La cobardía y la vulgar ambición de los diputados locales y del titular de la Defensoría de los Derechos Humanos de Querétaro, Javier Rascado, es contra natura, irracional; va contra la naturaleza misma de la fuente de vida, no solo en la entidad, sino en todo el país, en el mundo entero.
En Querétaro falta el agua lo mismo en Bernal que en La Pradera, que en Santa Bárbara, como en Tijuana y Ensenada, Baja California; Hermosillo, Sonora; Ciudad Juárez, Chihuahua; Saltillo, Coahuila; Monterrey, Nuevo León; Ciudad Victoria, Tamaulipas, y de todos los puntos del país llega el clamor de la gente que exige el más elemental de los derechos: el acceso al agua.
La causa evidente, inmediata, de esta crisis se ubica en la falta de lluvia debida al fenómeno meteorológico denominado La Niña, eso dicen.
Pero hay también una causa más profunda, y esa sí, bajo control humano: la instauración de una política de concesiones que ha entregado el agua en cantidades ilimitadas a los grandes capitales, sin ningún miramiento por las necesidades humanas.
Cuando veas las barbas de tu vecino, dice el dicho, y en Nuevo León, donde la escasez ha despertado conciencia sobre la absoluta desigualdad en la provisión del líquido, el sentir social se condensó desde comienzos de año en la consigna “no es sequía, es saqueo”.
La estupidez humana es más grande cuando se juega a ser Dios, y eso se creen los que se quieren quedar, adueñar del agua.
Su pensamiento enano no les da para reflexionar en la lógica más elemental: El agua y el aire son la fuente de la vida, no solo humana, de toda la vida del planeta, de la flora y fauna de la tierra.
El agua y el aire nos lo proporciona la naturaleza, es gratis, o por lo menos la madre naturaleza no nos cobra en efectivo ni con tarjetas de crédito, ni acapara uno u otro elemento; nos cobra, eso sí, con el cambio climático.
Ayer entró el verano, ayer, y desde hace unas semanas, poco a poco la lluvia se deja caer: unos días con poca intensidad, otros con mayor fuerza y otros solo nos da esperanza el cielo nublado.
Y esa llave que es el cielo nublado no la regulan ni las leyes pedorras que hacen los diputados locales ni la regula la corrupta Comisión Estatal del Agua, ni el gobierno puede concesionarla, por ahora.
El agua que nos da la lluvia es gratis.
Noble la naturaleza, hace que la lluvia, el agua, caiga en todo el territorio Querétaro; la lluvia baña, se deja caer sin discriminar lo mismo en el campo de los grandes agricultores, lo mismo en las tierras de temporal de los campesinos que saben querer esa agua; lo mismo cae a cantaros en las colonias populares, sean irregulares o no; lo mismo en llega a los condóminos de clase media, e igual se presenta en las zonas residenciales.
El agua de la lluvia llega y nutre los manantiales, los ríos, los pozos, las lagunas, los lagos, bordos, presas; baja de las partes altas de los cerros, de los bosques, para darnos vida.
La lluvia es democrática, el agua es gratis porque la proporciona la naturaleza, es de todos y para todos.
La lluvia no es de nadie, no tiene dueño, es algo natural, no le cuesta a nadie, y nadie tiene derecho de adueñarse de ella; el agua que cae del cielo es de todos, tomar de ella es un derecho humano, pero igual es un derecho de todos los seres vivos.
El agua que nos manda la naturaleza es gratis, y así debería de ser; ninguna persona, ningún ser humano, por poderoso que se sienta o sea, se puede apropiar de ella; nadie es dueño del agua, solo la naturaleza.
Es claro que el acceder al agua es un derecho humano, el tener agua en nuestras casas, en las residencias de los pudientes, en las chozas, en las escuelas, en el trabajo, en cualquier situación o circunstancia es un derecho irrenunciable
No hay ley o decreto que someta a la naturaleza: el agua es un derecho humano que nos otorga la naturaleza, porque es la fuente de la vida, aunque el titular de la Defensoría de los Derechos Humanos de Querétaro niegue algo tan elemental; es un derecho no solo humano, sino natural para todos los seres habitantes de la Tierra.
Claro, van a salir con el estúpido argumento de que entubarla, distribuirla, hacerla llegar de los manantiales, ríos, lagos, lagunas, presas y bordos, cuesta, y que algunos “bondadosos” empresarios de la vivienda, que algunos “caritativos” empresarios y funcionarios nos hacen el favor de hacer eso.
No, señores; el agua debe ser gratis, y claro que entubarla y distribuirla cuesta, pero para eso se pagan impuestos; de ahí, de nuestras contribuciones debe salir, alcanzar y sobrar para que el agua se distribuya a todos, todos por igual y gratis.
El agua que llega a las casas, de todo tipo, debe ser gratis, porque la naturaleza nos la da; debe ser gratis el agua que satisface las más elementales necesidades humanas: apagar la sed, tanto humana como la del campo que nos da de comer.
Primero eso, y después, pues cobren el agua a quien abusa de su consumo: a la industria que consume millones y millones de agua; a los refresqueros; a las cerveceras; a aquellos que desde hace décadas explotan pozos sin pagar; a todos los que desperdician y abusan del consumo; a todos los que la acaparan; a los huachicoleros del agua.
Porque no por tener más o menos recursos económicos da el derecho a su acceso; no, el agua es de todos, no está sujeta, eso creo ingenuamente, o no debe estar sujeta a la oferta y a la demanda.
El agua debe ser gratis, porque es no solo un derecho humano, sino que forma parte del ciclo de vida, no solo de los humanos, sino del tigre, el venado, el león, el lagarto, el perro, el gato, las plantas, todo y todas las especies que habitamos la tierra.
Porque el agua es la vida, y la vida no tiene precio.
Esa es la única ley que deben de promover los diputados: el agua es gratis, esa es la única consigna para defender por Javier Rascado.
Así que, señores, hay cosas imposibles que, sin embargo, se pueden: agua gratis para todos.
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Jun 22
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