[Me Lleva el Diablo] Las “calamidades” que nos esperan en 2022: Inflación, impuestos y Ómicron

Las calamidades que azotarán a la población iniciando el 1 de enero serán de consecuencias profundas para la economía familiar: inflación, impuestos –locales y federales– y Ómicron.

Recordemos que a principios de 2021, se pronosticaba que el país terminaría el año con una inflación del 2 por ciento. En cambio, para la primera quincena de diciembre, estamos arriba del 7 por ciento, se vienen aumentos en las gasolinas y otros productos.

Obvio, decir que el impacto en la economía local, estatal será de graves consecuencias para 2022, donde se espera incremento en productos como el cemento, el concreto, los alimentos, y la incorporación de algunos impuestos disfrazados como es el reemplacamiento de casi un millón de vehículos; se incrementará el impuesto predial en los municipios, principalmente en Corregidora y Huimilpan.

Iniciamos el año con el anuncio de la industria del concreto premezclado del estado de Querétaro que la semana pasada dio a conocer que a partir del próximo 1 de enero de 2022 el costo del producto se incrementa un 20 por ciento, impactando directamente a la industria de la construcción.

La industria de la construcción, que mueve a cerca de 30 ramas de la economía, se verá mermada con el aumento en el concreto, e iniciará el año con una demanda débil y una financiación limitada, tanto en la obra pública como en la construcción de financiamiento privado, que impulsa alrededor del 25 por ciento de la economía local, y podría seguir cayendo.

Claro, el impacto será para los pequeños y medianos constructores, porque para los dirigentes de la CMIC, Colegio de Ingeniero y de Arquitectos, no les mermarán sus ganancias que obtienen gracias a la incondicionalidad hacia las autoridades.

Por cierto, en la Cámara de la Industria de la Construcción Querétaro, que tiene cambio de presidente en 2022, ya se da por hecho que Óscar Hale –impulsado por los grandes constructores como Daniel Cordero, Abraham González y hasta por Fernando González, titular de la Secretaría de Obras Públicas–, muy cercano al gobierno del estado, releve a Álvaro Ugalde. Hay acuerdo, dicen los que saben.

Es real que el incremento de los insumos de uso común que utiliza este sector, como el cemento, agregados y el transporte –que se mueve a gasolina y dísel–, se los cobrarán a los usuarios, es decir, al consumidor, en este caso a la inversión de obra pública y privada.

Si de por sí la obra pública, tanto estatal como municipal, está plagada de vicios, como el de los famosos “moches”, que en algunos casos del gobierno del estado llega a ser de hasta el 15 por ciento, y en algunos municipios como en El Marqués es del 20 por ciento, sume usted el incremento al concreto.

Además de que casi todas las obras ya están asignadas, muchas de ellas, la mayoría, a constructores, empresas que no cotizan o pagan sus impuestos en la entidad.

La inversión de la obra pública no se queda en la entidad, se va el recurso a Puebla o Guanajuato, que es de donde vienen los constructores favoritos, y es donde tienen sus domicilios fiscales.

Así, los proyectos de obra pública se verán recortados e incrementarán su costo real con referencia a lo que se han presupuestado.

Las consecuencias de la pandemia se reflejarán en este 2022, porque los gobiernos gastaron, como el de Querétaro, y sus municipios, aunque no se sepa en qué y cómo se gastaron; la opacidad es la tendencia en este tema.

Dicen que gastaron mucho para apoyar a los trabajadores y las empresas durante la pandemia. Ahora quieren apretarse el cinturón en algunos rubros.

En Querétaro, el retroceso del gasto público en 2022 se repondrá con acciones como el reemplacamiento de cerca de un millón de vehículos, aunque a cambio se seguirá con la política del no cobro de la tenencia vehicular: una por otra.

Aún no terminan las fiestas navideñas ni de año nuevo, por lo que es temprano para un veredicto definitivo sobre la variante Ómicron en la entidad, variante que aparentemente es más contagiosa que sus predecesoras, pero también puede resultar menos mortal.

El hambre es un impulsor histórico del malestar social. Una combinación de los efectos de la pandemia y el mal tiempo ha llevado los precios de los alimentos a niveles récord y podría mantenerlos elevados el próximo año.

La inflación en México se desaceleró en la primera quincena de diciembre a 7.45 por ciento anual, desde el 7.7 por ciento de la quincena previa, pero el índice subyacente sigue bajo presión y continuó elevándose a su mayor nivel en 20 años.

Terminamos con altos precios de productos de primera necesidad como el jitomate, el pollo, el huevo, la tortilla, entre otros.

Por lo pronto no hay que esperar hasta enero para que se resientan en el bolsillo los incrementos, dado que la Comisión Reguladora de Energía (CRE) informó que para la semana del 26 de diciembre al 1 de enero, el precio máximo del gas LP será de 21.38 pesos por kilogramo, y con ello, hay un incremento de 36 centavos.

Los riesgos de cara a 2022 no son pocos ni despreciables, pero con optimismo les deseo un año lleno de prosperidad.







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