A seis días de lo que será la jornada electoral más grande de la historia y con el proceso de campaña más agotador, largo y tedioso que recuerde, es imprescindible y necesario escribir o describir los mitos que seguramente rondarán las mesas de café y las plazas públicas, en donde los “enterados” los repetirán como dogma de fe para acomodar la realidad al relato.
Primero, y antes de enumerar los más comunes, bien vale explicar el origen primigenio de estos; y es muy simple, comparten el de cualquier teoría conspirativa: El ego y la negación humana de aceptar la naturaleza caótica del todo, pues resulta más sencillo digerir que un grupo de notables decidió parar dos años la economía mundial, que asumir que un pinche agente parasitario microscópico y acelular puso de cabeza al planeta entero , sin que nada ni nadie tuviera el control de él.
En fin, dicho lo anterior, procederé a mencionar algunos de los más comunes, pero no por ello menos irrisorios, que seguramente ha oído o oirá en esta semana y la posterior a la elección.
“Las elecciones están arregladas”. Seguramente usted ha oído a más de alguno decirlo, estoy seguro; pero lo gracioso del caso y por lo que me atrevo a adjetivarlo como mito, es porque cuando un cínico como el que escribe osa preguntar cómo se arreglan las elecciones, la respuesta invariablemente es la misma: “todos sabemos cómo”.
¡No!, le juro que no yo no sé. Si difícilmente controlo mi propio pensamiento, no logro discernir cómo se arregla la voluntad de un millón novecientos noventa y nueve mil queretanos para que voten o no lo hagan. Además, y partiendo de su propia premisa, si las elecciones están arregladas, ¿qué sentido tiene marchar para defender al INE? ¿No le suena absurdo?
Otro que me encanta escuchar, porque despierta en mí el más alto sentimiento de compasión, es la movilización, pues aunque esta se ha convertido en un redituable negocio para los operadores y placebo para los políticos, lo cierto es que rara vez resulta determinante, además de que difícilmente se comprueba su efectividad, ya que cuando se gana nadie la cuestiona, y cuando se pierde, se justifica.
Pero hagamos un ejercicio matemático para que más menos se dé una idea de lo que hablo. Le explico. La lista nominal es de un millón ochocientos noventa y nueve mil en el estado y se espera una participación del sesenta por ciento; entonces, para que la romería electoral resulte más o menos efectiva tendrían que desplazar a entre doce mil y catorce mil personas, que representarían un punto porcentual, y así podemos hacer el ejercicio en cada distrito y municipio.
Pero pensemos que lo consiguen porque ellos son honrados y chingones. ¿Quién garantiza que el voto emitido sea a favor de su proyecto? Nada, la incidencia en la elección de esta conducta se reduce un mero acto de fe, de un chingo de fe y nada más; aunque no niego que con el añejamiento necesario se convierte en afiche por excelencia para justificar la salida de billetes. Esto último no es ningún mito.
Por último y no por ello menos ficción, es la de que los gobernantes “entregan”. Al igual que los dos anteriores, está revestido de tintes fantásticos y basta solo preguntarle a quien lo dice: ¿cómo se entrega una elección? Verá que se hacen bolas y dan veinte maromas, para terminar con alguna falacia argumentativa –por lo regular un ad populum o una carga de la prueba–, si bien le va, porque a veces lo más natural es un encabronamiento ante la imposibilidad de explicar lo inexplicable, que llega a terminar con la armonía de la conversación.
Pudiera dedicar toda la columna a más mitos; sin embargo, hay más por comentar. Pero le sugiero, de verdad, que si alguien viene a decirle alguno de estos o le llega con argumentos totalmente incomprobables, acompañados de un “todos sabemos” o un “siempre ha sido así”, aléjese, no discuta y con toda caridad compadezca al humano en plena expresión de sus pulsiones.
Raro en los verdes
Le urge un té de tila con valeriana a Imelda García, lideresa de las mujeres del PVEM, quien acusó de enviados a los compañeros de los medios locales que cubrieron su rueda de prensa, simplemente porque formularon preguntas que no le gustaron, además de acusar violencia política por hacer su trabajo.
El viernes salieron a dar una rueda de prensa, luego de que Irvin Matamoros diera públicamente su apoyo al panista Roberto Cabrera; pero la agarraron contra los reporteros. A tal grado llegó la lideresa, que los medios que transmitían en vivo decidieron cortar la transmisión para no comprometer de mayor manera el tema. Dicen que van arriba.
“Con calma y nos amanecemos”.
Días cruciales
Aunque técnica y legalmente las campañas terminan a las 23:59:59 horas del miércoles, lo cierto es que las horas posteriores serán cruciales en el caso de las campañas locales, pues seguramente veremos uno que otro cañonazo, particularmente en aquellas contiendas que se prevén cerradas, poniendo a prueba la capacidad de los equipos de campaña, pero sobre todo, el trabajo previo en cuanto a inteligencia y detección de debilidades de sus candidatos.
Un golpe en temporada de veda pega doble.
“Hombre precavido vale por dos”.
Alvarado, caso pa’la araña
A quien dicen que le están cocinando un festín sus propios compañeros –y no precisamente como los que hace en la Vaka– es a Juan Alvarado, pues su ausencia de más de un año en el municipio y su desparpajo de irse a la CdMx a la menor provocación no han caído nada bien entre los morenos, que aceptan pero no digieren que se haya hecho con la candidatura que, según ellos, le pertenecía a otros con mejor pedigrí y hasta hablan de compraventa de la candidatura.
“Para lenguas y campanas, las queretanas”.
Lenguas viperinas
Cuentan que no ha caído nada bien la presencia de algunos candidatos en los “encuentros de negocios” organizados por Carlos Habacuc, pues ellos terminan incómodos y los asistentes molestos, ya que se sienten engañados.
“El acomedido siempre queda mal”.
Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.
27
May 24
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