el rumbo de la política local, y en su máxima expresión está el linchamiento que quieren hacer de dos diputados locales.

En un acto de constricción, los morenos deberían de ver con claridad que son ellos –todos– los culpables de perder la mayoría y todas las comisiones legislativas, y por consecuencia, los puestos administrativos, resultado de malas decisiones que son producto de guerras internas, mientras en el PAN, en el gobierno del estado están felices.

Morena se distrae por culpa de las vulgares ambiciones de uno o dos personajes que quieren controlar todo y no tienen nada; se les escapa que su compromiso es con la ciudadanía y dejan pasar los verdaderos problemas que tienen los queretanos, por ejemplo, lo del fiscal carnal y el caso de Esmeralda.

La verdad es que después haber perdido la Mesa Directiva, el PAN procesó su derrota y se preparó para la batalla siguiente, no así Morena, que se montó en el júbilo sin sentido y cayó en inercias políticas del pasado.

La falta de experiencia y liderazgo del Güero Inzunza llevaron a Morena a perder todo, influenciado por el grupo de Gilberto Herrera, quien no sabe de otra más que de extremos, y en el cual ya están en su bolsa Arturo Maximiliano, Andrea Tovar y Alejandro Pérez. Todo con miras al 27, que pasa por la elección de la dirigencia estatal.

Contrario a lo que hizo el PAN, a Morena le ganan los intestinos y las salidas fáciles lanzándose a mandar culpas antes de asumir responsabilidades; no reflexionan que en su propuesta las ambiciones del grupo de Herrera, como Tovar y Silva, estaban desbordadas.

Tampoco reconocen que fueron 4 o 5 diputados los que no enseñaron su cédula en la pasada votación por las comisiones, que sea dicho de paso, el voto es libre y secreto, es un derecho de los legisladores; pero aun así, solo decidieron enfilar baterías sobre dos de ellos, Sinuhé Piedragil y Ulises Gómez de la Rosa. La pregunta es por qué. No se trata de defender a uno u otro legislador o militante de Morena, sino de clarificar el fondo del asunto.

Y la respuesta es fácil, con el primero mantienen una disputa por el partido desde hace mucho tiempo y no ven cómo frenarlo, por su relación directa con la presidenta Claudia Sheinbaum y las ventajas que ello representa; y segundo, la disminuida influencia de Gilberto Herrera, a quien ya le corrieron toda su gente de Bienestar y ahora pretende darles empleo en la Legislatura porque no le han dado delegaciones federales ni presidencia de comisión alguna en el Congreso federal.

Son duros golpes al exrector, que ha reaccionado visceralmente al tratar de controlar la Legislatura y eso solo ha llevado a la debacle a Morena, que ha perdido todo. Va a la baja.

Con Ulises Gómez de la Rosa es diferente; ahí lo han querido frenar porque le ha arrebatado a Gilberto Herrera los temas importantes de la agenda pública. Su movimiento en Santa Rosa es fuerte hablando socialmente; la defensa por las comunidades, por el agua y por la municipalización va creciendo hasta lograr meter en la agenda pública sus temas.

Lo peor del asunto es que la dirigencia de Morena y el grupo parlamentario saben y tienen pruebas de que Gómez de la Rosa votó con Morena, y aun así, decidieron emprender un linchamiento en su contra para que no les estorbe en el partido y disminuir su activismo en la Legislatura y dañarlo social y políticamente.

Ahora bien, sobre Ulises sus acciones hablarán por cuenta propia y nos tocará evaluarlo por su trabajo, no por la grilla.

Pero bueno, el PAN no tiene que hacer mucho para tener en la lona a Morena, que se pierde en el laberinto para llegar al 27, y todo por la falta de oficio político que los ha llevado a ser, como diría su líder real AMLO, unos vulgares ambiciosos.

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