Una vez más, en una de tantas mañaneras, AMLO fue desnudado por una periodista, quien con documentos en mano le mostraba las pruebas del espionaje que practica personal del Ejército Mexicano. La respuesta del Presidente fue la acostumbrada descalificación.
En otra mañanera, pero de julio de 2021, Santiago Nieto, entonces titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, con la anuencia de AMLO, presumía y criticaba a los gobiernos de Enrique Peña y Felipe Calderón por haber realizado actos de “espionaje” en contra de periodistas, defensores de derechos humanos; el mismo que hoy practica el espionaje, pero lo llama “inteligencia militar”.
Decía Santiago que el software Pegasus había costado 23 millones de dólares, de origen israelí; el grupo Tech Bull fue el que proporcionó las herramientas del “espionaje”, dijo Nieto. Ni el cinismo que muestra López Obrador lo salva de sus mentiras, con aplomo miente, tergiversa los hechos.
Una vez descubierto, el mentiroso AMLO tuvo que reconocer que su gobierno “investiga” y da seguimiento a personas civiles. ¡Ah!, pero rechazó calificarlo como espionaje, aseguró que la finalidad del Centro Nacional de Inteligencia a cargo del general Audomaro Martínez Zapata es prevenir actos de “sabotaje o crímenes” a cargo de delincuentes. ¿Cuál prevención si su gobierno es el más sangriento de la historia? ¿Y los sabotajes a las vías de comunicación que llevan a cabo los delincuentes? Mentiras que ya no soportan el análisis de credibilidad.
AMLO siguió intentando lavarle la cara a su “espionaje”. También argumentó, si se le puede llamar así, que “bueno, se tiene que hacer investigación, que no espionaje, es distinto y el instituto de inteligencia del gobierno hace investigación”; “me informan, es un trabajo de inteligencia que se hace en coordinación y tiene como propósito conocer sobre movimiento u operaciones de la delincuencia organizada”. ¿Cuál investigación? La delincuencia organizada ha crecido en el gobierno de la 4T como en ningún otro. De ser así, como lo afirma el mitómano, entonces sus “investigaciones” son un fiasco. Tratando de limpiar su “cochinero”, insistió en que no existe ilegalidad en el actuar de las Fuerzas Armadas sobre el tema.
Siguió abundando en su mentira el titular del Poder Ejecutivo: “Es mejor la inteligencia que la fuerza”. Quiso justificar la operación del Centro Nacional de Inteligencia, falacia aunada a que los mandos militares tienen prohibido incurrir en espionaje, pues “no somos iguales” a los gobiernos anteriores. La retórica desgastada: “No somos iguales”. Claro que no: son peores que sus antecesores.
Al verse acorralado cual bestia herida, López Obrador tuvo que criticar a periodistas, medios de comunicación, por tratar inquirirlo sobre el “espionaje” que lleva a cabo su gobierno. Luego criticó a la interrogante por tratar de imponer en su agenda mediática el tema de espionaje de su gobierno. Afirmó que él es quien maneja la agenda mediática, no los periodistas. ¿Así o más claro el programa de manipulación propagandístico de AMLO?
Ensoberbecido, el presidente rechazó que el general Audomaro Martínez comparezca en la mañanera para explicar los contratos en la compra de equipo para labores de “inteligencia”. Obvio, quedaría más evidenciado de lo que fue en la mañanera. La periodista interrogante le mostró la documentación obtenida de jaqueo de Guacamaya Leaks que realizaron al Ejército, pero AMLO desdeñó la información, como suele suceder; él y solo él tiene otros datos.
Luego le dijo a la periodista: “Un invento de ustedes, un golpe más”. Los documentos que le entregaba y no recibió el intolerante AMLO contenían las pruebas en las que basó su reportaje sobre el caso de un defensor de derechos humanos en Nuevo Laredo, investigado por el Ejército.
López Obrador recordó en la mañanera que quedará para la historia que hace algunas semanas un participante presentó, en otra mañanera, un audio en el que “supuestamente” el activista Raymundo Ramos sostuvo una llamada con un cabecilla criminal, reconociendo que “alguien” ¿alguien? (¡fue el Ejército!) interceptó de forma indebida las comunicaciones del defensor. Sentado en el banquillo de los acusados, tras el atril presidencial, el delincuente negó la evidencia irrebatible de los hechos en su contra.
Reforzando sus mentiras, Andrés López pretendió justificar sus labores de “inteligencia” con el cuento de que las labores de “inteligencia” han funcionado para salvar la vida de importantes funcionarios, como el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, quien fue alertado por el general Audomaro Martínez de que se planeaba un atentado por parte de grupos criminales. ¿Alertado? ¡Mentiroso! Gracias a que traía camioneta blindada se salvó Omar, de lo contrario hubiera sido asesinado, fue rociado de plomo. ¿Alertó Audomaro? Pero López dijo que, gracias a la alerta, García cambió de una camioneta normal a una blindada. ¡Por favor, basta de tanta mentira!
El embustero le quitó la palabra a la entrevistadora y siguió con su perorata: “Bueno, se tiene que hacer investigación, que no espionaje”. Para AMLO son conceptos y acciones distintas, sus antecesores sí espiaban, “él realiza investigación científica”. Así que ya lo saben, reconoce que el gobierno de la 4T oficialmente sí vigila, investiga y realiza espionaje sin orden judicial. Esa acción se denomina delito, de acuerdo a la Constitución y al Código Penal. Toda intervención telefónica requiere autorización judicial.
11
Mar 23
Twittear
En la Sesión de Pleno del Consejo General del INE del pasado viernes 3 se volvi...
No se deja intimidar, mucho menos amenazar la ministra presidenta de la SCJN Nor...
Como AMLO desconoce cualquier norma, ignora aquello que se llama dentro del Esta...
Seis días después de haber entrado en vigor el “Plan B” de AMLO, la autori...
Danos tus comentarios