[Me Lleva el Diablo] La consulta popular en Querétaro

La consulta popular que se celebrará el próximo primero de agosto no es un plebiscito, pues no se trata de aprobar una decisión gubernamental, ni un referéndum, porque no se busca aprobar un texto legal.

Queda claro que la democracia significa apertura, acceso a información, transparencia, monitoreo público, evaluación ciudadana. Y la consulta popular se inscribe en ese tenor.

Aunque tampoco es un proceso espectacular, como el que obligó a renunciar a dictadores sudamericanos en los años 1988-90,

La “consulta” es un mecanismo de democracia directa, que tiene por objeto saber cuál es la opinión mayoritaria de la población electoral sobre un tema de trascendencia.

En este caso el enjuiciamiento político, social de los expresidentes de la República, porque el juicio penal solo corresponde a las autoridades competentes.

La definición del tema pasó de una propuesta presidencial para juzgar a los expresidentes a una formulación muy vaga que hizo la Suprema Corte de Justicia de la Nación para esclarecer las decisiones políticas del pasado.

La vaguedad de la cuestión planteada hace temer que no se alcanzará el porcentaje de votos suficientes para dar carácter vinculatorio a la respuesta.

El Instituto Nacional Electoral (INE) organizará y administrará este ejercicio, aprovechando el equipo que subsistió de la magna elección del 6 de junio pasado, y a partir de mañana 15 de julio inicia su promoción mediática, de acuerdo con la ley que aprobaron los legisladores federales en el tema.

Para ser legal, tener validez, la consulta deberá de convocar a por lo menos 37 millones 376, mil personas en el país, y para ello, Morena, el gobierno federal que la promueve, cuenta con 17 gobernadores, es verdad que son 11 electos, pero ya actúan de facto.

En la entidad, en Querétaro, deberán de salir a votar por lo menos 650 mil ciudadanos inscritos en la lista nominal.

En ambos casos es todo un reto, algo difícil de saber si se logrará la convocatoria, porque es la primera vez que en México –y por consecuencia en la entidad– se realiza algo así.

Si nos atenemos al porcentaje de la lista nominal que votó en las elecciones intermedias de 2009, 2015 y 2021, es probable que sí.

En esos años la participación fue del 44.6, 47.72 y 52.66%, respectivamente.

Sin embargo, no es lo mismo ir a votar por legisladores federales y locales, presidentes municipales y gobernadores, que dedicar parte de un domingo para ir a una casilla solo para responder a una pregunta.

En Querétaro la Lista Nominal de Electores definitiva con fotografía, a utilizar el próximo 1 de agosto, es de un millón 736 mil 369 queretanos registrados en la misma.

El pasado 6 de julio salieron a votar cerca de 850 mil electores, el Partido Acción Nacional –que se opone a la consulta– obtuvo más de 400 mil votos, y Morena, partido que apoya la consulta, obtuvo 240 mil votos.

Si nos guiamos por esos resultados, resultará prácticamente imposible que en la consulta salgan a votar 650 mil electores, ya sea a favor o en contra, el chiste es que salgan a votar 650 mil electores para que en la entidad se cumpla legalmente con la consulta.

Para la votación se instalarán mil 200 casillas, la mitad de las que se instalaron en la elección constitucional; y bueno, suponiendo que Morena y algunos partidos afines convocaran a los ciudadanos que les dieron el voto, no llegarían ni a los 300 mil, que ya sería una cifra impresionante.

Y más impresionante será que salgan a votar 650 mil ciudadanos, porque de darse ese resultado, Morena se daría de topes al darse cuenta de que fácilmente pudo ganar la gubernatura.

A pesar de que en la entidad, grupos de ciudadanos, militantes y dirigentes de Morena, entre ellos la excandidata a gobernadora Celia Maya, tratan de posicionar la consulta en el ánimo de la ciudadanía, hasta hoy el entusiasmo popular por la misma ha sido muy bajo. Tan bajo como la simpatía que provocó Celia Maya el pasado 6 de junio.

No deben buscar justificaciones acusando que los medios no la promocionan, que el INE no tiene interés, etcétera; la verdad es que si a votar por el gobernador o presidentes municipales solo salieron a sufragar 850 mil electores, de dónde van a sacar a votar a 650 mil en un llamado que, ya sea por falta de formación cívica o de lo que usted quiera, no le mueve en casi nada a la gente.

¿Pero para qué servirá la inversión de esfuerzo y gasto que va a significar el ejercicio de consulta popular?

Hay un sector que la propone como una crítica al pasado reciente, pero hay otro que incluye a muchos ciudadanos politizados, que no le ve un sentido claro.

Como sea, estamos viviendo tiempos distintos y más democráticos, y sería de esperar y desear que la gente acuda y manifieste su opinión.

Aunque tengo para mí que el juicio político a los expresidentes de México supone un ejercicio de funambulismo político y el desgaste inútil de un procedimiento de gran valor democrático como lo es una consulta popular.

Total, lo más conducente es que se aplicara la ley a secas a los expresidentes y tan tan.







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