[La Cruda Verdad] Activismo miope y socarrón

La semana pasada trascendió en “Facebooklandia” y uno que otro medio de tintes rojillos, la detención en flagrancia del “probable responsable” del delito de robo simple, Víctor Carlos Quintero Pérez, por parte de los elementos de la policía municipal de Corregidora.

Quizá usted en este momento se esté preguntando: ¿Qué diablos se metió este güey para que dedique un párrafo a un triste ladronzuelo de gueto?

Le explico antes de que se comience a preocupar por mi estabilidad mental. Sucede que un hecho cotidiano e intrascendente pretendió, como ya es manía, ser maximizado por las denominadas “moscas de todos los truños”, quienes fieles a su estilo teatral y ramplón, hicieron uso de sus corroídos y rancios clichés de victimización a favor del salteador en comento, alegando que se trata de un hombre senil y achacoso, aunque estas supuestas condiciones no fueron impedimento para que el angelito se birlara casi 35 metros cuadrados de sello utilizado para bacheo.

Pero déjeme ponerlo en contexto y contarle quién es el tal Víctor Quintero, antes de que aparezcan los activistas de sillón y le saturen de argumentos fantásticos en torno al personaje, romantizando el evento con el fin de resignificarlo en algo extraordinario luego de pulir los elementos agrestes que conlleva, con el único fin de cauterizar su conciencia antes de que los alcance la cruda realidad.

Víctor no es ni la reencarnación de “Chucho el Roto” ni el “Súper Barrio” de Corregidora, ¡para nada! Su historia se reduce a la de muchos otros cabecillas de esos que se llaman activistas, que mediante el mediano pago ante un notario público, secuestran opiniones, territorios y personas, bajo el prurito de la representación social, acompañando su membrete de las siglas “AC”, como si se tratase de un velo de pureza.

Pero retomando, el personaje en cuestión, por ahí de 2004 constituyó su propia asociación de colonos en el asentamiento irregular Jardines de la Corregidora, aun cuando ya existía una asociación primigenia que nació con la colonia, con el único fin de lucrar con lo que en aquel momento parecía ser el negocio en boga: la instalación de antenas de telefonía celular. Ya que por medio de la asociación, de la cual es presidente vitalicio y plenipotenciario, extorsionaba –perdón, gestionaba– el permiso de los vecinos para su instalación, convenciéndolos de que estas no les iban a causar cáncer.

A partir de ese momento todo ha sido negocio y lucro con las ilusiones de aquellos que pretendieron hacerse de un patrimonio en un asentamiento irregular que lleva más de 20 años sin poder escriturarse… ni se escriturará.

Pero si su historia personal no fuera suficiente para desvirtuar el argumento de represión, el personaje desde hace algunos meses se ha echado a cuestas a un par de socios conocidos y reconocidos por sus argüendes sociales. Me refiero a Luis Adrián Moreno Mendoza e Irma Monroy Torres, porros agitadores plenamente identificados con Morena y en particular con el senador Gilberto Herrera Ruiz, quienes pretenden hacer política a madrazos, y según ellos, “desestabilizar” al gobierno de Roberto Sosa Pichardo a través del bloqueo de calles y armando grescas virtuales, demostrando una vez más su incapacidad y salvajismo que no les permiten calcular estratégicamente sus actos, pues difícilmente generarán empatía ante la ciudadanía y, por el contrario, incrementan el repudio que producen Morena y sus huestes en el municipio más panista del estado, en el que el presidente municipal arrasó casi cuatro a uno la elección y mantiene índices de aprobación superiores al 55 por ciento.

Por otro lado, y a manera de cierre, si el fulano está afuera, no es porque sea inocente, ni tampoco porque porque haya ausencia de tipo penal, como pretendió hacer creer un “sesudo abogado” que dice representar los intereses del centro histórico y litiga en el tribunal de Zuckerberg, ni mucho menos porque se haya cometido una arbitrariedad. El sujeto no permaneció en prisión preventiva oficiosa porque el delito no lo amerita ¡y ya! No le busque chichis a las culebras.

“Perro que le da por comer huevos, aunque le quemen el hocico”.

Indignidad a toda prueba

Siempre he sabido y sostenido fehacientemente que en política no hay amistades eternas ni enemigos perennes; también he dicho que la política es c#L3r&, siendo esto último el catalizador del idealismo con la realidad que me permite estar protegido ante la decepción.

Sin embargo, a pesar de los años que llevo viviendo, analizando y hablando de política, nomás no logro entender cómo es que después de los agravios y adjetivos dignos de cualquier novela negra, muy negra, que se produjeron entre sí Mauricio Ruiz Olaes, expresidente estatal de Morena, y Patricia González Miranda, exaviadora de la Secretaría de Gobernación, ahora posan sonrientes y abrazados en el informe de la jefa de Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, como si nada hubiera pasado y las patadas hubieran sido bajo la mesa.

De verdad que hay que ser muy caradura o de plano estar muy hambreado para pisotear tan feo la dignidad personal de tal manera. Pero en fin, quizá son las costumbres de la tribu, y en una de esas también veremos a doña Paty del lado de Joaquín de la Lama o Juan José Jiménez, de quienes tanto habló y adjudicó la caída de su avión.

“Hay que tragar sapos, pero no ingerir culebras”.

Traspasos y tras pasos

En El Marqués andan muy movidos los priistas y panistas para buscar la sucesión en 2024, pero no será por sus siglas naturales, sino por las de Morena, pues dicen está de moda en aquel municipio y tiende a crecer ante la migración e incremento de población proveniente de la CdMx, que por condición socioeconómica y cultural se identifica y asume de “izquierda”, aunque no sepa ni de qué carajos habla.

La cosa es sencilla, si el carro de moda es marrón y garantiza ganar la carrera, los que saben pilotar se van a subir. Total, los que se asumen dueños están más preocupados en disertaciones estériles que en ganar elecciones.

“Chango que se duerme se queda sin liana”.

Lenguas viperinas

Dicen que cierto legislador de la 4T, cuyo nombre empieza con G y se apellida Herrera, ya soltó a sus huestes en Corregidora, pues sabe que la posibilidad de la reelección es solo un “sueño guajiro” ante la intrascendencia en su escaño, por lo que buscará la presidencia municipal de aquel municipio, con la certeza del reintegro en regiduría.

“Las calabazas en el camino se acomodan o se truenan”.

Como siempre, la mejor opinión es la de usted. Y recuerde, no me crea a mí, créale a sus ojos.







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