Antes de que continúe leyendo y anteponga sesgos y prejuicios propios de la “queretaneidad” que profesa –o filias partidistas o religiosas a manera de auto defensa– déjeme aclarar que las siguientes líneas tratan de abordar el tema que conmocionó al sistema queretano de la forma más objetiva posible. Con esto no digo que no sonaré por momentos más “ogetivo” que objetivo y que dejaré la sátira y el tono cáustico que me caracteriza, ¡pues si no es gripa!
Pues bien, luego de la breve advertencia a forma de preludio, ahí le voy.
Como seguramente sabe, y sí, sí lo sabe, porque si lee este espacio es porque le interesan los temas políticos del estado, el referente a la niña Esmeralda superó con creces en la opinión pública al 5M, además de que no se tiene un antecedente de tales efectos, al menos en la historia moderna del estado.
¿Pero por qué dice este güey que el caso conmocionó al sistema? Le respondo: Porque a pesar de la magnitud del 5M y los alcances internacionales que tuvo, en aquella ocasión en ningún momento se cuestionaron y se pusieron sobre la mesa y de manera tan evidente las deficiencias, fragilidad y ductilidad de las instituciones del estado.
Verá. Lo primero es poner en contexto legal el asunto: este deviene de la carpeta de investigación CI/QRO/2035/2023, iniciada por el delito de “HOMICIDIO DOLOSO”. ¡Ojo al parche! Estamos hablando de un delito que, de acuerdo al Código Penal del Estado de Querétaro, se persigue de oficio. Resulta que esta carpeta, hasta la semana pasada, se encontraba en la segunda etapa del proceso, y es precisamente en la audiencia intermedia celebrada el día jueves 24 de octubre donde todo valió madre, pues fue en su desahogo en el que se desestimaron pruebas de descargo y la fiscalía sostuvo su acusación, argumentando que acreditaría sus hechos ante el juez en la etapa procesal siguiente, el juicio oral. Esto, además de solicitar a la acusada la “reparación de daño” a razón de quinientos dieciocho mil pesos, en favor de la “víctima indirecta”, el cual, aunque don Víctor Antonio, alias “Jenruchito”, quiera maquillar ofendiendo la inteligencia de los queretanos, es el padre del menor, en el caso concreto, el “presunto violador” de Esmeralda , con quien el producto guardaba 90% de compatibilidad genética.
Seguro, ¡fue asesinato!
Y es justo después de la audiencia intermedia donde empieza el primer capítulo de esta novela negra, que aunque por los hechos y condiciones pudiéramos situarle a finales de los 70, se está desarrollando en pleno siglo veintiuno y bien podría titularse “El día que la justicia falló”, ya que luego de que se hiciera público el proceso por parte de las activistas y se mediatizara, el titular de la fiscalía y su segunda de a bordo no dudaron en salir a dar sendas e inquisidoras declaraciones a fin de justificarse, comiéndose completa la zanahoria que les pusieron enfrente, asegurando de manera categórica que tenían todos y cada uno de los elementos para pedir al juez de control la sujeción al proceso a la entonces imputada –ahora acusada–, con base en diversas pruebas que no pienso contarle; pero lo que sí es importante dejar en claro y suscribir es que para ese momento –miércoles 30 de octubre de 2024– el señor fiscal “aseguró en medios nacionales tener todos los pinches elementos para pedir sentencia condenatoria en contra de la chamaca”.
Peripatético, caricatura, bufón
Pues bien, luego de las calamitosas declaraciones vertidas por el fiscal Víctor Antonio de Jesús Hernández y su vicefiscala de Investigación y Persecución del Delito, Margarita Luna Téllez Girón, en las que aseguraban la culpabilidad fundada y motivada de la pobre chamaca, el jueves 31 de octubre, el rojizo y pelilargo “abogado del pueblo” “se echó pa’trás” y “pelillos a la mar”, pues bajo su visión panoli y vulgar este sujeto pretende que todo se olvide y seguir vulnerando a la sociedad con su laxitud.
Atrás quedaron las afirmaciones públicas que realizó sobre los hechos que vulneraron totalmente la secrecía de la investigación y la presunción de inocencia de la acusada. Pretende que, tan ramplonamente como él, los ciudadanos olvidemos que se investigaba un homicidio, ofendiendo una vez más la inteligencia de sus interlocutores, asumiendo de antemano que nadie va a cuestionar el debido proceso que vulneró reiteradamente, lacerando a placer y bajo el amparo de la autoridad que detenta el interés superior de la niñez.
Pero más aun, dio por sentado que nadie iba a ir a ver el Código Nacional de Procedimientos Penales y se preguntaría ¿cómo en menos de veinticuatro horas quedaron rebasados sus “sólidos” argumentos?, ¿y en qué motivaría el desestimiento contemplado en el artículo 144 de dicho ordenamiento? No olvidemos que estamos hablando de un homicidio que horas antes –a dicho del fiscal general y la vicefiscala de Investigación del Delito– estaba plenamente acreditado, por lo que a menos de que en el transcurso del viaje de regreso de la Ciudad de México se hayan aportado pruebas supervinientes que lograran variar de fondo el criterio de la acusación y logren generar la duda razonada en el juzgador, la motivación únicamente es el “apretón de gónadas” sufrido por Víctor Antonio en la sede del Senado de la República, dejando en claro que el proceder de las autoridades jurisdiccionales y la fiscalía es un verdadero chiquero.
Misma tragicomedia, nuevos actores
Como esto no acaba hasta que se acaba, ahora resulta que el “magistrado de las estrellas” y presidente del Poder Judicial del Estado de Querétaro, Braulio Guerra Urbiola, se suma a la idea impuesta por el fiscal de asumir que el pueblo es pendejo y salió a declarar que ya recibió el desestimiento de la fiscalía y hasta fue acordado, lo cual es una verdadera mamada y una pendejeada más a la sociedad queretana.
Le explico. Aun cuando este se haya ingresado el día jueves 31 a las 23:59 horas, el día primero de noviembre fue decretado inhábil por el mismo poder que Urbiola preside. Así que a menos de que el astronómico leguleyo tenga sus propias leyes, procesos y calendarios, ¡el término no puede estar corriendo!
Además y por si fuera poco, dicho desestimiento debe ser acordado en “audiencia pública” con presencia de las partes, lo cual no ha ocurrido y simplemente habla de la futilidad con la que se conduce y el profundo desprecio al raciocinio del gobernado.
Quilombo y cabezas
Está bien que ya no habrá acción penal contra la menor, está bien que la van a apoyar para salir de la pobreza extrema en la que vive. ¡Qué bueno! Pero no romanticemos y busquemos un final feliz. No se confunda, esto es una novela negra, no un pinche cuento de hadas.
En el mejor de los casos, hay un fiscal de acusación que sostuvo una tesis falsa hasta la etapa intermedia del proceso, hubo unos analistas que no analizaron una chingada de la famosa carpeta, hay declaraciones de una vicefiscala asegurando la responsabilidad de la chiquilla –llevándola al escarnio público y marcándola de por vida– y hay un fiscal que pretende dar carpetazo al más puro estilo del sexenio de Echeverría y echarle la culpa de sus pifias a su antecesor.
Ahora bien, en el peor y más cercano a la realidad, tenemos una fiscalía de caricatura y un Poder Judicial de cuchufleta, aunque ambos, antes de ser jocosos y afables, resultan terroríficos y abyectos.
Ojalá el Legislativo del Estado llame a cuentas a todos los implicados, ya que después de esto es claro que todos los ciudadanos estamos en riesgo y se ha comprobado una vez más y como siempre que en este país las cárceles están llenas de jodidos y de pendejos, y Querétaro no es la excepción. ¿O qué se imagina que hubiera pasado con Esmeralda si no se hace la zaragata?
Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.
04
Nov 24
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